La leyenda de Oh Sehun [HunHanAU!]

☠ Susto Cuatro

Bloodborne  Soundtrack

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Luhan trataba de no llorar al momento de sentir que se le baja la presión, su visión era completamente borrosa y no podía enfocar nada por más que entrecerraba los ojos para poder ver en dónde se encontraba. Un chillido bastante molesto retumbaba en sus oídos como si estuviera a punto de sangrar a causa de ello, cerrando los ojos en fragmentos de tiempo para soportar el ruidoso chillido que se prolongaba en su cabeza. Su cuerpo dolía y ni siquiera podía moverse para saber la razón del porqué se encontraba así.

Cuando su presión comenzaba a regularizarse gracias a las respiraciones profundas y al tiempo que transcurría en esa misma posición, pudo darse cuenta de que estaba amarrado con ramas de árbol con espinas, siendo demasiado extraño porque al parecer podían moldearse y curvearse perfectamente a su cuerpo como para poder amarrarlo con fuerza. Luhan no podía hacer mucho por sí mismo, si trataba de safarse era claro que las espinas de las ramas rasgarían su piel más de lo que ya estaba raspado.
Sus brazos estaban llenos de pequeños raspones, varios de ellos profundos por la manera en la que se mostraba salir sangre de ellas. Lo mismo pasaba con su cuello y estaba seguro que también sus piernas por tener el pantalón rasgado y el casi inexistente ardor que sentía en éstas.

No sabe qué hora son ni cuantas horas estuvo inconsciente, pero al parecer aún era de noche porque estaba muy oscuro el cielo. Con lo poco que alcanzaba a ver, sólo podía apreciar cientos de arboles enormes y mucho pasto. Cuando volteó hacia la derecha suya, frunció el ceño al desconocer lo que estaba ahí a lado suyo. 

— ¿Qué mierda...? — murmuró para si mismo tratando de enfocar lo que estaba ahí. — ¡Joder! — gritó cuando vio cinco o seis cuerpos en pedazos uno arriba de otro cual pequeña montaña. Llenos de sangre, partes de extremidades por doquier y animalitos deambulando por ellos. Las ganas de vomitar de avecinaron, teniendo una horrible sensación en su estómago y su garganta. 

Luhan volteó hacia otro lado tratando de calmarse, se sentía muy débil y el miedo comenzó a invadirlo. Él no quería terminar como esos cuerpos y el escapar de esas asquerosas ramas amarradas a su cuerpo era lo único que podía ayudarlo a salir de ahí. Estaba harto de estar en ese bosque, pues lo único que ha estado encontrando son restos de fallecidos, sangre y olores repugnantes, una maldita sombra de ojos brillantes y mucho daño físico en su cuerpo.
Sabía que esa sombra estaba causando todo eso tanto en él como el ser culpable de la muerte de todas esas personas.

De pronto, las voces de sus compañeros resonaron en su cabeza, y aunque no quisiera aceptarlo, probablemente ahora tenían un poco más de sentido.

Luhan se quedó mirando las espinas, eran muchas y grandes. Iba a cometer una gran tontería cuando una idea surgió por su cabeza y aunque era demasiado loco y arriesgado para cualquiera, era la única forma para escapar. Respiró profundo para tomar valor y de un sólo movimiento estiró su brazo izquierdo.

— ¡AAHH! — Gritó a los cuatro vientos desgarrándole la garganta y lagrimear a los costados de sus ojos cuando su cabeza se hizo para atrás a causa del enorme dolor que sintió al momento de que las espinas atravesaron con rapidez su piel. Su brazo ahora estaba completamente cubierto de su sangre y ardía como las llamas del infierno.
Apretó sus labios para evitar llorar o quejarse del dolor y se quedó quieto por un momento para poder deshacer el agarre en el otro brazo, esta vez, con más cuidado ahora que tenía la zurda desamarrada.
Hizo caso omiso a la sangre escurrir y el ardor de su espalda que sentía desde que esa cosa oscura le rasgó con sus uñas profundamente hasta dejarle tal vez con cicatriz de por vida. Una vez sintiéndose mejor con lo que acababa de hacer, llevó su mano zurda a quitar con mucho cuidado las ramas con espinas de su derecha para procurar no volverse a cortar con ellas, tomando su paciencia y haciendo que el tiempo avanzara sin detenerse.