Dudas

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Cepeda

- ¿Qué tal el trabajo?- pregunté a la persona que estaba al otro lado de la línea.

- ¿Quién es esa chica?- preguntó Graciela, visiblemente molesta.

- Mi vecina- expliqué.- Dani se ha ido a la playa y le estoy enseñando el pueblo.

- ¿Y eso es más importante que escribirme?

- Lo siento Graci, no he cogido el móvil salvo para que me mandara la foto.

Al rato de hablar un poco de todo se le pasó el disgusto. LLevábamos ya tres minutos hablando y me despedí con la excusa de que volvía al salón con mi familia, y regresé a donde había dejado a Aitana. Estaba mirando el móvil, visiblemente aburrida, y me sentí culpable de irme, pero tenía claro que Graci iba a mencionarme el tema y no era el lugar.

Me senté a su lado, ella me miró y sonrió.

- ¿Era tu novia?

- No, era un compañero, de trabajo- mentí.

- Vaya. ¿En qué trabajas?

- Trabajo para una ONG.- expliqué- Solía ser captador, pero ahora me dedico a diseñar edificios. Intento ayudar desde aquí cuando hay terremotos o pocos recursos.

- Eso es increíble dijo sinceramente.- Yo quiero estudiar algo de eso.

- Hice la carrera en Barcelona- comenté- aunque si llego a saber de que la tenían en Madrid habría acabado mucho antes en esa ciudad.

Ella asintió y seguimos hablando de bachillerato y los estudios, hasta que se acercaban las siete y media de la tarde. Volvimos al coche, aunque en el fondo me apetecía un paseo, pero no podía dejarlo ahí. Llegamos en unos cinco minutos y la dejé en la puerta de su casa.

- Mañana me tienes que enseñar a tocar la guitarra- propuso espontáneamente.

- ¿No me vas a dejar descansar de ti?- bromeé.

- Ai Luis, a veces eres de lo más insoportable.

- Venga, hablamos por whatsapp y te intento enseñar un poco. 

Me dio un abrazo, de esos fuertes que significan mucho, aunque en verdad era un simple agradecimiento junto a un "no entiendo cómo te soporto". Porque, a pesar de conocernos de tan poco era como si lo hiciéramos desde siempre.

Entré en la casa de mi tío, que salió para preguntarme que qué tal el día.

- Vimos un poco todo y después comimos en las piscinas.

- Es una chica majísima- comentó.- Igual que su familia. Un día os venís los dos con nosotros.- Se quedó un rato mirándome para después añadir:- Te echaba de menos por aquí, hijo.

- Yo también te echaba de menos. La verdad es que como en casa en ningún sitio.

- ¿Te vienes mañana por la mañana a ver a Virgo?

Era la yegua de mi tío, a la que había bautizado así en honor al signo del zodiaco de mi primo, y le tenía un cariño increíble, al igual que al resto de caballos de la finca. Acepté la oferta de mi tío, con ganas de pasar la mañana con él, como solíamos hacer unos años atrás.

Subí a mi habitación y después de ducharme abrí el chat con Graciela para preguntarle que qué tal el día. La verdad es que no era una persona fácil, porque en cuanto no le demostraras un poco de atención creía que ya no le importabas. Y con lo increíble que es ella me costaba a veces entender su lado inseguro.

Estuvimos hablando un rato y parecía más tranquila. A veces ni me creía que pudiera estar con alguien como ella, que era tan increíble en todos los aspectos. Saqué la guitarra que era de mi tía y mi tío guardaba cariñosamente en mi cuarto y empecé a tocar los primeros acordes de Pídeme la vida, una canción que le había escrito, pero que tenía miedo de enseñarle. Ella nunca había entendido que me gustara tanto la música y que a veces lo quisiera llevar más allá de un hobbie, y no sabía cuánto le gustaría esa canción.

Sin embargo, en mi mente empezó a aparecer otra melodía diferente, mucho más dulce y menos romántica y que no me dejaba en paz. Así que no tuve más remedio que intentar empezar a tocarla. Se quedó simplemente en eso, en una melodía, por el momento, porque quería ayudar a mi tío con la cena.

Marcos, el hermano de mi padre, se parecía a mí en muchos aspectos, sobretodo físicos, porque gran parte de mi personalidad reservada y arrolladora heredada del anterior Luis Cepeda no había dejado rastro en él, que llevaba en la sangre la alegría de mi abuela. Aún así éramos capaces de llevarnos bien, nunca me había tenido que echar la bronca, y ni siquiera había tenido riñas con mi primo. Era el más tranquilo de la familia, de eso no había duda. 

Preparamos un lacón a la gallega, como era costumbre tomar y no podía estar más feliz. Hablamos de los bien que me iba en mi trabajo y de las ganas que tenía de subir de puesto, como me había dicho mi jefe un mes atrás. Él me contó las cuatro novedades del pueblo y lo nervioso que estaba por Dani, que empezaba segundo de bachillerato. Me daba pena que mi primo estudiara en Ávila y no en Madrid porque entonces sí podría ayudarle, pero si había suerte seguramente acabaría viviendo conmigo en dos años para que estudiara en la complutense, su universidad soñada.

En cuanto terminamos de cenar volé a mi habitación y empecé a mirar el móvil. Me encontré con mi foto con Aitana y sonreí al instante. Odiaba que se me viera con pelo mojado, pero no sé por qué en ese momento poco me había importado. Después encontré la foto que le había hecho a ella, que era bastante bonita. Una foto así, al natural da mucho realismo y ella, con la luz que transmitía sobretodo.

"¿Mañana a las cinco bajas al jardín y te enseño?" Puse en el chat que compartía con Aitana.

"Sin problema Tarzán, descansa bien" contestó, cinco minutos después.

"Lo mismo digo Mowgli".

Y con una sonrisa tonta en la cara me fui a dormir, con ganas de que llegara el día siguiente.  

Con tu mano me vuelvo a levantarOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz