Capítulo 9

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(Hola, antes de que empecéis a leer me gustaría informaros de que, este capítulo contiene una escena subida de tono. Por tanto me gustaría que fueseis conscientes. Tras este inciso, os dejo que disfrutéis de la lectura)

Alfred se sentó a los pies de la cama, parecía que era su sitio preferido para reflexionar, mientras Amaia se encontraba en el baño, frente al espejo, retomando su lugar también.

Ambos sentían nervios, muchos nervios, pero lo que más sentían eran ganas, cosa que hizo a la joven salir del baño y verlo ahí, sentado, sujetándose la cabeza con sus manos y la vista en el suelo. Esa fue la causa por la que no vio a la pamplonica salir del lavabo, ni acercarse a él, con una sonrisa.

Se colocó en cuclillas en frente de Alfred, retiró sus manos de su cara y este la miró. Su mirada continuaba mostrando lo que pensaba el joven, y fue una mirada de confusión que cambió repentina ante la acción de la joven. Amaia puso sus manos donde tenía él las suyas acercándose, uniendo, de esta manera sus labios. Iniciando un suave beso, delicado, donde se reflejaban los nervios de ambos. A medida que estos iban desapareciendo el beso se iba intensificando.

Los labios de ambos iniciaron un vaivén cada vez más profundo, en el que, la lengua de Alfred pidió permiso a los labios de Amaia para entrar en su boca. Estos dieron permiso y la intrusión se produjo por parte de ambas lenguas. Nunca se habían sentido tan cómodos en un beso, se notaba la confianza que habían adquirido y el fruto de los sentimientos que habían ido aflorando hacía apenas unos días.

Alfred, sin romper el beso, decidió coger a Amaia de la cintura, haciendo que se levantase de la posición que previamente estaba, sin soltar la joven la cara del muchacho, se sentó a horcajadas sobre las piernas de este, intensificando, si se podía, aún más el beso. Y, además, haciendo que su vestido se levantase ligeramente dejando al aire su parte de abajo de la ropa interior.

Él apretó la cintura desnuda de la pamplonesa contra la suya, gruñendo por tal excitación que le estaba produciendo. En cambio, ella, contestó al gruñido previamente hecho por Alfred ya que, el sentir su miembro, ya crecido, entre sus piernas le estaba excitando a ella también, muchísimo. Sobre todo, por notar las manos, para nada frías, del joven sobre su piel desnuda.

Amaia tomó la iniciativa y quitó la chaqueta del joven, además, empezó a desabrochar uno por uno los botones de la camisa. No tenían prisa, querían disfrutar el momento, pero, a la vez, la situación les pedía rapidez por tal límite que estaban alcanzando. Alfred, sintió esa prisa y, rápidamente para no romper durante mucho tiempo el beso, levantó del todo su vestido haciendo que quedase totalmente en ropa interior. Sin rubor en sus mejillas terminó de desabrochar los botones de su camisa procediendo a quitársela.

Ahí decidió, Amaia, cambiar el beso en los labios por el cuello del joven, humedeciéndolo y succionándolo, provocando que la excitación de Alfred aumentara. Ella lo notó y rió sobre el cuello de este, haciendo que él se volviese loco. Le volvía loco su risa, y más si era contra su cuerpo, notando su aliento en el cuello. Volvió a los labios que había dejado hacía apenas unos segundos.

Alfred decidió desabrocharle el sujetador y separó sus labios mientras bajaba el sostén que cubría los senos de la pamplonica, ante la atenta mirada que se posó en sus ojos. Esa mirada, tan solo, fue interrumpida por él cuando, habiendo bajado del todo el sujetador de la joven, visualizó sus pechos, la volvió a mirar. Ahora comprendía el amor que tenía Amaia hacia sus tetas, 'son perfectas' pensó al instante el joven.

Este se lo susurró al oído provocando, otra vez, su sonido favorito en el planeta, la risa de Amaia, bajó sus besos por el cuello de esta, repitiendo los movimientos previos que había padecido su cuello haciendo que, esta soltase un leve gemido al morderlo suavemente produciendo la risa de él.

¿Truco o trato? | ALMAIAWhere stories live. Discover now