Capítulo 26

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Amaia intentó abrir los ojos, una fuerte luz los cegó por unos segundos y los volvió a cerrar. Poco a poco fue acostumbrándose a la luminosidad de la habitación en la que se encontraba y la observó. Se situaba en el centro de esta, en una cama de hospital, el edificio en el que estaba. En frente tenía una puerta azul oscura, a su derecha un sofá donde se encontraba reposando su madre, profundamente dormida, y, a su izquierda, otra puerta azul la cual era la conexión entre la habitación y el baño.

Pero una cosa que reposaba sobre su mesita llamó su atención, un ramo de lirios. De inmediato, al sentir el hedor de uno, su cuerpo tembló entero. La mano izquierda de la joven se abalanzó sobre la flor más próxima a ella, la acercó a su nariz y sus fosas nasales se impregnaron profundamente de ella.

- Las ha traído Alfred - la voz de su madre interrumpió el momento más tranquilo que había tenido Amaia durante las últimas 24 horas.

El nombre que había pronunciado su madre la heló completamente, su mente recordó cada segundo de la noche anterior y su pecho se volvió a vaciar. Necesitaba aire.

- ¿Sabes? No se ha separado de ti en todo este tiempo, de hecho acaba de irse hace apenas 10 minutos - Le contó su madre mientras se acercaba a ella y comenzaba a acariciarle el pelo.

- Mira, tú, qué bien - espetó, irónica, la pamplonica mientras volvía a dejar el lirio en su lugar.

- Amaia, lo sabemos todo, nos ha puesto al día - confesó su madre mientras caminaba al otro lado de la cama - está muy arrepentido y tienes todo el derecho de estar así, pero, por favor - suplicó mientras buscaba algo en el ramo que sostenía la mesa que se situaba al lado de la cama de Amaia - lee esto - dijo mientras le tendía una nota - aquí te lo explica todo, todo lo que debería haberte dicho desde un principio. Luego si quieres perdonarle ya es decisión tuya. Pero, Amaia, léelo - le indicó su madre mientras recogía sus cosas para, posteriormente, salir de la habitación.

Estuvo como dos minutos observando la cara opuesta del sobre, con miedo, con inquietud, con inseguridad sobre lo que se iba a encontrar dentro de este. Decidió que era hora de abrirlo, era la última oportunidad que le iba a dar, no más.

Giró la carta para abrirla y ahí lo vio, en la solapa de la carta, el mote que te tenían, 'titi'. El corazón de dio un vuelco.

'si solo leer esa palabra ya mi mundo se viene abajo, ¿cómo voy a poder leer todo el contenido?' Se preguntó la joven.

Valiente, abrió el sobre sin pensárselo, cogió una gran bocanada de aire mientras cerraba los ojos intentando impregnarse de tranquilidad, pero no lo consiguió, el olor de Alfred llegó a su nariz nada más sacar el papel y un millón de recuerdos volvieron a su mente.

Iba a ser más duro de lo que pensaba.


Hola Amaia,

En primer lugar, si estás leyendo esto, muchísimas gracias. No sabes lo que significa para mí que me dejes explicarme.

Voy a remontarme a la noche de Eurovisión, al terminar el certamen, casi había terminado nuestro contrato y ambos estábamos ansiosos por finalizarlo y que cada uno pudiese hacer su camino. Esa misma noche, cuando yo estaba en mi habitación, me llamó Tinet diciéndome que tenía algo que proponerme.

Al llegar a su habitación me explicó que estaba pensando en pagarme toda la producción de mi disco, 1016. Yo estaba exhausto, era la mejor noticia que me podrían haber dado. Claro estaba que no era de gratis totalmente. Me propuso un nuevo contrato, que yo debía seguir si estaba interesado en esa opción. No lo dudé ni un segundo.

Ese contrato decía que, fuera como fuese, tenía que continuar, por mí mismo, la farsa que habíamos empezado, nuestra relación. Cuando me lo dijo, dudé un poco ya que, aunque no nos llevásemos bien en esos momentos, no era plan de seguir siendo falso, y menos contigo. Aún así, mi disco era lo que más me importaba en esos momentos, por tanto, acepté.

¿Truco o trato? | ALMAIAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt