Mallorca

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Hooolaa! He vuelto. Sí, yo creo que muchos ya sabéis hacia dónde va a ir la historia y bueno gracias por el apoyo y espero que este capítulo os guste mucho. Intentaré subir con la frecuencia con la que estoy haciendo más o menos hasta la segunda quincena de julio y a partir de ahí haré lo que pueda. ¡Disfrutaad!

Aitana

El vuelo hacia Mallorca salía desde El Prat a las 9:55. Llevábamos en el aeropuerto desde las ocho de la mañana y no me cabía más emoción en el cuerpo. Después de acabar la Selectividad.. PAU... EVAU... EBAU.... Bueno, eso, necesitábamos un respiro para evitar pensar en los exámenes y dónde se quedarían nuestras carreras después de la nota que tuviéramos.

Arnau, Anna y yo buscábamos entrar en la misma carrera, sólo que yo había optado por estudiar en Madrid. Mis padres estaban conformes, y era algo que había soñado desde siempre. Barcelona era también buen lugar, pero Madrid tenía algo que me atraía, a terminar allí. Sólo lo sabían mis padres. No sabía cómo decírselo a Vicente.

Aparté esos pensamientos de mi cabeza mientras nos dirigíamos hacia el interior del avión desde la puerta de embarque. Anna y Arnau estaban casi igual de emocionados que yo. No les podían faltar cámaras de fotos, como a Kevin. Una clase de artes tiene que llevarse el arte allí donde va.

Nunca he sido muy buena con las cámaras de fotos. la verdad es que más allá de la música y la pintura pocas cosas habían llamado la atención. Pero Kevin había insistido en matar el tiempo dentro del avión enseñándome a usarla.

Cuando llegué en primero de Bachillerato al instituto no podía estar más incómoda. No era sólo una clase nueva, sino también un instituto nuevo y un pueblo nuevo. En Sant Climent no ofrecían esta opción, así que acabé estudiando en Viladecans. Anna y Kevin fueron los primeros en acercarse a mí y, después del viaje a Estados Unidos, Arnau y yo también nos volvimos inseparables.

- ¿Qué vas a hacer al final el año que viene?- me preguntó Kevin. Era el único que sabía que mis intenciones eran irme a Madrid.

- Supongo que lo que te conté.

- ¿Vicente lo sabe?

- Sólo lo saben mis padres y tú.

- ¿Y cuándo piensas contárselo?

Me encogí de hombros. No lo sabía. Tal vez en el viaje a Portaventura que haría ese verano con Adrián y su novia. Mataba dos pájaros de un tiro contandoselo a Vicente y mi mejor amigo a la vez.

- ¿Habías estado alguna vez en Mallorca?- dijo Kevin. Noté que había cambiado de tema cuando me había empezado a sentir incómoda y sonreí en modo de agradecimiento.

- Sí, con mi familia, pero claramente no es lo mismo.

- Osea, que del turismo nocturno me encargo yo- bromeó, guiñandome un ojo.

Le di un suave golpe en el hombro mientras me reía y cada uno se puso a lo suyo. Ya llevábamos 20 minutos de vuelo con la cámara de fotos y quedaba la mitad. Arnau, al otro lado, llevaba un rato dormido. Kevin se puso los cascos y siguió los pasos de Arnau y yo mientras saqué la libreta y me puse a dibujar.

Esos veinte minutos no pude parar de crear formas, aunque tampoco se me diese muy bien. Mis padres insistían en que les encantaba, pero yo creía que tampoco era para tanto. Me pasaba lo mismo a la hora de cantar. La música y la pintura llenaban mi vida y no necesitaba nada más, ni si quiera que se me diese muy bien, pues ya hacerlo me hacía feliz.

- Ese me encanta- dijo Arnau, que se había despertado hacía dos minutos y se había quedado mirando cómo dibujaba a un chico- ¿es alguien en especial? A Vicente no se le parece.

- No, no es Vicente- me reí- no sé, es un chico que me encontré en la calle- mentí.

- Pues para verle sólo unos minutos te has quedado muy bien con los rasgos.

- Sabía que después intentaría pintarle. Ya sabes que yo busco modelos- bromeé.

- Ya te vale, teniendo modelos a tu alcance- dijo señalándose- te dedicas a pintar desconocidos.

- Te prometo que en este viaje te dibujo, Arnau. Pero sólo si me dibujas antes.

La charla no duró mucho más, pues el avión aterrizaba en el aeropuerto de Palma de Mallorca. Salimos los quince que habíamos acordado hacer el viaje juntos y fuimos directos desde el aeropuerto al hotel. Siendo una isla, las distancias eran bastante cortas.

El hotel estaba cerca de la punta des Gas, por lo que no quedaba muy lejos del puerto y el ambiente pero estaba muy cerca de la playa. Lo tenía todo para unas buenas vacaciones. Yo dormiría con Anna, en la habitación de al lado de la de Kevin y Arnau. El resto de mis compañeros estaban también cerca, pero era un suspiro pensar que tenía al lado con los que mejor me llevaba.

Fue dejar las maletas y salir corriendo a la piscina, para aprovechar y darnos el primer baño. Anna y yo nos echamos mucha crema, pues conociédonos teníamos todas las papeletas para ser las primeras en quemarnos. A pesar de eso, era consciente de que me quemaría de todas maneras, porque no había crema en el mundo que evitara que mi piel tomara un tono cangrejo las primeras horas de exposición al sol.  

- Esta noche superfiesta- comentó Anna. Yo asentí.- Tengo ganas de salir. La EBAU me ha dejado completamente saturada.

- Hemos salido poco de casa, sí.

- ¿Vicente se ha ido también de viaje?

Me maldecí por haberle mencionado tanto durante todo aquel año.

- Se irá en unos días, con los de su clase.

- Me alegro un montón.

El resto del día lo pasamos entre la piscina y la playa, disfrutando del buen tiempo de esa zona. Para las siete de la tarde, fuimos a las habitaciones. Anna decidió ir a comprar mientras yo me duchaba y cantar tranquilamente mientras dejaba que el agua cayera. Aquello sí que era tranquilidad.

Kevin, ansioso por hacer fotos antes del anochecer, llamaba a nuestra puerta insistentemente mientras nosotras nos terminábamos de cambiar y maquillar para esta tarde y esa noche. Cerca de las ocho y media salimos los tres acompañados de Arnau a la playa.

Kevin era un genio para las fotos. La verdad es que se le daban bien. Mucha gente le pedía que les hiciera fotos y que a mí me las hiciera gratis y porque él quería era casi un milagro. Aaron, otro chico de nuestra clase con el que también nos llevábamos muy bien, nos acompañó.

Terminamos a eso de las nueve menos cuarto, justo a tiempo para darnos un paseo y cenar. Iríamos al Hard Rock Café, en el puerto principal de Mallorca, así que teníamos una media hora de paseo.

- Luego sé de un sitio muy guay para irnos de fiesta- comentó Kevin.

- Ibas muy en serio con lo del turismo nocturno, ¿eh?- bromeé.

- Hay ganas de fiesta, sí- dijo Aaron.

Estábamos llegando al puerto, cuando en uno de los paseos de la playa vimos a un chico con una guitarra y cantando, acompañado de otra chica que le grababa mientras. Era una canción preciosa, Dancing on my own. Y no lo hacía mal, dándole un toque diferente con su voz rota y sus giros. Daba la sensación de que era andaluz, aunque se le veía un poco serio.

No fue hasta que pasamos por delante, pues Aaron quería dejarle unas monedas, que me di cuenta de que en realidad era el chico contra el que me había chocado en mi graduación. Me frené para mirarle. Entonces me miró. Él no pareció reconocerme, pero sí cantaba mirándome.

El resto de mis amigos, como habían visto que me había parado me acompañaron, aunque yo en ese momento no era del todo consciente. El chico acabó la canción, sin dejar de mirarme, hasta que el último aliento de la guitarra sonó. Entonces rápidamente se movió hacia la chica que le había estado grabando. Se miraban y reían y se pusieron a recoger el micrófono y los altavoces que habían montado.

Entonces seguí hacia delante. Cinco minutos después llegamos al Hard Rock y cenamos como nunca. A eso de las doce, para cuando habíamos terminado, nos fuimos a una discoteca, a olvidar y pasar la primera gran noche de aquel viaje 

Con tu mano me vuelvo a levantarWo Geschichten leben. Entdecke jetzt