Capítulo 32 - Recuerdos de un dragón.

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Un par de cucharadas se escuchaban en aquel lugar, no había más ruido que el sonido de aquella cuchara chocando en ocasiones con el plato mientras los palillos quedaban de lado.

Shibusawa ladeó la cabeza, recostado de lado mientras apoyaba su mentón sobre su mano observando con una tranquila sonrisa como el menor comía a voluntad propia por primera vez mientras él se dedicaba a acariciarle el cabello y darle pequeños besos en la cabeza.

— No comas tan rápido, puedes atragantarte. —Murmuró sentado a su lado, se encontraba sin camisa, no traía nada más que su pantalón, y su cabello yacía cayendo rebeldemente por sus hombros y espalda por haber dormido un rato antes de hablar con el menor y calentarle de nuevo la comida.

El joven azabache pareció articular palabra, pero no fue muy entendible lo que dijo, sin embargo cada vez que se llevaba una cucharada de arroz a la boca se podía notar como cerraba los ojos y masticaba con gran deleite.

— Es solo arroz, al principio pensé en traerlo así, pero después lo cambié por Katsudon. Sin embargo, ¿No crees que exageras? —Cuestionó el albino, pero el menor le dio la espalda sin dejar de comer. — Quiero decir, es un plato realmente aburrido, puedo prepararte algo mejor que eso, algo más exquisito, y hasta ahora todo lo habías escupido, ¿Acaso te gustan las cosas aburridas? —Añadió acercándose a besar el hombro del menor encima de ese suéter negro.

— Podría considerarlo aburrido si no tuviese sabor, sin embargo... ¿Dónde compraste este arroz? —Preguntó el menor tomando los palillos para tomar un trozo de la carne y continuar comiendo.

— Lo compré en el super donde mayormente hay ofertas para postres o así. —Respondió en un bostezo abrazando al menor por la cintura recostándose a su lado.

— Eso quiere decir... ¿Qué lo has hecho tú? —Pareció sorprenderse demasiado cuando el albino asintió.

— Sí, ¿Está mal? —Le preocupaba que quizá estuviese un poco duro o mal cocido, después de todo no lo había probado, él se había preparado algo diferente, así que con un movimiento suave tomó los palillos del menor para robarle un bocado, a su parecer el arroz estaba cocido de manera uniforme y perfecta.

— No... —Susurró despacio observando aquel tazón con cierta nostalgia. — Tienes la sazón de mi madre... —Confesó con un ligero temblor en su voz al sentir un nudo en su garganta, el albino pudo notar ese dolor, así que se acercó para besarle la frente con delicadeza.

— ¿Qué sucedió con tu madre? —Preguntó con voz suave acariciando los cabellos del menor quien lucía pensativo.

— Ella falleció cuando yo era aún muy pequeño. —Murmuró muy despacio mientras tomaba la taza de té para darle un trago. — Por lo mismo no poseo muchos recuerdos de ella, pero era una persona realmente amable, era como un ángel para mí... —Añadió levantando la vista para observar todas aquellas preciosas gemas. — Estoy seguro que ella hubiese quedado encantada con tu colección, es demasiado hermosa...

— Ella... ¿Gustaba de cosas así? —Habló el albino permaneciendo sentado a su lado para observar aquellas preciosas gemas que había robado a lo largo de su vida.

— Sí. —Asintió el menor. — Ella era joven, pero en ocasiones podía ver como coleccionaba piedras preciosas, se veía tan contenta que me gustaba juntar las piedras más hermosas para ella, pero nunca pude dárselas... —Confesó recargando su cabeza sobre sus rodillas, el albino guardó silencio un momento a la vez que tomaba el vaso de jugo para darle un trago.

No sabía cómo sentirse con eso. En el fondo se decía que ese muchacho y él eran más parecidos de lo que creía, ambos abandonados, sufridos, maltratados, y con el dolor de la perdida de alguien preciado en sus vidas.

Flowers Of Love.Where stories live. Discover now