21: Un poco de pasado

20.2K 2.9K 127
                                    

La noche era observada desde la cima de un alto edificio por un joven de dieciséis. El viento soplando, las luces allá abajo, los autos como hormigas. Siglo veintitrés, una sobrepoblada ciudad. El mundo en caos.

Soledad, desolación, abandono.

Podía ver los múltiples anuncios promoviendo cosas triviales y hasta inmorales para su forma de pensar, un lugar en donde todo se contradecía, donde la humanidad ya había sacado sus demonios a plena vista sin temer ser apuntados, un lugar en donde todos se ofendían si les atacabas. Baje de peso, coma esto, matrimonio polígamo, fume este cigarro alucinógeno, nuevos cuernos para insertarte en la frente, cambia tus ojos de color, había llegado al punto de familiarizarse con anuncios de sectas de todo tipo. Otro anuncio iluminado en una edificación lejana intentaba de forma inútil hablarle de la fe, pero no ese día, ese día nada funcionaba. No desde el fatídico momento en el que Dios se olvidó de él.

Las personas corrían por la ciudad, la policía con sus alarmas encendidas, «calentamiento global», «fin del mundo» decían muchos, pero a él ya nada le importaba, ya no podía sentir, el mundo perdió propósito.

Subió al borde, apretando tanto los puños que temblaban, o quizá su propio miedo lo estaba ocasionando. Apretando los dientes y ahogando sollozos, nadie auxiliaría su alma devastada. Cerró los ojos con fuerza mientras sus lágrimas corrían, al tiempo en el que ponía el cañón de un arma contra su sien.

«No eres tan valiente como para aventarte solo», le recriminó su conciencia. Solo un disparo, solo eso, y volaría lejos. Sin dolor, o tal vez un poco. Una muerte más en las interminables estadísticas.

Qué bonitas las estrellas... —Regresó una dulce voz a su mente.

Un bello recuerdo.

Abrió los ojos, jadeando a causa del miedo y la decisión apresurada que estaba por tomar. Alzó la vista con lentitud, contemplando así lo hermoso que estaba el cielo nocturno, mientras que la humanidad se perdía abajo.

El viento sopló fresco y fuerte. Respiró hondo, la tristeza no se iría.

Te puedo cuidar desde ahí.

No, seré yo el que te cuide —hizo eco su propia voz en su recuerdo.

Ya pero si me voy primero, te cuido.

No pienses en eso. Si pasa, me iré contigo.

No, no. Si te vienes conmigo me enojaré muchísimo y no te hablaré más.

Su risa...

Te perseguiría...

No te dejes morir. Nadie debe dejarse morir.

Adrián, tú debes vivir... Promételo, y así seré feliz siempre, en donde esté.

Sin pensarlo, su brazo había bajado. Bajó la vista también y su mirada encontró otro anuncio.

«Proyecto supervivencia sigue aceptando nuevos voluntarios para su programa de "futuro nuevo". Interesados acercarse. Absoluta discreción.»

Una fuerte sensación se apoderó de él, adormeciendo al dolor. Lo haría, iría a ese lugar, ya no tenía nada que perder. Fue corriendo a su departamento en ese mismo edificio, tomó una maleta y guardó algunas pocas cosas. Vio el arma en la mesa, lo pensó unos segundos, la sostuvo otros dos, y finalmente la guardó.

Intentaría vivir por ella.

Adán: el último hombreWhere stories live. Discover now