La perdición del laberinto

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Danielle regresó a su habitación completamente aturdida por todo lo ocurrido, en tan sólo una semana habían sucedido más cosas que en sus últimos 24 años.

Nerviosamente se preparó para la tan nombrada merienda de Griselda, no sabía ni qué vestido elegir, ni cómo haría para comportarse. Así que en un intento descabellado por calmar a su cabeza comenzó a contar números en italiano mientras se vestía.

Al menos las clases de italiano me servirán de algo...rezongó.

Pero esto mucho no le sirvió ya que había empezado con su viejo hábito de rascarse el cuerpo nerviosamente y esto le dejaba desagradables marcas en su nívea piel. Entonces, tuvo que repasar los datos que tenía acerca de la maldita merienda para evitar sacarse con las uñas parte de su tejido o arruinar la tela del vestido.

Por lo que sabía, esta tendría lugar en la parte oeste de la propiedad. Allí existía una sala con anexo al jardín interno de la mansión, la particularidad de este era que contenía un intrincado laberinto lleno de especies florales y plantas, había sido diseñado para la anterior duquesa de Western por motivo de su cumpleaños número cincuenta y era la perdición de todos los invitados jóvenes. Debido al clima no quedaba más remedio que realizarlo ahí, o por lo menos eso había expresado su abuela. Danielle consideró para sus adentros que seguramente la vieja estaba planeando alguna escena para intentar comprometer a Fancy y al duque en aquel laberinto.

Tengo que evitarlo a toda costa.

Una punzada de dolor la atravesó al recordar lo que había visto un tiempo atrás. La imagen de Fancy y Frederick con las manos juntas como una feliz pareja le provocaba ganas de querer vomitar y lo peor era que debía sentirse feliz, de esa manera sería la salvación de la educación de sus hermanos, pero no le fue suficiente. Nicholas le había dado pie a que sus sentimientos se revelaran por una vez ante sus ojos y no quería ir hacia atrás, debía planear algo para confesarse a Frederick pero también debía proteger a sus hermanos.

La cuestión es el cómo lo haré.

Mientras se cambiaba el insulso vestido de lana color caoba que había usado para pasear con Arlys y los demás, decidió que podría usar alguno de los que ella había diseñado. Se enfundó en el menos llamativo de todos, si aquello era posible, uno de color azul marino con mangas largas y volados, el escote redondo era pronunciado pero no tanto como los demás propiciando a Danielle un poco de seguridad. Lo más innovador de la prenda era que su pechera se abría desde en frente con unos delicados botones de nácar blanco.

Se peinó con un pequeño moño blanco y una trenza, utilizó sus guantes hasta la muñeca ya que las mangas cubrían el resto de piel y salió de la habitación decidida a encarar el destino que le esperase.

En el salón de abajo aguardaba el séquito de las Flipsen con Griselda a la cabeza mirándola de arriba a abajo sin expresión alguna, Fancy fue la única que no le dirigía la mirada y parecía ensimismada en sus pensamientos. Danielle intentó mantener la compostura como tantas veces lo había hecho en el pasado, se puso derecha y caminó lentamente hacia ellas con la lengua entre los dientes, de manera que si decía algo fuera de lugar pronto se la mordiera.

-Veo que te has recuperado niña-las palabras de Griselda eran tan frías que Danielle dudó si la nieve de afuera sería más cálida que la voz de su abuela-Al parecer el láudano hizo su trabajo-parecía orgullosa de haberle provocado dolor pero ni siquiera la miró.

-Lady Flipsen-una dulce pero contundente voz interrumpió la difícil situación, todas las mujeres se giraron para ver de quién se trataba. Clarisse, Arlys, Gerard y Charles venían hacia ellas con estudiada confianza, pero a Danielle le pareció ver que un cuarteto de ángeles salvadores iban a su rescate y tuvo que presionar el suelo con sus pies para no ir a su encuentro como siempre solía hacer, tal falta de modales provocaría otro reproche. Griselda estaba completamente petrificada y su rostro adquirió el tono de la cera-¡Qué maravillosa idea la de merendar en el jardín de la mansión, ha de ser todo un espectáculo con la nieve que está cayendo afuera!-la cantarina voz de Clarisse parecía quebrar el rostro de su abuela y Danielle apostó que si seguía hablando pronto lo vería en el piso hecho polvo.

Sorpresa de un jazmínTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang