Capítulo Dos

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Aunque aún faltaba una semana para regresar a clases y no tenía la necesidad de despertarme temprano, a pesar de ello lo hice

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Aunque aún faltaba una semana para regresar a clases y no tenía la necesidad de despertarme temprano, a pesar de ello lo hice. Programé el despertador a las 7:45, quería ir a la librería lo más temprano que pudiera para arreglar el asunto con aquel muchacho.

Lo primero al despertar fue agarrar mi laptop y fijarme en mi correo, tenía algunos que no eran importantes y otro más de aquel tipo. Sin pensarlo ni un momento lo eliminé de inmediato para que no me diera curiosidad de abrirlo, me bañé lo más rápido posible y para las 8:30 ya estaba de camino.

Cuando algo me molestaba mi carácter era horrible, un tanto explosivo sabía que tenía que comportarme de una manera decente, pero temía que estando ahí me alterara y las cosas se salieran de mi control. Tal y como había sucedido el día anterior.

Caminé varias cuadras y antes de llegar me paré a comprar un café para tranquilizarme, sabía que normalmente eso no servía para ello, pero por alguna extraña razón a mí me ayudaba, me relajaba.

Antes de entrar a la librería me fijé, pero no vi a nadie detrás del mostrador, abrí la puerta con decisión y me acerqué, fue cuando para mi desgracia vi a ese chico que estaba sentado leyendo el libro despreocupadamente.

Ya con solo ver eso me molesté, el notó mi presencia de inmediato, bajó el libro y me sonrió.

— Hola Sofí, buenos días, dime ¿en qué te puedo ayudar? —preguntó burlonamente.

— Tú... ¿tú que estás haciendo aquí? —pregunté casi gritándole.

El chico se encogió de hombros.

— Pues Norbert es mi abuelo, me mudaré unas semanas aquí, estaré trabajando con él, ayudándole en la librería.

Me quedé quieta intentando asimilar sus palabras.

— Entiendo, ¿y entonces crees que por ser nieto del dueño de la librería eso te da el derecho a no respetar la privacidad del cliente?

El chico me sonrió divertido, la sangre me hervía por dentro, pero debía controlarme. En algún momento haría que ese tipo se arrepintiera de eso.

(Consejo número tres: La venganza nunca es buena, pero si tienes a un tipo castroso como el adelante hazle sufrir.)

— Además, ¿Que estabas haciendo en la madrugada en mi casa? ¿Qué sucede contigo?

El chico se enderezó y entrecerró los ojos.

— Yo no fui a tu casa en la madrugada... ¿Crees que estoy loco? Lo más seguro es que te guste tanto que hasta me alucinaste. —al decir esto me guiño un ojo.

Ignorando por completo lo que dijo me acerqué lo suficiente para ver si el libro estaba en un sitio seguro y al percatarme de que así era le sonreí. La sonrisa más falsa que he puesto en mi vida.

N̶O̶ Apto para menoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora