8| Visita

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La casa de los Cooper era bastante grande. Billy creía que era incluso más grande que la de Max y eso ya era mucho decir.

La enorme casa tenía tres pisos y un jardín delantero bastante extenso, lleno de flores, en su mayoría rosas. Una sonrisa se formo en sus labios al imaginar la cara de fascinación que pondría su madre si viera aquel lugar, era como sacado de un cuento de hadas. Pero como no estaba ahí para admirar el lugar, se encamino hacia la puerta principal. La puerta enorme de madera lucia intimidante y más con aquel llamador metálico en forma de mano que pendía en el centro. Estaba frío al contacto, aun así lo hizo golpear contra la superficie, casí esperaba escuchar un eco recorrer por todo el interior, claro que no escucho nada de eso.

Un par de minutos después, la puerta fue abierta por una alta mujer de cabello castaño y ojos azules, ella lucia muy elegante y también arrogante.

—¿Puedo ayudarte?— preguntó la mujer con voz distante.

—Buenas tardes, me llamo Billy Tucker y he venido para ver a Jason— la mujer arrugó el entrecejo no muy feliz — Hable con él esta mañana y me dijo que estaba bien si venía.

La mujer suspiró y asintió haciendose a un lado para dejarle entrar. Billy casí silba de la impresión al ver el enorme espacio que había frente a él.

—¿Eres amigo de mi hijo?— preguntó la señora de la cual aún no sabía el nombre.

—Si— Billy sonrió ampliamente, pues una semana atrás hubiera negado ante esa pregunta.

—Bien.

La mujer apretó los labios y le dio una mirada a la vestimenta del rubio. Y Billy lo supó de inmediato, no le agradaba. Quizá le parecía demasiado ordinario como para ser amigo de su hijo o tal vez no le gustaba su forma de vestir. Se dió un repaso mental, llevaba una camisa blanca, jeans azules rasgados en las rodillas, botas negras, una gorra azul con la vicera hacia atrás y su mochila  en la espalda, nada mal ¿cierto?

—¿Entonces, puedo verlo?— preguntó un tanto impaciente pues lo único que quería era ver a Jason, no pasar por todo un proceso de verificación.

—Claro...— la mujer le dio una última mirada—sígueme.

Se dió la vuelta y lo guió por la elegante casa hasta llevarlo a unas escaleras que daban al segundo piso. Billy miró sorprendido aquella escalera pues la baranda era de cristal y le dama miedo caer, porque si había algo a lo que le temía con todas sus fuerzas era a las alturas, simplemente las detestaba.

Cuando llegaron al segundo piso, la madre de Jason se detuvó y se giró para verlo.

—La habitación de Jason es la segunda del lado izquierdo— informó— Veras, yo debo salir por un momemto así que te pidó que cuides de mi hijo y...siéntete como en casa.

—Claro, gracias.

—Solo una cosa más, no hagas que se esfuerce demasido, tiene que descansar lo más que pueda.

—Entiendo...

—Bien...

Billy paso por un lado y se dirigió hacia la habitación indicada. No volvió la vista para asegurarse si la madre de Jason seguia ahí, francamente no le importaba.

Se paro frente a la puerta que era de color café claro y dió un par de golpecitos antes de abrirla lentamente.

—¿Hola?— preguntó en tono suave —¿Puedo pasar?

—¡Billy!

Su vista automáticamente  viajo hasta la cama que descansaba en medio de la amplia habitación. En ella se encontraba acostado un palido Jason. Pero aun con su palidez y las ojeras que rodeaban sua ojos grises...Billy se sintió abrumadoramente aliviado y feliz de verlo.

La suerte del capitán (Suerte #2)Where stories live. Discover now