Impacto

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-Señor, la vizcondesa Flipsen y sus acompañantes han llegado-dijo muy apurado Adrien-La mujer está algo tensa y ansía verlo...-lo miró a los ojos con una duda inscripta en ellos. Los años que Adrien había pasado casi criandolos resultaban muy eficaces a la hora de conocer las verdaderas intenciones de Frederick y James, pero muy pocas veces había intervenido directamente con sus acciones a menos que se lo pidieran directamente. Con una sola mirada el hombre ya supo todo lo que Frederick se traía entre manos, pero decidió dejar que ello siguiera su curso.

-Diles que iré a verlas en el salón morado, primero debo estar presentable-mientras señalaba que sólo tenía una fina camisa blanca. El criado asintió y se fue.

Frederick estaba ansioso, insoportablemente ansioso, nunca una mujer lo había dejado prendado así y con una habilidad casi natural. Había estado esperando como un adolescente hormonal y contado los días para su llegada desde que recibió la confirmación de su asistencia.

Puso todo su empeño para que la mansión recobrara vida antes de que ella llegase, supervisó hasta el más mínimo detalle de los arreglos y se volvió insoportablemente quisquilloso al decidir la habitación que le otorgaría a ella. Sabía que sería un revuelo si alguno de los invitados se enterase de aquello pero le importaba bastante poco, era duque y haría lo que quisiera.

Apenas Adrien dejó la oficina, llamó a su ayudante de cámara y se vistió con un abotonado chaleco gris topo, pantalones y zapatos recién lustrados. Su cabello rubio lo peinó con afán y se afeitó con toda la dedicación del mundo, parecía un niño esperando desenvolver su regalo de cumpleaños.

¡Y qué regalo!

Una dulce chica que deseaba secuestrar para tomarla en alguno de los prados de la propiedad sin demora, ella poseía una clase de magnetismo hacia él que le parecía algo extraño debido a que era una desconocida pero le resultaba de lo más excitante. Quería elogiarla, hacerla sonreír, hacerle cosquillas y el amor, tal vez todo al mismo tiempo.

Debo ser paciente, Dios Bendito ayudame.

No iba a aprovecharse de un ser inocente por no poder calmar sus deseos animales interiores, la conquistaría delicadamente y sin prisas como debía ser.

Bajó las escaleras y se dirigió al salón, donde todas las Flipsen lo esperaban. Al entrar la vizcondesa lo recibió con millones de halagos innecesarios que tuvo que pasar por alto educadamente, saludó a todas sus nietas pero...faltaba una, aquella que más deseaba ver.

La irritación invadió a Frederick y tuvo que tomar 5 segundos para no ahorcar a la vieja por engañarlo.

-Tenía entendido que eran 6 señoritas y he saludado a 5 milady-le dijo directamente y con impaciencia a lo cual la vizcondesa abrió los ojos de par en par, luego esta se giró hasta sus nietas haciendo que su larguísimo vestido limpiara casi toda la habitación. Era obvio que no había planeado que su nieta se escapara o tal vez, que el duque lo notara con tanta rapidez.

-¿Dónde está Danielle niñas?-le preguntó a todas las jovencitas mientras Frederick asimilaba aquel nombre tan familiar, Danielle.

Danielle resonó en sus oídos como una canción.

Las muchachitas respondieron negando con la cabeza-¿Dónde está Danielle Belcher niñas? ¿Dónde está su prima?-volvió a preguntar irritada, pero pronto se dió cuenta del grave error que había cometido. Al escuchar aquel nombre Frederick entró en shock, era Danielle, la misma Danielle que había caído por las escaleras, la misma que había besado en su adolescencia y había prometido compañía eterna, la misma que seguía anhelando.

Ahora todo le cerraba completamente, la extraña conexión, el indescriptible apego y seguridad ante una desconocida.

Era ella. El regocijo se hizo carne en él y deseó verla de inmediato.

Se dirigió a la mayor de las chicas en frente de él, Fancy si mal no recordaba:-Señorita a juzgar por su cara sabe a dónde fue lady Belcher-la presionó y la muchacha abrió sus oscuros ojos al reconocer que la había nombrado como lady y no como señorita, ya sabía quién era. La vizcondesa estaba petrificada en una esquina de la habitación deseando no haber llevado nunca a Danielle.

Con voz queda respondió-Se fue con el señor Nicholas Han-pero no pudo terminar la frase porque Frederick se había ido corriendo.

Conociendo a Nicholas y la intensa obsesión que despertaban en Danielle las travesuras, sabía exactamente dónde buscarlos. Tuvo que evitar chocarse con los criados que subían las escaleras cargando sábanas limpias, invitados distraídos o aquellos que querían frenarlo para charlar.

Salió de la propiedad casi volando por la adrenalina de encontrarla y vio a la distancia su objetivo. Tuvo que hacer demasiada fuerza para no aparecer corriendo y simular una caminata relajada por la hierba.

Pudo distinguir a Nicholas en mangas de camisa molestando y tirando agua a su acompañante como si fueran dos niños pequeños. La joven de vestido rosado, tenía media manga caída dejando ver su níveo hombro al descubierto, todas sus horquillas habían caído haciendo que su largo cabello rizado cayera en forma de cascada por su cintura y sonreía inocentemente mientras su ropa se mojaba con el agua al sol. Era una de las imágenes más adorables que Frederick vio jamás y deseó guardarla en su memoria para siempre, obviamente eliminando a Nicholas de la ecuación.

Danielle jugaba con Nicholas sin notar que un extraño no tan extraño se acercaba a paso tranquilo. De pronto notó como Nick se ponía incómodo y se arreglaba la ropa, parecía un chiquillo atrapado en una jugarreta y se atrevió a levantar la mirada para apreciar de quien se acercaba.

¡Dios mío, el duque! pensó y a modo reflejo supervisó el estado de su propia ropa al notar cómo la observaba de arriba a abajo con una sonrisa torcida de lo más encantadora. Se dio cuenta que parecía más una muchacha del campo que una lady y comenzó a intentar arreglarse lo mejor que pudo. Con una voz profunda el duque dijo:

-Veo que estaban muy entretenidos hasta que yo vine, pero es mi deber informarle lady Belcher que su abuela ya sabe de su escape-rió como si le pareciera demasiado graciosa la manera en que Danielle se encontraba y ella abrió los ojos del miedo.

¡Caramba! ahora sí la hice gorda, me van a castigar durante tres años seguidos, analizó.

El caballero pareció leer su pensamiento y agregó-No se preocupe, inventaremos alguna excusa-en un tono tan familiar que le hizo erizar el cabello de la nuca.

-Disculpe pero a pesar de mi aspecto no debe tratarme con tanta familiaridad, además ¿quién le ha dicho mi nombre milord?-le preguntó con desconfianza mientras veía como Nicholas se ponía alerta esperando que algo sucediera, y no exactamente algo bueno.

Frederick sonrió ante la insolencia de su amiga y respondió- ¿Acaso no me reconoces Danielle?-y abrió sus brazos en gesto de un muy familiar abrazo que solían realizar de jóvenes. Danielle sintió desfallecer.

No puede ser, pensó y todo su rostro se volvió pálido y su boca se puso pastosa. El cabello rubio, los ojos turquesas, la altura...comenzó a enumerar mientras su mente intentaba acomodarse ante la sorpresa.

Al verla Nicholas intentó sin resultado detener lo que estaba a punto de ocurrir pero Frederick ya estaba en frente de ella y le dijo con voz dulce:

-Soy yo, Fridie... Tu Lord Frederick Greenhill-y sonriendo agregó-He vuelto Danielle.

Las sensaciones fueron demasiado fuertes como para contenerlas, nunca había experimentado tal falla en su cuerpo pero al oír aquello todo su mundo se desvaneció, se oscureció en una dolorosa penumbra mientras sentía como unos fuertes brazos la sostenían desesperadamente. Por un segundo deseó ser sostenida por ellos todo lo que le quedase de vida, para luego perder totalmente la conciencia por la impactante noticia.

Sorpresa de un jazmínWhere stories live. Discover now