38. "Until the very end"

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–Esto tiene que ser una broma. –bufó Brad volviéndose a levantar de su silla.

–¿Tú crees que bromearía con esto? –protestó ella, agarrándose al brazo de Álvaro.

Los padres de la chica la miraban con los ojos muy abiertos, incrédulos. No todos los días llega tu hija y te dice que está embarazada. Y tan jóven. Oju, la que se va a armar. Sálvame deluxe.

–¿Y no crees que hay algún modo más delicado de decirlo? –preguntó su madre.

–A ver, jope. No sé. Es mejor soltarlo y que pase lo que tenga que pasar.

–¿Y tú no tienes nada que decir? –preguntó su padre mirando a Álvaro.

–Yo... em... verán, no sé. Estoy... tan sorprendido como ustedes.

–Vas a ser el padre de nuestro nieto o nieta. ¡Deja de tratarnos de usted! –dijo la madre de Sarian, levantándose y yendo a abrazar a la pareja. Álvaro, perplejo, le costó unos segundos reaccionar para corresponder al abrazo.

–¿Y ya? ¿Lo aceptas así y ya? ¡Mamá, por favor! –gritó Brad.

–Cálmate... –susurró Natalie al lado del chico.

–¿Qu-qué me calme? ¡Pero de que vas! ¡De que vais todos! ¿¡Soy el único con dos dedos de frente que capta la importancia de la situación!?

–Hijo, es algo fuerte. Pero ya... –comenzó a decir su padre.

Pero Brad dio un puñetazo a la mesa.

Y todos dimos un respingo.

–¡Ya! ¡Claro, pero ya está hecho! ¡Es que si fuera por cualquier persona normal, vale, pero no con ese cenutrio! –gritó él.

–¿En serio estás diciendo que prefieres que me vaya preñando cualquier desconocido antes que mi novio? –preguntó con desprecio Sarian.

–¡No lo entiendes! –gritó de nuevo.

–¡Sí lo entiendo!

–¡¡Sarian!! ¡Esa cosa a la que llamas novio es un jodido asesino! –gritó entre dientes.

Se hizo el silencio. Uno de estos silencios sepulcrales en los que tienes que parar a pensar profundamente para analizar la situación. Todos los presentes del restaurante miraban e intentaban escuchar los gritos. No sé si escucharían algo con claridad, ya que estamos apartados, pero el espectáculo lo estábamos dando.

Michael se limpiaba la salsa barbacoa que tenía en las manos en el mantel.

Sarian estaba a punto de hablar, apretaba con fuerza la mano de Álvaro, que estaba comenzando a sudar. Los chicos empezaron a moverse muy despacio, a paso de milímetro. María se había levantado y Ana estaba clavando un cuchillo en la mesa para evitar gritar de frustración.

–¿Qué quieres decir con eso? –preguntó el padre de Brad y Sarian, mirando a su hijo.

–Pues qu...

–Que ha bebido demasiadas copitas, eh. –dijo María con tono burlón acercándose al chico. –Es un asesino, sí. Un asesino del amor. Yo, al menos, lo he interpretado como una metáfora, porque, ¿que sería de nosotros sin metáforas e indirectas?

Todos miramos a la chica como drogada.

–Y esta metáfora, en particular, se refiere a que cree que ha matado la vida de Sarian por tan gran responsabilidad a tan corta edad. El asesino de la literatura.

–Pero tú que te has tomado. –dijo Brad apratando de su lado a María. –¿Empiezo con indirectas? Vale: uuuy, alguien ha matado a alguieen. –se puso a alzar las manos haciendo gestos estúpidos. – Alguien es un asesinooo.

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