Al acecho

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Hola ¿qué tal? Les traigo otro capítulo espero que les guste espero no se encariñen mucho con Golden

En fin me alegro que lentamente mi fic se esté conociendo gracias a todos por el apoyo

En fin me alegro que lentamente mi fic se esté conociendo gracias a todos por el apoyo

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Estaba parado en la puerta de la oficina de Golden, no quería entrar pero igual tenía que ganar su confianza. No podía llegar y matarlo, tenía que empezar una amistad, no llegar a ser mejor amigo pero al menos que lo considerara como uno.

Alzó su mano y golpeó la puerta con suavidad, ya sólo esperó que la voz de Golden le indicará que entrase.

— ¿Se te ofrece algo? — Preguntó sin quitar la vista de los papeles ya que no le importaba lo que le dijera, al momento de ver a Foxy entrar decidió volver a su trabajo. Hubiese actuado diferente si fuera uno de sus amigos, le prestaría atención.

— No, sólo quiero hablar contigo.

— Entiendo — Seguía sin verlo, era obvio que lo estaba ignorando -Tranquilo, respira... de nada te sirve actuar ahora- Cerró los ojos a la par que respiraba varias veces para calmarse, de una manera discreta.

— Sé que empezamos con el pie izquierdo y lo lamento — En ese momento logró captar la atención del rubio por unos momentos para luego regresar a su trabajo, organizando el restaurante mientras que su padre llegaba — Quería empezar de nuevo.

— Sabes que las primeras impresiones no se olvidan.

— Sí, pero podría hacer que cambies de opinión, no sabía que eras de las personas superficiales — Esta vez Golden estaba atento a sus palabras, colocando sus codos en el escrito y su barbilla en sus manos, a manera de meditación.

— Yo me guío por la primera impresión que tengo.

— ¿Así como te guiaste con Freddy creyendo que sería fácil? — Vio como fruncía el ceño.

— ¿De qué hablas?

— Estás paredes tienen oídos — Dijo alzando las manos a la par que una pequeña sonrisa aparecía en su rostro — Pero por el miedo a ti o a perder su trabajo no dicen nada, y créeme que son varios, me sorprende como Freddy no se ha enterado.

— No sabes nada.

— O tú eres el que no lo sabe — Ambos se recargaron en sus respaldos a la par que cruzaban los brazos.

— Entiendo, me echas en cara lo que hago.

— ¿Entonces lo hiciste? — Pero que estúpido, yo sólo quería comprobar si era verdad.

— Yo nunca dije eso.

— Pero si lo acabas de decir.

— Y qué si empecé así, cambié.

Mi PropiedadWhere stories live. Discover now