Despedida

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Estoy haciendo lo que puedo por escribir con frecuencia. Creo que a partir de ahora habrá siempre capítulo los martes y si hay tiempo algún otro capítulo a lo largo de la semana. Es lo que tiene segundo de bachillerato. Luis ha vuelto, al menos por el momento. Gracias por leer y comentar. Os leo!

Cepeda

- Hola Aitana. ¿Qué tal todo?

- Bien, bueno, estaba con mi compañera de piso y su novio. ¿Tú qué tal?

- Perdona por molestarte.

- ¡No lo haces! Cuéntame.

Tenía tantas ganas de decirle que necesitaba verla, que necesitaba que se fuera de Barcelona para que viniera a Madrid, a pesar de que todavía estaba en Ourense con mi familia. Pero lógicamente, no me atrevía.

- Bien, con mis padres. Disfrutando de ellos unos días antes de volver al trabajo.

- ¡Es verdad! ¿Cuándo empiezas?

- A principios de septiembre. Más o menos como tú la universidad ¿no?

- Hasta mediados nada, pero ya me he instalado para hacerme a la idea. Bueno, te tengo que dejar. Luego hablamos por mensaje si te apetece ¿vale?

- Genial. Adiós Aitana.

- Adiós Luisin.

- Quérote- dije, una vez comprobé que la línea se había cortado.

Suspiré y dejé el teléfono en la mesilla. Bajé de nuevo, con Roi y mis padres, que estaban hablando, como llevaba siendo costumbre estos días después de la cena. 

Roi no había podido ser mejor compañero de viaje. Pasar esos días solo con mis padres había sido duro, después de haber dejado a Graciela. Él no había dejado de animarme, aunque más que con palabras con su apoyo estos días. Me había llevado a la playa en coche (a pesar de lo lejos que estaba), habíamos salido de fiesta, incluso habíamos visitado a sus amigos de la Orquesta. Durante muchos años, Roi había estado en una orquesta aquí en Galicia, hasta que se mudó a Madrid.

Quedaba cada vez menos para que llegara septiembre, lo que significaba que la vuelta a Madrid estaba cerca. Tenía ganas de volver a la ONG y por supuesto al 1016. Aunque al principio no estaba seguro ahora sé que es la única forma que puedo tener de enseñar mi música.

- ¿Cuándo empiezas a trabajar?- preguntó mi madre.

- El día uno, mamá.

- ¿Y tú, Roi?- preguntó mi padre.

- Bueno, en realidad estoy acabando el máster, pero para el día 4 empiezo en el 1016.

Si las miradas matasen Roi se habría vaporizado en ese momento. ¿No había cualquier otra cosa que pudiera mencionar? Como que trabajaba en una cafetería al lado de la universidad a primera hora de la mañana, o las clases particulares de matemáticas (sí, matemáticas, aunque no lo parezca) que daba a gente de secundaria.

- ¿El 1016?- preguntó mi padre. Él no pierde detalle así que cuando formuló esa pregunta, nos miró a ambos, ya seguramente sabiendo que ambos lo conocíamos.

- Es el bar donde trabajo- explicó Roi.- A veces toco algo de música, pero normalmente estoy a la barra.

- Sí, he ido a verle un par de veces- comenté, mirando a Roi. Él seguía tan contento, como si no se hubiera enterado de las ganas que tenía de matarle por sacar el tema.

Mi madre comenzó a ver por dónde podría ir el tema así que cambió rápidamente para hablar de las vacaciones de navidad. La idea era ir a Galicia, nosotros y Miriam, y celebrar con nuestras familias la Navidad para que después me llevaran a Santiago a celebrar fin de año. Normalmente nos turnabamos, pero este año tendríamos que celebrarlo allí. Ganaban por mayoría.

Subimos a eso de las doce arriba. Roi entró en su habitación y yo empecé a guardar ropa en el armario. Tenía la costumbre de dejar allí la ropa de invierno y cogerla ahora mientras dejaba parte de la ropa de verano. A pesar de eso, las camisetas básicas siempre se quedaban en Madrid. Eran la base de mi vestuario.

De Graciela no había vuelto a saber nada. Mi madre se tomó bastante mejor de lo que pensaba la noticia de nuestra ruptura, y eso que ella había querido a Graciela mucho. Mi padre me insinuó que eso era que había otra chica por otro lado. No os llevábamos muy bien, pero me conocía como nadie. La había visto un par de veces en la televisión, a posta, porque ni era fan del Real Madrid ni me gustaba el fútbol. En esas cosas siempre había sido muy profesional. Si algo se acaba, ahí se quedaba, dando la imagen de que no había pasado nada. La verdad es que se lo agradecía. 

***

Siete de la mañana. Mi madre abrazándome como nunca. No sabía por qué, tal vez pensaba que no iría en navidades, o tal vez al estar Roi había estado más receptivo esos días en familia. Yo tampoco tenía ganas de separarme de ella en ese momento. Con mi padre fue una despedida más simple, pero viniendo de él casi era un mundo.

- Cuídate hijo- dijo mi madre.

- Ya sabes que sé hacerlo mamá- dije entre risas.

- Es que sigues siendo mi niño todavía.

- Mamá, que tengo ya 28 años- comenté mientras volvía a abrazarla.

- De verdad que contigo no hay quien se ponga sentimental. 

Roi entró en el coche después de despedirse también de ambos y pusimos rumbo de vuelta a Madrid. Al día siguiente empezaba en la ONG y el jueves volvíamos al 1016. Le había dicho a Aitana que estaría en coche durante casi todo el día y no podría hablar. Ella lo agradeció, pues se fue con su compañera de piso a una excursión. Notaba cómo seguramente brillaban sus ojos al contarlo mientras me contaba cosas sobre su nueva vida, como universitaria. Me encantaría ir a Barcelona y verla, pero sería complicado. Al menos de momento. 

Intenté no pensar mucho en ella durante el viaje. Siempre mi cabeza caía en el mismo tema cuando intentaba desconectar del mundo, pero poco me ayudaría, teniendo en cuenta la poca esperanza que tenía de volver a verla antes de dentro de un año.

Días antes de irme hablé con mi madre de Aitana. Ella ya pensaba que haber dejado a Graciela tenía que ver con alguna otra chica. Me conocía demasiado bien. Le hablé de ella, y de todo lo que habíamos vivido en Candeleda. Le hablé también de la distancia y las ganas de que llegara el próximo verano, que pasaría en Ourense y ella me acompañaría.

- Con cómo hablas de ella me han entrado ganas de conocerla- fueron las palabras de mi madre.

Hice una nota mental de recordar hablar con María, se lo había prometido a mis padres. Desde que había vuelto del pueblo no había tenido tiempo apenas de hablar con ella, y preguntaba mucho por mí. Las cuatro veces que había hablado con papá y mamá o había salido con Roi o estaba recuperándome de la resaca. Lo malo de la diferencia de hora.

- Tío Cepeda, te voy a contar la primera vez que fui a Asturias a ver a los padres de Cris, para que cuando vayas a ver a Aitana sepas lo peor que te puede pasar.

En ese momento en el que Roi me hizo prestarle atención me resigné a escuchar su relato, aunque en el fondo me centraba más en hacerle creer que le escuchaba, mientras rezaba para que el viaje se acabara lo antes posible. 

Twitter: Agasteda_

Con tu mano me vuelvo a levantarWhere stories live. Discover now