Capítulo 8

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Alexa.

Mi carrera como profesora de educación artística es más bien nueva, no puedo decir que tengo toda la experiencia del mundo. Pero si de algo me ha servido participar en varias obras de teatro durante mi vida de estudiante, es precisamente para formarme un criterio sobre lo que es un buen actor y lo que es uno malo. No quiero decir que la actuación de Sofía fue todo un asco, porque admitir eso frente a Loreto, es como admitir que me equivoqué al poner a la pequeña e indefensa Comelibros como María. Sin embargo, mi cuaderno de notas está lleno de apuntes en rojo, en cuanto a ella se refiere.

Mi amiga insiste en que es mejor cambiar de plan, pero luego de crear la página y escucharme asegurar que la pastorela saldrá bien, la veo marcharse más tranquila rumbo a su casa. Es tarde y con gusto la habría llevado sana y salva en mi auto, pero tengo que arreglarme para el cumpleaños de la abuela, no me lo perdería por nada, quiero ver con qué locura saldrá este año. Mamá siempre ha dicho que soy tan excéntrica como la abuela Julieta, es por eso que se convirtió en mi abuela favorita, por eso, y porque desafortunadamente fueron pocos los años que conviví con la madre de papá.

Abro el closet en busca de mi vestido, casi al mismo tiempo que escucho a Javier entrar en el departamento.

—Llegaremos tarde —anuncia, desde el umbral de la habitación.

Me deleito secretamente con su aroma tan exquisito y su imagen varonil, luce guapísimo con ese pantalón negro, perfectamente planchado, y la camisa lila ceñida al cuerpo. La barba pulcra que lo caracteriza, se vuelve inexistente ante su reciente afeitado, incitándome a querer tocar la suave dermis de sus mejillas.

—No entiendo la prisa —contesto, quitándole la vista de encima, para no sucumbir ante la tentación que supone y comienzo a desamarrar la cinta de mi bata de baño frente a su mirada atenta —. No creo que alguien vaya a morir si los hacemos esperar un poco.

—No me gusta ser impuntual —me recuerda, sentándose en el borde de la cama.

—Pues tendrás que serlo, a menos que quieras que me presente así a la fiesta —alego, alzando los brazos para mostrarle que sigo en ropa interior.

—A tu abuela le encantará —se burla.

—Pero a mi madre no.

—¿Desde cuándo te importa tanto lo que diga tu madre? —me pregunta todavía en broma, arqueando una ceja.

—Tienes razón —concedo con la intensión de escandalizarlo y me pongo los zapatos para comenzar a salir —. Vámonos.

—Estás loca —Suelta una carcajada y se apresura a tomarme de la mano para evitar que dé un paso más —. No voy a permitir que vayas así a ningún lado.

—¡Posesivo! —reprocho entre risas cuando lo siento abrazarme contra él.

—No soy posesivo, Alexa —asegura, hundiendo su nariz en mi cabello recién ondulado —, sólo soy un tipo con suerte por tener una chica como tú.

—¡Ajá!, ya vas a empezar con cursilerías —digo, soltándome de él para seguir vistiéndome.

Espero que sus manos se coloquen de nuevo sobre mi cuerpo, reclamandome como suya, pero al parecer, el jueguito licencioso que pretendía comenzar terminó en desastre.

—Llámalo como quieras. Te espero en la sala —responde iracundo, antes de dar un portazo.

Su molestia se vuelve más evidente a medida que avanza el día. Ha estado callado durante todo el camino a casa de mis padres y me parece que es buen momento para averiguar qué sucede.

Lecciones a CupidoWhere stories live. Discover now