Capítulo 13

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(Hola, antes de que empecéis a leer me gustaría informaros de que, este capítulo contiene una escena subida de tono. Por tanto me gustaría que fueseis conscientes. Tras este inciso, os dejo que disfrutéis de la lectura)

Alfred y Amaia se encontraban encerrados, a propósito, en el ascensor que les debía haber llevado a su habitación. Las ganas presionaron a Alfred y no pudo esperar llegar a la planta cuando, tras apretar el botón para parar el ascensor, agarró con ganas las nalgas de la pamplonica.

Esta se lanzó a su boca como si fuese la última gota de agua en un desierto a sesenta grados. Comenzaron una batalla entre sus lenguas que iba a dar mucha guerra entre ambos.

Amaia elevó la pierna derecha enroscándola en la cintura del joven. De esa manera, consiguió facilitar el acceso al tacto, por encima de la ropa aún, de su sexo. Alfred pasó la mano de su nalga, que agarraba bien fuerte, a acariciar el clítoris de la joven. Se estremeció al instante que el catalán frotase sus dedos en este.

A su vez, intensificó la presión con la pierna que tenía enroscada provocándole un gruñido a Alfred cuando frotó ambos sexos. Sabían como iba a terminar ese viaje en ascensor y era totalmente diferente a otros.

Desesperados por la excitación y las ganas. Alfred comenzó a desabrochar la blusa que llevaba Amaia. Se la quitó quedando con sus pechos al descubierto. Se lanzó a uno de ellos, sin pensárselo, lo besó, lo lamió y lo mordió. Ante la atenta mirada de la joven que expresaba su aprobación mediante gemidos y exhalaciones entrecortadas.

Mientras Alfred se entretenía con los senos de la pamplonica, esta se encargó de quitarle la chaqueta que tenía para, posteriormente, eliminar de la ronda la camisa. Se separaron para coger aire, no podían ni respirar, más bien, no querían. Cuando cogieron una bocanada de aire decidieron volver a soltarlo en la boca del otro, fundiéndose en otro beso, continuando la guerra.

Comenzaba la segunda batalla.

Amaia intentó bajar la pierna de la cintura de Alfred pero este se lo impidió apretándola aún más hacia su sexo. Esta, mientras, desabrochó el cinturón del joven abriendo el botón de este, e introdujo su mano dentro para masajear su miembro por encima de la ropa interior.

Alfred procedió a quitárselos en conjunto de los calzoncillos. Al momento de separarse para terminar de desnudarse, Amaia tenía las mismas intenciones hasta que, el joven, quiso tomar el mando. Se deshizo enseguida de sus pantalones y, al momento de eliminar de la jugada su tanga, no lo hizo tan fácil.

Ambos estaban excitados pero, Alfred sabía que su chica se desesperaría cuando empezase a rozarla por encima de su ropa. Eso hizo, se agachó quedando enfrente de su sexo mientras ella, tremendamente excitada, levantaba la cabeza en busca de aire. El ambiente estaba muy caldeado y ella necesitaba mucho aire para no desplomarse allí mismo.

El catalán, por su parte, acercó su boca a la ropa interior de Amaia, esta notó su aliento en su clítoris. Comenzó a besarlo sobre su tanga, lamiendo los bordes de este, provocando la desesperación de la joven que intentó bajárselo dos veces hasta que, rapidamente, Alfred pegó la espalda de ella contra la pared del ascensor y sujetó sus manos una a cada lado de su cuerpo.

Amaia, impotente, solo le tocó esperar y, a su vez, disfrutar. Solo quería que terminase esa tortura. Alfred continuó su juego, lamiendo, mordiendo y besando el sexo de su chica por encima de su ropa interior hasta que, la joven, lo miró fijamente susurrándole un 'por favor, Alfred' y, sin deshacerse de ella, introdujo dos de sus dedos en el centro de Amaia. Explotó la primera bomba de la batalla, la chica se vino con tan solo introducir sus dedos, pero, no sería la única vez. Alfred, a pesar de saber la desesperación que tenía ella, continuó introduciendo sus dedos.

¿Truco o trato? | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora