Lecciones a Cupido

Capítulo 12

Loreto.

Todo lo que sé sobre Vanessa Lozano es lo que pude leer en el breve informe de media cuartilla proporcionada por la esposa de mi padre. Además de titularse como docente, también cuenta con una licenciatura en literatura hispanoamericana; actualmente es directora de un colegio privado y está al mando del Museo del Arte del estado. De acuerdo a Laura, la edad de Vanessa ronda los cuarenta, estuvo casada con su único esposo durante tres meses, antes de entender que lo suyo no era atarse a otra persona en las engañosas redes del matrimonio. El resto de sus exparejas no son más que un montón de mediocres cuyo único interés era obtener algún tipo de beneficio de su relación. Vanessa Lozano se codea tanto con académicos importantes, como con el gobernador, y los rumores sobre su aventura con cierto cantante famoso originario del lugar donde ella creció corrieron como pólvora entre su círculo social.

Tenerla ahora frente a mí resulta intimidante, todo en ella es sofisticación, desde el elegante conjunto rosa, hasta las perlas que adornan su cuello largo y delgado. Nunca he sido insegura respecto a mi apariencia física, pero el porte de esta mujer podría hacer dudar hasta a una miss universo. Escribo todo lo que puede servirme, la música que le gusta, sus obras favoritas, el hecho de que prefiera "Tiempos difíciles" sobre "Grandes Esperanzas"; Vanessa me observa con una mezcla de curiosidad y burla mientras trato de captar todo cuanto me dice.

—Oh, casi lo olvidaba —comenta, alejando el pastel de chocolate con un mohín de desagrado en los labios—, odio a los pseudo artistas modernos. Creo que son un insulto para el arte, una broma de mal gusto.

Escribo "ARTE MODERNO" y tacho con una enorme equis antes de soltar un suspiro más ruidoso de lo que pretendía.

—¿Qué ocurre Loreto? —Pregunta, sonriendo con malicia—. ¿Te he cansado ya?

¿Quién no se cansaría de una mujer que odia los postres y cree que Jane Austen es para mujeres sin más aspiraciones que encontrar un marido? Ojalá tuviera mi edición de "Persuasión" a la mano para desordenar su estúpido peinado bonito.

—En absoluto —respondo, forzando una sonrisa—. Escucharte resulta tan... vigorizante. Estoy ansiosa por comenzar con los posibles cand...

—No te esfuerces tanto, querida —interrumpe—. Si accedí a esto fue porque Laura me lo pidió como un favor. Si te soy sincera no creo que puedas hacer mucho, puedo apostarte que dos de cada tres candidatos que encuentres viables ya lo intentaron por su cuenta y me aburrieron.

Abro la boca como pez, es la primera vez, desde que "Lecciones a Cupido" nació que alguien me hace sentir tan tonta respecto a la idea. Debería ponerme de pie y marcharme sin más, completamente indignada por la ofensa directa a mi proyecto; sin embargo, por alguna absurda razón no puedo hacerlo. Vanessa Lozano es la clase mujer a la nunca podrías dejar con la palabra en la boca, por mucho que su refinada presencia te joda. Me esfuerzo por formular una respuesta elocuente y disimular así mi vergüenza, la expresión de Vanessa, sin embargo, dice que ya ha pasado página. Estoy lista para marcharme, comienzo a recoger mis cosas, evitando en todo momento la mirada de Vanessa. No estoy segura de qué hacer a continuación, ¿agradecerle por el favor que le hace a Laura? ¿Disculparme por hacerle perder su valioso tiempo? ¿Mostrarle la lengua y llamarla bruja, antes de salir corriendo despavorida del restaurante? Decido que lo mejor es actuar con profesionalismo y reafirmar el compromiso que LAC tiene con ella. Al levantar la vista me encuentro con un conocido y desagradable rostro. Los ojos de Lisandro Lomelí hacen contacto con los míos porque, vale, qué puede ser peor. Además de poseer el bronceado más envidiado de la ciudad, Lisandro es el mejor amigo de Javier y, según la crítica, un artista prometedor. Tuve el infortunio de conocerlo cuando Alexa me arrastró a una exposición de arte en la que alg unas de sus esculturas fueron exhibidas junto a las de su padre, Rafael Lomelín.