15. Gemelas Césaire

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—¿Y si entramos por la noche? —propuso Alya mientras nos miraba a todos con entusiasmo.

—No es mala idea —confesó Marinette, y la verdad estaba de acuerdo con ella.

Todos continuaron con el plan pero mi cabeza estaba inquieta, algo que no les había contado al resto era una declaración horrible de parte de mi padre que mi madre me hizo saber. Pero después de repasarlo en mi cabeza decidí mencionarlo, aunque fuese en privado.

—Alya debemos hablar —susurré en su oído, interrumpiéndola del tema anterior.

—Claro —respondió ella en voz baja y ambos caminamos hacia la habitación.

Alya entro y yo detrás de ella, empareje la puerta con silencio y me dispuse a hablar, ella se encontraba confundida aún, pero eso cambiaría pronto.

—Hable con mi madre y me contó algo horrible, la verdad es que yo no lo sabía, pero mi padre a tomado como rehén a varios niños de París y entre ellos a tus hermanas —hice una pequeña pausa mientras bajaba mi mirada con delicadeza, al ver de reojo a Alya pude ver que sus ojos café claro se cristalizaban—. Él mata a los niños si sus padres se rehúsan a obedecerle, y mientras tanto mi madre los cuidaba. Ella dice que se en cariño mucho con dos pequeñas, pues solían jugar con mi madre a ser Sapotis...

De pronto Alya rompió en llanto interrumpiendo lo que le contaba, me sentí obligado a abrazarla, sabía que era difícil para ella saber todo esto, pues eran sus hermanas menores y no podía estar con ellas.

Me aleje de ella un poco y la tome con fuerza de las manos, ella aun lloraba.

—Mi madre se encariño tanto que le prohibió a mi padre dañarlas. Las mantuvo ocultas en una de las habitaciones seguras de la casa todos estos años sin que mi padre lo notara —Alya levanto la mirada y me miro atentó, sus ojos destellaban cierto brillo que me llenaba de alegria—. Ellas están bien Alya —mencioné mientras ella ahora lloraba de alegría.

Alya se acercó más a mi y me abrazó con fuerza. De pronto un leve ruido proveniente del pasillo nos distrajo a ambos, pero al voltear no había nadie en la puerta, por lo que decidí cerrarla completamente.

—¿Cómo están ellas? —preguntó Alya algo nostálgica.

—Dice mi madre que siempre hablan de ti y de tu madre —mencioné. Una ligera sonrisa se dejo visible en los labios de mi amiga—. Mi madre preparo un plan para esta noche —Alya me presto toda su atención, ahora entendía cual era el real motivo de mi platica.

Después de explicarle a Alya el plan, decidimos ponerlo en marcha.

Al bajar Chloe ya se había ido y Marinette me esperaba para ir a casa de sus padres, a lo que dije que no, pues debía quedarme esa noche con Alya.

Después de varias excusas logre convencer a Marinette que se fuera al Hotel Le Grand París y que durmiera esa noche con Chloe, pues al irnos Alya y yo, Marinette permanecería sola y si ella iba a casa de sus padres estaría igual de desprotegida. Cuando Marinette se fue, Alya y yo esperamos la hora exacta y nos transformamos, pues mi madre se aseguraría de que las niñas estuvieran en la parte alta de la mansión a las doce en punto. Pues la parte alta de la mansión era la única que no contaba con alarmas, y para las doce mi padre consolidada el sueño profundo.

Rena Rouge y yo llegamos a la fortaleza Agreste, en donde sus hermanas nos esperaban con lágrimas en los ojos, al principio las niñas no entendían, y del tiempo largo que ambas estuvieron ahí se había acostumbrado al malo Chat Noir. Sin embargo, mi madre las convenció de que nosotros los llevaríamos a casa, pues Alya no podía darse el lujo de decirles su identidad en esta situación. Después de una corta despedida de parte de mi madre, Rena Rouge y yo llevamos a las niñas al refugio de Sabrina.

Yo me destransforme antes de entrar y las lleve adentró, pero Rena Rouge se quedo afuera y se destransformo después. Al entrar las lleve con su madre, quien ya estaba muy bien de salud, y segundos después llego Alya, quien las abrazo con todo el cariño que les tenia a ambas Sapotis.

Sabrina se ofreció a guardarles un lugar en el refugio, pues en casa de Alya sería muy inseguro con todo este plan que llevamos armando ya hace tiempo y estando con su madre estarían más seguras.

Al salir de ahí nos dirigimos a casa de Alya, ella dejo escapar ligeras lágrimas al destransformarse y después de un leve agradecimiento de su parte Alya se fue a dormir, pues me ofrecí para hacer la vigilancia, era lo menos que podía hacer por ella después de todo esto.

En Un Mundo De MaldadWhere stories live. Discover now