Una pequeña travesura

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Los días pasaron como una ráfaga de viento veraniego, Arlys como siempre había cumplido con los pedidos de Danielle en tiempo y forma, siendo estos entregados dos días antes de su partida al campo. Pero ella no tuvo tiempo para echarles ni siquiera un rápido vistazo ya que su madre estaba tan nerviosa que los guardó en el equipaje apenas fueron recibidos.

-Lamento que no puedas llevar a la dama de compañía contigo, ¿estás segura de que quieres que se quede conmigo?-dudó Cherisse mientras se despedían en la estación de tren.

-Tranquila madre, ayudará más en casa que estando conmigo. Yo puedo arreglarme sola-le contestó con confianza Danielle.

-Siento no poder ir querida, no puedo dejar a Francis solo en casa-se disculpó pesarosamente.

-Deja de pedir perdón hija-le criticó Griselda- Estoy segura de que puede estar sin tu presencia y comportarse-sentenció la vieja amenazante a lo cual Danielle frunció el ceño y desvió la vista hacia sus primas.

Fancy llevaba un llamativo y pesado vestido amarillo lleno de adornos, algo para nada cómodo para una estadía en el campo. Dudó en si podía respirar con todo aquello. Sus demás primas iban casi uniformadas con diferentes tonos de azul y los estilos variaban según las edades, moños y mangas abullonadas para las menores, escotes cuadrados y austeras faldas para las mayores, con el objetivo de que no destacaran demasiado al lado de Fancy. A diferencia de todas, Danielle llevaba un liviano traje de cachemira sin crinolina para un eficaz y fácil movimiento, de un color rosado pastel.

Los demás miembros de la familia Flipsen habían decidido dar un extravagante viaje por el continente y aprovecharon la invitación del duque para poder dejar a sus hijas a cargo de Griselda e irse de paseo.

Para evitar más acusatorias miradas por parte de su abuela se acercó a Fancy con gesto amable y la desgarbada chica respondió con resignación.

-Tranquila, será divertido-le dio unas palmaditas a su huesuda espalda a modo de comprensión tácita.

-Eso es porque tú no tienes que pasar por esto...el duque no está interesado en mí y es demasiado claro, en la fiesta casi ni me miró-se quejó Fancy tristemente-Me gustaría que la abuela me dejara en paz, está obsesionada por capturar a ese hombre a cualquier costo-Danielle sintió cierta empatía por la chica, debía de ser asfixiante tener que seguir a Griselda y todas sus reglas. De niñas Fancy y Danielle habían sido buenas compañeras, hasta se podría decir que eran amigas, pero luego del accidente de la escalera Fancy se había tornado distante y su abuela apenas dejaba que hablaran.

-Lo siento...-fue lo único que pudo decir

-Descuida, con suerte tal vez consiga las atenciones de algún caballero igualmente decente y logre que la abuela se calme. No quiero saber lo que les espera a las demás-y la chica miró a su hermana y sus demás primas que jugaban con muñecas de porcelana en un rincón.

Parece ser que no soy la única preocupada por sus hermanos, pensó para sus adentros.

Con gesto autoritario Griselda interrumpió la conversación y tomó el brazo de Fancy para ingresar al tren que había llegado a la estación hacía pocos segundos.

Danielle despidió con un cariñoso abrazo a su madre y guió a las más pequeñas al vagón del vehículo.

Las amplias ventanas dejaban ver los maravillosos paisajes que transitaban, una mezcla de cálido verde y marrón que indicaba el otoño tardío. Campiñas, granjas y trabajadores saludaban al pasar, dándole un pintoresco toque a todo el recorrido. El olor a aire fresco entraba por las fosas nasales de Danielle y de cierto modo logró relajarse lo suficiente como para echar una siesta en su asiento mientras las demás la apreciaban con recelo.

Sorpresa de un jazmínWhere stories live. Discover now