Capítulo Uno

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Las vacaciones casi terminaban y era momento de volver a la rutina

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Las vacaciones casi terminaban y era momento de volver a la rutina. Todo salió de maravilla y por fin regresábamos a casa. Mi hermana menor logró quedar toda quemada por estar demasiado tiempo bajo el sol sin protección alguna, no era de extrañarse pues a una niña como ella todo le valía.

A pesar de que no sabía nadar mis padres nos llevaron a conocer el mar y me divertí mucho, pero realmente ansiaba regresar a mi hogar y al fin ya me encontraba ahí.

Las calles estaban muy solas, no era una ciudad muy concurrida y mucho menos en vacaciones, era una lástima ya que, aunque fuera un lugar pequeño había mucho para ver. Antes de tomar dirección hacia la casa le pedí a mi padre que parara en la librería La leyenda, era la única sucursal en el mundo. En ese lugar te lograban conseguir cualquier libro que no estuviera disponible en otra parte y no es que fuera un negocio sucio por así decirlo, al contrario, era algo cien por ciento legal.

El encargado era el Sr. Norbert era una persona mayor con su pelo totalmente blanco, usaba anteojos y se le dificultaba un poco el caminar, muchas veces me preguntaba cómo podía seguir llevando la librería. Lo consideraba como un amigo...bueno, más que eso era como si fuese mi abuelo.

Cuando me fui de vacaciones le dejé encargando el último libro de una trilogía que me fascinaba, lamentablemente no podía conseguirlo en otra parte así que tuve que recurrir a él.

Mi padre detuvo el auto mientras se bajaban él y mi hermana a comprar un helado, yo bajé a toda prisa y me dirigí a la librería, entré rápidamente y cuando Norbert me vio sonrió. Después me dijo.

- Pasillo 3, estantería 4.

Le devolví la sonrisa y corrí a toda prisa, ahí estaba mi preciado libro.

Alcé la mano para tomarlo, pero, para mi sorpresa, al mismo tiempo otra mano lo sostuvo.

Levanté la cabeza y me encontré con un chico que me miraba fijamente.

- Oh perdona, este libro ya está apartado.- dije de inmediato.

- ¿En serio? - me preguntó fríamente y sin cortesía alguna -. Yo no vi que estuviera apartado- al decir la última frase hizo unas comillas con sus dedos.

Solté un suspiro, no tenía por qué ser grosero.

- Mira amigo sé que no estaba apartado pero este libro está aquí gracias a mí- dije jalándolo, pero él no lo soltaba - . Llevo esperando todas las vacaciones para poder tenerlo.

El chico simplemente me miró sin expresión alguna.

Estuvimos unos minutos así, no parecía tener intención de dármelo y sé que no era correcto lo que diría, pero debía hacer lo imposible porque lo soltara.

- Veras, te cuento, tengo una hermana muy enferma que ansiaba leer este libro, la verdad es para ella. Si fueras tan amable de dármelo- mentí poniendo una cara triste.

N̶O̶ Apto para menoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora