22. Marseille

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Sabrina la llevó de inmediato con los médicos en el segundo piso del Le Grand París. Alya no dejaba de llorar en el hombro de Nino y yo simplemente lloraba más que nadie, acababa de perder a mi madre y a mi padre por esta absurda batalla y no pensaba perder a Marinette ahora, ella es mi vida, mi familia, es sencillamente mi todo, y no podía permitirme perderla. Permanecí en el primer piso de lo que antes era el living y me senté a esperar noticias, pues nadie podía subir a verla.

Mientras tanto, la noticia de la derrota de mi padre corrió por París con velocidad, los que antes trabajaban para mi padre ahora eran libres y todos los ciudadanos salia a las calles a gritar <<Libertad de la Dictadura Agreste>> con gozo y esperanza, sin saber que la causante de toda esta alegría ahora estaba en riesgo de morir y dar su vida por ellos.

Horas después Marinette estaba inestable, pero viva. Su sangrado había parado y ahora solo les tocaba esperar a que se recuperara.

Pasaron horas, días, semanas... y todo cambió, París ahora comenzaba a ser lo que antes fue. Bourgeois ordeno la reconstrucción del lugar y lo mas importante, de los centros turísticos que por culpa de mi padre habían perdido fama. Sin embargo Alya y yo continuamos visitando a Marinette quien llevaba un mes en coma.

Al terminar la reconstrucción de las escuelas y los centros de salud, Marinette fue trasladada junto con todos los enfermos y los médicos entraron a sus antiguas labores de trabajo como solía ser. Ya había pasado dos meses y la noticia del huérfano Adrien Agreste se había viralizado en Francia. Mi tía, hermana de mi madre, me llamo una tarde, quería que fuera a vivir con ella en una ciudad muy lejos de París. Y después de discutirlo llegue a la conclusión de que debía quedarme en París, cosa que no la dejo muy contenta.

Paso una semana y mi tía llego de sorpresa a la mansión, Natalie quien se ofrecido a cuidarme desde hace ya tres semanas abrió la puerta encontrando a mi tía frente a ella.

Mi tía Adeline llegó con su abogado, lo cual me sorprendió mucho. Él hombre traía consigo mi custodia, la cual señalaba que mi tía era mi tutora legal hasta mi mayoría de edad.

—Tienes que empacar Adrien —mencionó ella con alegría, mientras que yo no podía ocultar mi tristeza ante la situación.

—Te dije que...

—Lose —interrumpió ella—, pero quiero que entiendas que es por tu bien —mencionó con una sonrisa de lado.

—Adrien ve a empacar —mencionó Natalie con su seriedad característica.

—Pero Natalie...

—Lo siento Adrien —interrumpió ella—, pero Adeline ahora es tu tutora legal y debes ir con ella, será lo mejor.

Mientras empacaba, miles de pensamiento inundaron mi mente y todos eran sobre Marinette. Ya casi se cumplía los tres meses y aun no había despertado del coma <<¿Qué pasara cuando despierte y pregunte por mi? ¿Y si no despierta nunca más?>> pensé, y en ese momento no pude evitar lanzar mi maleta al suelo dejando caer la poca ropa en su interior, estaba frustrado, molesto, triste y sobre todo decepcionado de mi mismo, por no haberla protegido antes. Me sentía impotente y no sabia como detener ese sentimiento que se acumulaba en mi pecho, yo era su familia y cuando despertara ya no estaría ahí, la dejaría sola y no se por cuanto tiempo. No quería irme, pero debía hacerlo, me obligarían de todas formas si me resistía, debía ser fuerte, y volver por ella.

Mi tía me dejo ir a verla antes de irme y al entrar a su habitación mis ojos se llenaron de lágrimas. Al ver sus ojos cerrados, su oscuro cabello negro y sus labios tan llenos de vida, supe que estaba bien, sabía que pronto despertaría, pero me dolía saber que no sería yo la primera persona que miraría al abrir los ojos. Le plante un suave beso en los labios y no pude evitar sonreír al hacerlo, pues parecía que lo sentía, parecía que sabía que era yo quien la besaba y cuando mi mirada bajo, una suave mano toco la mía con delicadeza, al verla, era ella quien me sonreía, al fin había despertado, y el ver sus ojos me llenaba de alegría y paz.

—¿Adrien? —mencionó ella aún débil

—¡Marinette! —la bese desesperado, y aun con poca fuerza Marinette respondió a mi beso.

Ella me sonrió con alivio, me miro a los ojos y me hablo con dulzura <<Te amo>> mencionó con esos labios rosados que me encantaban. Y cuando nuestras miradas se encontraban profundamente perdidas una de la otra una voz familiar interrumpió el momento.

—Adrien el avión no tarda en salir... —mencionó ella con apuro, pero se detuvo en seco al ver a Marinette despierta.

—¿Quién es ella? —Marinette estaba débil, pero en su rostro se notaba confusión.

—Es mi tia... —mencioné—. Marinette debo irme.

—Esta bien... ¿vendrás mañana? —mencionó ella con su dulce voz.

—No Marinette, no entiendes. Yo... —ella me miro atenta, temía que la noticia le cayera mal en esta circunstancia, pero no podía ocultarle algo así—, me voy a vivir con mi tía, y ella vive en Marseille...

—Adrien no te puedes ir, yo acabo de...

—Adrien el avión no tarda en salir —interrumpió Adeline.

—Lo siento Marientte —Marinette tenia lágrimas en los ojos, y antes de que pudiera decir más, plante un suave beso en sus labios y me marche de ahí escuchando sus gritos en el pasillo.

<<¡¡ADRIEN!!>>
...

En Un Mundo De MaldadWhere stories live. Discover now