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Castigo.

«Cuida lo que haces en el pasado, pues ten en cuenta que este no se puede borrar, ni mucho menos editar.»

Estando cerca del albino, el ruso tenía que fingir llevarse bien con el niño, ya que si quería ganarse esa confianza debía tragarse su orgullo para actuar. Sin embargo, no era tonto, sabía que Shibusawa aún no confiaba del todo en él, porque a pesar de que este se viera feliz cada vez que el ruso interactuaba con el infante, nunca les dejaba a solas, nunca dejaba que aceptara sus dulces o cosas así. A veces maldecía que Shibusawa no fuese tan estúpido como parecía, pero ¿Qué esperaba? El joven albino llevaba un gran tiempo viviendo con él, le enseñó lo que sabía considerándolo una pieza útil, no obstante parecía estarse volviendo una pieza muy inútil con ese niño en brazos caminando de un lado a otro mientras le enseñaba un poco de lectura en ambos idiomas.

No había momento en el que no estuvieran juntos, al dormir, al despertar, al comer, incluso al bañarse. Le parecía molesto tener que escuchar sus chapoteos y juegos al tomar una ducha... Una parte de él le decía que debía rendirse, que Shibusawa nunca dejaría al menor ni un momento a solas con él, y es que sus planes eran matarlo o perderlo para después cambiar de domicilio con el albino o quizá volver a Rusia y continuar con sus planes ahí, pues el motivo por el que estaba en Japón era porque tenía al resto de "ratas" en la busca de algo importante para él.

Fyodor se encontraba sentado en el suelo, pensativo, teniendo los codos en la mesa de centro entre los sillones observando la nada, a pesar de estar en el primer piso, podía escuchar como aquella casa ya no era la misma. No estaba el mismo silencio de antes, ahora ese silencio era sustituido por las risas de un pequeño, por su voz increíblemente diferente y suave, por sus pisadas torpes y sus jugueteos con ese albino.

Tras soltar un suspiro dejó caer su cabeza sobre la mesita llevándose un ligero golpe. No supo cuánto tiempo paso, sus ojos continuaban perdidos observando uno de esos jarrones con las flores cerradas que a su vez le ponían un poco impaciente y decepcionado, pero en medio de sus pensamientos escuchó unos suaves pasos colarse en la sala.

Con lentitud levantó la mirada girando la cabeza recargando ahora su mejilla derecha en la mesa para ver quién era el responsable de esos pasos, no era otro más que Shibusawa que venía aún con la toalla a la altura del pecho y se dirigía a la cocina a tomar unos jugos. El albino, al salir se percató de que el ruso estaba ahí lo que le hizo frenar sus pasos casi de golpe por un pequeño susto que se había llevado, realmente era como un ratón... Silencioso y su presencia casi no se notaba.

— Dosto... Creí que estabas arriba. —Susurró observando como el ruso sólo hizo una pequeña mueca.

— Puedo estar donde quiera, ¿No crees? —Lucía aburrido, y eso simplemente no le gustaba al albino ya que cuando el ruso tenía esa mirada era cuando más hacia travesuras que no le convenían al resto.

El albino no respondió sólo se limitó a asentir volviendo su mirada a las escaleras para pensar en marcharse sin más, después de todo sabía que su pequeño yacía arriba aguardando por él y los jugos, pero sus primeros pasos se frenaron al escuchar como el ruso se levantaba yendo a su lado para tomarle del brazo.

— ¿Por qué me dejas tan rápido? —Cuestionó notando como el albino no había levantado la mirada y sólo intentó de manera suave soltarse, algo que obviamente no logró.

Ryū me está esperando arriba. —No mentía, incluso consideraba su respuesta demasiado obvia. Sus ojos carmines siguieron de manera lenta los movimientos del ruso notando como le abrazó un momento por la cadera atrayéndole hacia él de espaldas.

Flowers Of Love.Where stories live. Discover now