Capítulo 8 - Amor y Vodka.

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En la habitación del hotel, habían varias botellas de vodka vacías, envolturas de chocolates, de frituras y de más tiradas por todo el lugar, ropa en el suelo, e incluso un ruso tirado con una manta sosteniendo una botella a medio tomar que se había derrochado un poco sobre la manta, abriendo de nuevo los ojos se sentó para beber de golpe.

Fyodor sabía perfectamente que Akutagawa se sentía vacío. Y aquello era un trago amargo para él y para el mafioso. Pero si se enamoraba de él, sabía que nunca se recuperaría, y ya estaba perdiendo, nunca sería el mismo, las flores lo habían sentenciado en el momento en el que comenzaron a mostrar sus pétalos.

De verdad quería amar a alguien, realmente quería pasar noches con alguien, pero ¿Qué pasaba si ese alguien ni siquiera lo miraba? Esa era su situación con Akutagawa, estaba presente en su vida, pero no era más que un fantasma al cual atravesaba para ir corriendo detrás de Dazai, oh, que doloroso... Sabía que ni siquiera había emprendido un camino con Akutagawa, pero quería llevarlo a recorrer ese camino hasta el final, quería que ambos estuvieran juntos al final y odiaba ese sentimiento de amor no correspondido, le obligaba a querer beber hasta olvidar completamente todo.

De verdad anhelaba con todo su ser acariciar a alguien, las personas al saber su habilidad, huían de él. Por eso mismo siempre negaba su habilidad mintiendo hasta decir que era un humano sin una, pero era porque realmente quería tocar un cuerpo sin que le huyeran con terror, quería deslizar sus manos por una figura sin temor a asesinarle en el proceso o que esa persona huyera gritándole cosas horribles o que ni siquiera le dejara ponerle un dedo encima.

Cada segundo, cada minuto, cada hora, su pensamiento sobre Akutagawa se volvía más fuerte, y definitivamente no quería. No quería caer de esa manera por alguien, era un Dios ¡Maldita sea! ¿Cómo podía enamorarse de alguien? Pero Akutagawa, oh, joder, era difícil de igualar, era difícil de superar, quería que lo amara ya, que lo amara en ese instante y que no lo dejara a la mañana siguiente.

Pero si no controlaba ese sentimiento, si dejaba que floreciera por completo... Sería como si voluntariamente y de manera desesperada tragara una píldora de veneno que gustosamente disfrutaría hasta que acabara con él, y aquello le frustraba.

De verdad quería amar, pero tenía miedo y odiaba admitir que siendo un Dios tuviese miedo de algo por primera vez, los miedos impulsaban al humano a vivir, siempre le habían dicho eso, que quién no temía estaba vacío porque al final no temería a la muerta y no sería impulsado por nada en una situación peligrosa. No obstante, no sabía por dónde empezar, estaba un poco perdido.

Y aunque estuviera de nuevo frente a Akutagawa, no sabría qué hacer. Parte de él le decía que tomaría sus manos, que le pediría que se quedará.

— Deberías quedarte conmigo...—Susurró de manera ronca levantándose con pereza del suelo, era ruso, por el amor de dios, estaba acostumbrado al vodka más fuerte. — ¡Esto es como tomar agua! —Gritó molesto tirando la botella vacía contra la alfombra que gracias a esta no se había roto, así fue a tomar otra botella destapándola con torpeza, el vodka de Rusia era para Dioses, y aun así estaba bebiendo imitaciones rebajadas que no le llegaban ni a los talones al vodka ruso, pero a causa de su anemia olvidaba que fuese el vodka que fuese, después de un rato lo dejaba completamente idiota.

— ¿Entonces por qué no te largas a Rusia de una vez? Rata inmunda. —Comentó una voz burlona detrás de él. El ruso se giró aún con la botella en mano para encontrarse con un castaño qué traviesamente se había tomado la molestia de abrir la puerta de su habitación robando las llaves de repuesto para entrar en ésta y cerrar detrás de sí.

— Dazai... 

— Dostoyevsky...

— ¡Dazai!

Flowers Of Love.Where stories live. Discover now