Capítulo 20

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Eran las 8:00, inquieta, pensativa y nostálgica, Amaia, se levantó de la cama dejando a un Alfred dormido plácidamente en esta. Bajó por las escaleras y se sentó en el último escalón.

'Venga Amaia, olvídate de esto, puedes hacerle mucho daño a Aitana si le dices esto sin saberlo seguro, a lo mejor no es Cepeda, a lo mejor no es nadie, no escuchaste bien y crees cosas que no son. ¿Como que no? Sabes perfectamente lo que escuchaste pero, tienes que obviar todo esto y cuando ates todos los cabos resolverlo como toca, hasta entonces olvídate' Concluyó la Amaia que no había podido casi dormir durante toda la noche.

Se levantó, no sabía lo que hacer, no tenía hambre ni iba a despertar a Alfred. Giró la cabeza y ahí lo vio, el piano blanco perfectamente reluciente que la llamaba y la instaba a tocarlo.

Se sentó en el taburete e inmediatamente sintió las mismas sensaciones que dos noches anteriores, cuando Alfred le cantó la canción que había compuesto para ella. Y fue ahí, en ese momento, cuando comenzaron a sonar las notas componiendo una melodía totalmente inesperada y que insistieron en comenzar a cantarla. Y eso hizo.

Què et semblarà aquesta cançó, Mireia?

Què et semblarà?

L'he treballat per no repetir cap trosset de melodia.

L'he concebut per poder dir-te com m'inspires cada dia.

Mireia, Mireia... Algú t'ho havia de dir:

Germana, neta, neboda, filla, cosina, amiga i pilar

que tothom admira, que tothom estima,

ja m'he repetit! Ja em perdonaràs.

Tu que cuides cada nota del compàs,

que camines sense por pel pentagrama,

i que fas que tots vulguem formar part de la teva simfonia.

Mireia, Mireia...

Què et semblarà aquesta cançó, Mireia?

Què et semblarà?

És tota per tu, per sempre més, Mireia.

Alzó la cabeza, no se había dado cuenta pero por su cara volvían a pasear las lágrimas mientras que un Alfred, sentado en el último escalón, atento y emocionado, la admiraba.

Esta sonrió, en señal de saludo y Alfred juraría que era la sonrisa más pura que había visto nunca, se levantó sin dudarlo y la abrazó.

Abrazó sus miedos, sus inseguridades, sus problemas y la recompuso como nadie sabía hacerlo, solo él.

Musitó un 'Gracias' nada más separarse mientras sorbía su nariz y volvía a sonreír.

- ¿Vamos a desayunar? - preguntó su chico.

Amaia asintió repetidas veces. La emoción hacía que su estómago se abriese, y en esos momentos era un agujero negro donde cabría cualquier cosa.

Desayunaron, prepararon las cosas, se vistieron y marcharon hacia el aeropuerto. Amaia y Alfred se sentían muy felices, sentían que ese fin de semana allí había conseguido unir más lo que tenían, se habían sentido llenos de felicidad y de vida. Como hacía tiempo no se sentían.

Embarcaron, montaron y despegaron, dejando atrás la maravillosa isla que les había fortalecido. Pero con ellos iba algo más grande, algo que no les cabía en la maleta, todo el amor que sentían el uno por el otro.

Al aterrizar, aún no había terminado su estancia juntos y, es que, íban a pasar dos días más en casa de Alfred ya que, los padres de Amaia no se encontraban en Pamplona. Al llegar dejaron las cosas y comieron con su familia. Xus y Alfredo estaban muy contentos de tener a Amaia en casa, era una segundo hija ya para ellos.

¿Truco o trato? | ALMAIAWhere stories live. Discover now