Capítulo 7

118 21 11
                                    


Loreto.

El silencio en el que Alexa se ha sumido durante el tiempo que ha durado el ensayo, me tiene con los nervios de punta. La parte superior de su boli rojo tiene marca de sus dientes y las notas que ha tomado están tan encimadas que apenas si son entendibles. Todo va terriblemente mal, Sofía es la actriz más horrible de toda la historia de las pastorelas y Jorge, bueno, los apretones que le da sobre sus hombros como muestra de apoyo, contribuyen en aumentar su nerviosismo. Los residuos de mi esmalte azul terminan esparcidos sobre mi falda verde, estoy tan tensa, que me he vuelto inmune al té de tila. Mis planes y todas las esperanzas que tenía respecto a Sofía se vienen abajo frente a mis ojos, no es capaz de recordar una sola de sus líneas y las pocas que logra retener las balbucea hasta hacerlas inteligibles. Eso sin contar que su rostro luce como si ella fuese la próxima a ser crucificada, y no como la celestial madre del hijo de Dios. Estoy lista para despedirlos a todos y caminar sola el sendero del fracaso, brillando con mi ya conocido rostro. El café de Alexa se agotó hace poco más de una hora, lo mismo que mi paciencia.

—Creo que es suficiente por hoy —intervengo, a mitad de los balbuceos de Sofía—. Se hace tarde y será mejor que se vayan a casa, chicos. Mañana los vemos con el resto del grupo.

Nuestros alumnos asienten, recogen sus cosas de los sillones y se despiden con evidente cansancio. Alexa les dedica un vago movimiento de cabeza como despedida, continua concentrada en sus notas hasta que la puerta se cierra.

—Alexa —murmuro, apoyándome en la puerta—. Agradezco que hagas esto, pero tal vez no sea una buena idea.

—¿Estás dudando de mí, de la comelibros o de ti misma, Loreto? —Pregunta, con una ceja arqueada.

—No quiero sonar pesimista —arrastro los pies hasta uno de los sillones y me dejo caer sobre este—. Pero ambas acabamos de ver la actuación de Sofía.

—No creo que los tipos de Brodway nacieran con el don de la actuación. —Alexa se tumba a mi lado y sube los pies sobre la mesa de centro, tratando de parecer relajada—. Haz tu maldita página y yo me encargo de lo demás.

—¿Cómo se supone que lo harás? Sofía apenas su puede recordar un par de diálogos.

—Soy Alexa Ponce, cariño —puntualiza, con altanería.

Coge la laptop de la mesa de centro y la extiende en mi dirección.

—Vamos, pequeña casamentera —anima—. ¿Ya pensaste en el nombre de tu página?

Tomo la laptop de mala gana y abro mi perfil de Facebook, en donde doy clic sobre la opción de «Crear una página nueva».

—No tengo nada —acepto—. ¿Alguna idea?

Ligue hot al instante —Alexa mueve las manos sobre su cabeza con exageración.

—¡Alexa! No es una página para buscar sexo fácil.

—Bueno —rueda los ojos—, entonces no busques mi opinión.

Lo pienso por un momento, jugando con el cursor de la computadora. Sobre la mesa de centro descansa una réplica diminuta de Santa Claus.

—¡Cupidos Navideños!

—¡Mierda, qué original! —No me gusta el tono sarcástico de su voz.

—Pues si no te gusta, entonces busca uno —me quejo—. Que no suene como el título de una película porno.

—¿Y por qué no solo lo dejamos como «Cupidos»? Creo que con eso quedan claras nuestras intenciones.

Lecciones a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora