Capítulo Diecinueve

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 Esas cuatro palabras que salieron de su boca me dejaron helada

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 Esas cuatro palabras que salieron de su boca me dejaron helada. Inmediatamente mi mente empezó a imaginar miles de cosas, Laín me sonrió y guiñándome el ojo se alejó de ahí.

Quería preguntarle a que se refería con eso de que era algo << No apto para menores>> pero ni siquiera podía articular palabra alguna y cuando reaccioné él ya se había ido. Lis llegó en ese momento y me miró de arriba abajo, luego dirigió su mirada hacia dónde yo estaba viendo.

— ¿Hablaste con Laín, pasó algo? —preguntó entrecerrando los ojos.

Negué.

— ¿Estás segura? La rojez de tu cara dice lo contrario.

¿Cómo decirle? ¿Cómo contarle a mi amiga en el lío que estaba metida?

Tuve que obligarme a mí misma a hablar.

— Estoy cien por ciento segura, no pasó nada. Ya vámonos. —dije tomándola del brazo y saliendo a comer.

Por si fuera poco, en el descanso Laín decidió ponerse en el mismo lugar donde nos encontrábamos nosotros, podía sentir su mirada a mis espaldas, tenía que ponerme alerta de que Lis no notara que me miraba pues si no me seguiría cuestionando y era lo que menos deseaba.

Averiguaría a que se refería Laín con lo que me había dicho hacia un momento, evitaba a toda costa que mi mente imaginara cosas subidas de todo pues quizá el no se refería a lo que yo pensaba...o al menos eso quería creer.

Entramos de nuevo a clase y el resto de la mañana se pasó más lento de lo que hubiese querido, cuando llegó la hora de salir mi padre ya estaba esperándome, me despedí de Lis y me subí al auto.

— ¿Cómo te fue Sofí?

— Bien. —respondí simplemente.

Al llegar a casa subí rápidamente a mi habitación, agarré mi celular y empecé a buscar el número de Laín, no había podido hablar con el de nuevo así que ahora tenía que mandarle un mensaje. Lamentablemente el número ya no lo tenía, ya que siempre lo había bloqueado o eliminado, lancé una maldición y me dejé caer en la cama cubriéndome la cara con el cojín. Fue entonces que recordé que dos personas conocían el numero de Laín; mi mama y mi hermana.

Aquí la cuestión era saber cómo se los podía pedir sin que se imaginaran cosas que no era, por ejemplo, que me interesaba él.

Me levanté de la cama y salí de mi habitación dirigiéndome al cuarto de mi hermana, abrí la puerta, pero ella no estaba y tampoco obviamente su celular. Bajé rápidamente y mi madre estaba en la cocina partiendo fruta, siempre se la pasaba metida ahí, empecé a buscar con la mirada su celular, pero no lograba ver donde lo tenía. Mi padre se acercó en ese momento y me dio un apretón en el brazo y un beso en la sien, al momento de hacerlo me dijo sin que mi madre escuchara.

N̶O̶ Apto para menoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora