4| Llamada noctámbula

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La semana paso deprisa y para Jason fue una completa revelación. En todos aquellos días, (días en los cuales fue a casa de Billy después de los entrenamientos), se dio cuenta de que el rubio le agradaba. No tenían muchas cosas en común, pero Billy era tan ocurrente y divertido que lograba hacer que Jason se olvidara de sus problemas al menos por un par de horas. Así que ese día, cuando por fin entregaron la tarea de literatura, una sensación agridulce le invadió el pecho y esa sensación lo acompaño todo el camino de regreso a casa.

Ese día no iría a casa de Billy, ya no tenía ningun motivo para hacerlo y eso le decepcionaba, aunque no sabía porque.

La casa de los Cooper era enorme, contaba con tres plantas y un enorme jardín trasero. A Jason siempre le pareció marvillosa pues era elgante y de buen gusto. Sin embargo en las últimas semanas ya no le gustaban tanto, era como si la grandeza de la casa equivaliera la vacío que sentía en su interior.

El capitán aparco su auto en el espacioso garage  y entró a la casa con el mayor sigilo posible. Eran cerca de las seis de la tarde y probablemente su madre no estuviera en casa, pero de igual manera no quizó arriesgarse a topársela por ahí, pues lo único que quería en ese momento era llegar a su habitación y estar a solas.

Afortunadamente no se topo con nadie en su camino por las escaleras al segundo piso.

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Si es que Jason había logrado relajarse en su habitación, eso terminó cuando lo llamaron para la cena. Se encontraba en la enorme mesa del comedor. Su padre estaba en un extremo y su madre en el otro, lo que lo dejaba a él en el medio, lugar en el cual podía apreciar las miradas de desprecio que se lanzaban. El ambiente era tenso y Jason sentía que en cualquier momento algo malo sucedería, ni siquiera era capaz de comer con tranquilidad,  parecía que la comida permanecía atorada en su garganta.

—¿Cómo va la escuela?— La voz gruesa de su padre lo hizo dar un respingo y tardo un par de segundos en darse cuenta de que le hablaba a él.

—Ha ido bien, como siempre.

Su padre asintió y siguió degustando su comida con el semblante serio. Joseph Cooper era un hombre alto y gallardo, cabello castaño y ojos grises, justo como Jason. Joseph era un hombre que destilaba autoridad y su semblante serio lo hacia parecer inaccecible, incluso para su propio hijo.

—¿Ya decidiste si aceptaras la beca que te ofrecen en Carolina del Norte?

Y Jason se tenso automáticamente. En los últimos meses, Jason había tratado de no pensar demasiado en su futuro, era algo que lo confundía y lo frustraba. Que su padre sacara el tema, lo ponía demasiado nervioso.

—Aun no me decido— confesó.

—¿y qué esperas?—gruñó el hombre—Sabes que no tendrás una mejor oferta que esa.

Y Jason lo sabía. Entendía que recibir una beca deportiva por parte de una prestigiosa universidad no era algo que sucediera todos los días, pero no estaba seguro de querer algo como eso...vamos que ni siquiera estaba seguro de querer  seguir con el futbol a nivel escolar, no digamos a nivel universitario.  La sola idea de que su vida se basara únicamente en el futbol, le revolvía el estomago.

—Lo sé papá—dejó la cuchara de lado, el hambre se había esfumado por completo. —Pero me gustaría explorar otras posibilidades...

—¿Otras posibilidades?— se burlo el hombre— Ahora solo falta que me digas que quieres estudiar leyes, eso sería ridículo.

Jason abrió la boca para replicar, pero su madre le robo la palabra.

—¿Ridículo?—Bufó Amanda Cooper, una mujer esbelta y de una belleza elegante. Sus ojos azules brillaban con desdén. —Estudiar leyes es una grandiosa opción, en todo caso es mejor eso a que se pase toda la vida corriendo detrás de una estúpida pelota.

La suerte del capitán (Suerte #2)Where stories live. Discover now