Capítulo Trece

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     Podría sonar un poco dramática pero realmente sentía como todo se había terminado para mí, todo se derrumbó

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     Podría sonar un poco dramática pero realmente sentía como todo se había terminado para mí, todo se derrumbó. ¿Cómo era posible, como Laín siempre se las ingeniaba para arruinar todo en mi vida?

Debía relajarme, inhalé y exhalé profundamente, no me debía alterar, viniendo de Laín no podía esperar mucho, él era muy bromista y esto capaz era solo eso, otra broma. -Piensa positivo Sofí- me dije a mi misma, -Él no sabe realmente tu secreto-

Apagué la computadora y me metí a la cama, todo iba a estar bien.

...

Cuando bajé las escaleras Laín se encontraba en la sala de mi casa hablando con mi madre y con mi padre, al acercarme la mirada de mi padre reflejaba mucho enojo mientras mi madre me miraba demasiado seria.

Laín sonreía con satisfacción, sin entender que sucedía me acercaba más a ellos para encontrarme con mi teléfono en la mesa y acto seguido mi madre me decía.

Lo hemos visto todo Sofía, absolutamente todo.

Desperté gritando y mirando a los lados, solté un suspiro, por suerte fue solo una pesadilla, me levanté rápidamente y abrí el correo, no tenía mensajes nuevos de Laín, tenía que apresurarme en ir a la librería antes de que pasara algo peor. Me cambié de ropa y bajé, mi madre me iba a servir el desayuno, pero le dije que tenía algo urgente que hacer a lo que respondió.

— No hay nada más urgente que el desayuno, así que siéntate. —ordenó.

— Quedé de verme con Laín mamá, él me está esperando—no debía mentir, pero en ese momento era mi único recurso y sabía que ella no se negaría a que fuera a verle.

— Oh, eso debiste decirlo antes, ve con el e invítalo a desayunar de paso. —dijo sonriendo.

Tomé mis cosas y salí de casa a toda prisa directo a la librería. No tardé mucho en llegar pues prácticamente me fui corriendo, fue como si hubiese corrido en un maratón, ya no tenía aire en mis pulmones y mis cabellos estaban todos despeinados.

Entré a la librería y el Sr. Norbert estaba en la caja, tenía mi celular encima del libro que Laín me había quitado, todo por un libro indirectamente nos habíamos involucrado. Me acerqué de inmediato y Norbert me dedicó una sonrisa, pero al ver mi aspecto se le desvaneció.

— ¿Estás bien? —preguntó con preocupación.

Asentí intentando sonreír esperando que me llegara el aire para hablar.

— Bueno aquí tienes Sofí. —dijo entregándome el celular. —Y Laín me dijo que te entregara el libro también, que él ya lo había terminado, te pido una disculpa por qué no te lo di en la fecha que te dije.

— No se preocupe —dije con dificultad.

El chico era una tortuga leyendo, y me parecía un poco extraño que de la nada lo hubiera terminado y me lo diera así sin más. Una vez que logré recomponerme por fin hablé.

— Disculpe que le pregunte, pero... ¿De casualidad Laín tomó mi celular?

— No para nada, yo lo mantuve conmigo todo el tiempo a excepción de un momento que lo dejé en la mesa, pero Laín no estaba cerca ¿Por qué la pregunta Sofí? —preguntó confundido.

— Simple curiosidad—respondí.

Le agradecí y salí de la librería antes que Laín se apareciera, al fin de cuentas yo había tenido razón, ese tipo no hizo nada más que gastarme otra broma, me alteré para nada.

Caminé unas cuadras más y entré a una tienda a comprarme una botella de agua, para mí desgracia Laín iba saliendo de esta.

— Nos volvemos a encontrar pequeña. —dijo sonriendo.

— Lamentablemente.

No dije nada más y le saqué la vuelta cuando me detuvo del brazo.

— Sobre lo de anoche... —antes de que pudiera decir algo más lo interrumpí.

— Sé que fue otra de tus bromas. —dije retirando su mano.

Cuando me disponía a seguir mi camino sus palabras me retuvieron.

— ¿Quién dijo que fue una broma?

Imposible. Tenía que serlo.

— Tú abuelo dijo que no te acercaste a mi teléfono que ni siquiera lo tocaste.

— Oh vamos, ¿en serio le creíste? Por favor pequeña, mi abuelo es una persona mayor, se quedó dormido y dejó tu celular al alcance de todos. —Era demasiado joven para ir a prisión, pero en esos momentos no dudaba en asesinar con mis propias manos a Laín—. Todos tenemos secretos Sofí—dijo acercándose a mi oído. —¿Quieres que te cuente los míos?

Lo empujé molesta.

— No me interesa saberlos, lo que quiero saber es si realmente lo viste ¿realmente lo sabes?

Asintió.

— Lo sé, y déjame decirte que no fue algo muy inteligente de tu parte dejar eso a la vista.

— ¿A la vista? Mi celular tenía contraseña, todo tenía contraseña, se suponía que nadie podía acceder. —dije apretando los dientes.

— Bueno yo no soy nadie, yo soy B'd Laín, nada es imposible para mí.—dijo cruzándose de brazos y guiñándome un ojo.

— ¡Tú no sabes lo que es respeto ni privacidad! ¿Acaso esas palabras no tienen significado para ti? —dije gritándole.

Laín guardó silencio y cambió su expresión, lo siguiente que dijo me dejó helada.

— Respeto...eso sentía hacia ti, ahora no sé con qué ojos mirarte pequeña, sabiendo de lo que eres capaz y lo que puedes llegar a ocultar.

N̶O̶ Apto para menoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora