Capítulo Veinte

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   Solía reírme en los momentos menos oportunos, y este era uno de ellos

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   Solía reírme en los momentos menos oportunos, y este era uno de ellos. Reí y no hice nada más que eso. Laín solo me miraba sonriendo también.

— ¿Qué es tan gracioso Sofí? — preguntó.

— Realmente estás loco, no aguarda...no sé si haya una palabra más fuerte para describirte. Ah sí, estás enfermo. Está bien que estoy desesperada, pero... ¿realmente creíste que llegaría al extremo de hacer eso contigo?

Laín se levantó de la silla y empezó a caminar.

— Claro, no le veo nada de malo a lo que te estoy pidiendo. — dijo encogiéndose de hombros.

— ¿Es en serio? ¿No te parece acaso que el pedirme que me acueste contigo está mal? — pregunté mirándolo fijamente.

Empezó a negar riéndose.

— Es algo normal...claro, depende del punto en que tu lo veas o lo llegues a entender...creo que tu pervertida mente imaginó cosas que no eran.

— ¡Quieres tener sexo conmigo, claro que no imagine mal! — grité.

Laín se llevó la mano al pecho como ofendido.

— Que indignado me siento al saber que piensas que yo te pediría tal cosa, eres una chica deseable eso lo debo admitir, pero te repito...creo que tu pequeña mente pervertida anda pensando en cosas que no son.

¿Qué era lo que estaba pasando? No entendía nada, no entendía que era lo que me estaba pidiendo entonces.

— ¿Exactamente a que te refieres con acostarte conmigo?

—Simple: Tú, yo, tu cama, una colcha calentita durmiendo juntos...

— ¿Dormir? ¿Quieres solo dormir conmigo? — pregunté más confundida.

— Por supuesto. — respondió.

— Siempre hablas en doble sentido en todas las cosas que dices, y lo que ahorita dijiste bien se malinterpreta Laín.

— O es que quizá es lo que más deseas y por eso lo pensaste pequeña.

Lo miré seria.

— No te negare Sofí qué si quiero tener algo contigo, pero yo no te obligaré en cuanto a lo sexual a que estés conmigo, cuando llegue el momento tu sola vendrás a mi...— antes de que pudiera seguir hablando lo interrumpí.

— Entonces porque me dijiste de que era algo no apto para menores si realmente no tenía nada de malo lo que ibas a pedir...— eso no me quedaba claro.

— Veo que no prestas mucha atención a lo que te digo— dijo sentándose de nuevo— . Bien te dije que no podía ser muy explícito ya que las paredes escuchaban y tenía que esperar para contarte todo...

Coloqué mi cabeza en la mesa y solté un suspiro, ese chico me estaba matando, jugaba con mi mente a placer.

— ¿Al final de cuentas pedirás algo así? — pregunté— . Y tú sabes bien de que estoy hablando.

— Solo te diré que cuando llegue el momento tu sola lo desearas...créeme. — dijo guiñándome el ojo.

— Esto es absurdo, es imposible, no puedes pedirme dinero mejor, algo más simple para los dos. — dije como una opción.

— No ocupo dinero, pequeña...además eso le quitará diversión al asunto.

Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro.

— Perdón, pero el único que se divierte aquí eres tú. — dije con sinceridad.

— Es porque ni siquiera hemos empezado pequeña, lo que te negabas a hacer con el paso de los días lo disfrutarás.

Negué.

— Eso lo dudo, pero... ¿Mantendrás la boca cerrada si accedo a solo dormir contigo? — pregunté mirándolo fijamente.

— Por supuesto, pero quiero que entiendas una cosa Sofí, no solo te pediré eso...esa cosa solo será el comienzo de nuestra aventura. — dijo guiñándome el ojo.

Sin decir nada me dirigí a la puerta esperando que Laín la abriera, en cuanto lo hizo salí de ahí. Empecé a caminar directo a mi casa, tenía que aclarar y despejar bien mi mente, debía hablarlo con alguien sin exponerme en tener que contar lo que yo ocultaba, no me quedaba más remedio que contarle las cosas a Lis.

Saqué mi celular y le marqué pidiendo que nos viéramos en una cafetería que estaba cerca, sin poner, pero alguno accedió y me dijo que la esperara unos minutos mientras el camión pasaba. Llegué yo primero y me senté en una de las mesas que estaban al fondo, aun no estaba del todo segura si era una buena idea hablarlo con mi amiga, pero ya no sabía qué hacer.

Una vez que llegó y después de ordenar algo empecé a hablar.

— Estoy metida en un problema.

— Cuenta. — dijo simplemente.

Y fue entonces que empecé a contarle todo, desde el momento que conocí a Laín, la forma en que lo había hecho, los mensajes, los correos, las peleas, las salidas, todo...absolutamente todo, omitiendo claro mi preciado secreto.

Antes de proseguir llegó lo que pedimos, ella pidió donas de chocolate con una malteada al igual que yo, mi amiga escuchaba atentamente mientras se comía una dona.

— Y todo eso pasó en estas semanas wow, vaya intensidad del chico, antes de proseguir quiero preguntar... ¿por qué me mentiste diciéndome que era gay y todo lo demás?

— Simplemente quería que te mantuvieras alejada de él. — respondí.

Lis se empezó a reír.

— Sofí, sé que sonara insano, pero bien sabes que me atraen los chicos como Laín y ahora con esto que me cuentas sabes que es imposible que lo deje ir ¿verdad? — le dio otra mordida a su dona y habló con la boca llena— . La cosa funcionará así, él te perseguirá a ti y por lo tal yo a él...no se librará de mi, así como tú no te libras de él.

Creo que había sido una mala idea haberle contado eso.

— Ahora bien, en cuanto a tu problema bien puedes contarle a tu madre, estoy segura de que ella lo resolverá. O bien podrías voltearle el juego, el sabe algo de ti que no quieres que nadie sepa, tú deberás averiguar algo de él que no quiere que nadie se entere y entonces así estarán a mano.

Me quedé pensando un momento.

— Conociendo a Laín no hay nada que pueda usar en su contra. — dije.

Lis le dio otra mordida a su pan y negó.

— No te confíes Sofí, todo mundo siempre tendrá algo que ocultar, un punto débil por así decirlo. Laín no será la excepción, el mismo te lo dijo, todos tenemos algún secreto...además me tienes a mi amiga, yo te ayudaré con esto.

Tomé un sorbo de malteada y miré a la nada. Estaba mal, no podía seguir el juego de Laín, pero mis alternativas se iban agotando, ahora estaría más cerca de él para descubrir su punto débil y para hacerlo debía aceptar lo que había pedido. Tendría que dormir con él. 

N̶O̶ Apto para menoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora