4. Chupi pandi.

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 Sábado, 13 de diciembre

No sé si estoy muerta. Porque prácticamente no noto el pulso del corazón bajo el pecho. Aunque lo más posible es que vaya tan deprisa que no se diferencie. A pesar del frío invernal de fuera, empiezo a sudar. Nadie dice ni una palabra. El niño intenta sacar tema de conversación, pero al ver las caras largas de todos sus mayores, se pone a saltar entre nosotros. Trago saliva y me muerdo el cachete por dentro. 

Tengo que ir al baño, siempre que me pongo nerviosa me entran ganas de ir al baño. Es un dilema con el que tengo que vivir. En los exámenes lo paso fatal, y bueno, ahora más. Desvío la mirada y me quedo mirando las vigas que soportan el inmenso techo del Centro Comercial. Sin mover la cabeza, inspecciono el lugar; personas solas, parejas, grupos de amigos o familias felices van de un lado a otro disfrutando del ambiente. Escucho unos pasos por detrás de mí, pero parece que tengo los pies clavados al suelo, y no encuentro fuerzas para moverme. 

Alguien posa su mano en mi hombro. Doy un ligero salto por el susto y veo la cara confusa de Brad. Está jadeando, debe de haber estado persiguiéndonos y/o buscándonos. Mira el resto del panorama, y el pequeño Mike se lanza a sus brazos. María sonríe un poco al ver como Brad alza en brazos al niño, y nos vuelve a mirar con cara de duda.

–¿Pasa algo?– pregunta él.

Las tres nos miramos por unos segundos. Luego, Ana desvía la mirada y responde.

–Que va, todo perfecto.– dijo con una sonrisa.

Brad levanta la vista y se encuentra con el otro chico. Alza una ceja y tuerce una sonrisa.

–Vaya, tú debes de ser el famoso Álvaro.

–¿A tí, Sarian te dijo su nombre?– le preguntó María, frustrada.

–¿A tí no?

–Pues no.– respondió ella cortante.

La chica se cruzó de brazos y puso mueca de cabreo, miró mal a Brad y apartó la mirada de mal agrado. Puso todo su peso sobre una pierna, y se quedó en esa posición, mirando a la nada, que es lo que suele hacer cuando está enfadada. Por otro lado, Ana seguía con la cara de sorpresa, al parecer, analizándolo todo.

–¡Maldito niño! ¡Hoy te quedas sin merendar!– nos sobresaltó a todos un agudo grito. 

Una chica se dirigía hacia nosotros señalando a Mike con el dedo. Este, con cara de susto, se escondió detrás de Brad. La chica llegó y se puso frente a él. Colocó los brazos en jarras y suspiró frustrada. Era más bajita que el chico, con el pelo largo por la cintura, del mismo tono que el de Brad. Las cejas alzadas daban a su cara la sensación de enfurecimiento que la recorría. Al final, rodó los ojos y dirigió su mirada a María. En seguida una sonrisa se le formó en el rostro, y se apreciaba mejor que era guapa, bastante guapa.

–¡María! Hasta que os encontramos, y luego que si se me escapa el renacuajo este.– dijo ella manteniendo la sonrisa.

–Em, Carla, Ana, esta es Sarian. Sarian, estas son Ana y Carla.– respondió María intentando sonar feliz.

–Encantada.– dijimos Ana y yo a coro

–María, ¿te pasa algo?– preguntó Sarian ladendo la cabeza

La castaña, aun con los brazos cruzados, se puso en frente de su amiga inglesa. Le cedió una sonrisa sarcástica. Mientras cambiaba el peso de una pierna a la otra, levantó el pulgar hasta llevarlo al lado de su cabeza, señalando así a Álvaro. 

–Eso me pasa.– dijo sin dejar de mirarla.– Gracias por contármelo. ¿Te parece normal que me entere por un niño de cuatro años?

–Quería que fuera sorpresa. Seguro que te va a caer genial, como a mi me van a caer genial Carla y Ana.– dijo Sarian girando la cabeza para sonreirnos.– En serio, que no te caiga mal solo por no decírtelo. Es un encanto, además, es español. Entre vosotros en el extranjero soleis congeniar bastante bien.– siguió diciendo, en tono convincente.

Changes.- /\ Sindrome de Estocolmo 2.- {David (Auryn)}Where stories live. Discover now