Si tan solo pudiera...

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Como era de esperarse, la familia de Danielle se encargó eficientemente de la organización de sus nupcias junto con la colaboración de varios amigos y familiares. Frederick no escatimó lo más mínimo en gastos, se consiguieron todo tipo de flores, se diseñaron manteles con las iniciales de la pareja, las invitaciones fueron delicadamente hechas a mano y contrató un famoso chef traído desde Francia para agasajar a los invitados, junto con una enorme orquesta que los iba a deleitar toda la noche.

Le había pagado muy alegremente a Arlys para que confeccionara "el más hermoso vestido de novia, uno digno de mi mujer" según las palabras que le había alcanzado a decir cuando fue a probárselo. El mismo constaba de metros de seda blanca, una enorme falda con tul y bordados de perlas en el corset, mangas con encaje blanco y detalles de organza, un velo larguísimo con flores también bordadas y unos delicados guantes casi transparentes. Debía reconocer que el talento de su mejor amiga era impresionante, era el vestido más hermoso que había visto y no podía creer que ella iba a ser quien lo llevara. Esta también confeccionó algunas prendas de su ajuar pero no dejó que las viera.

-¡Espera! lo único que verás será tu vestido...lo demás es una sorpresa para la noche de bodas-la frenó en seco en cuanto ella se dirigió hacia una montaña de cajas envueltas en papel-y Arlys se rió demasiado divertida al ver su expresión atónita-Debo de admitir que aunque el duque parece algo frío se ilumina como el sol cuando habla a ti-su amiga parecía demasiado contenta describiendo todo el tiempo que se tardó en decidir en su tienda-Debe de haber estado al menos dos horas eligiendo vestidos para ti, estaba como un loco yendo de acá para allá diciendo: quiero que tenga brillos, este color debería de ser más fuerte, y muchas cosas más-volvió a reír mientras dibujaba un boceto en su desgastado cuaderno de cuero. A Danielle le dio algo de miedo dejar que él eligiera su ropa, pero estaba tan emocionado que apenas le pudo decir que no eligiera algo demasiado extravagante.

Justamente esa tarde habían llegado los nuevos vestidos que él le había prometido cuando volvieron de Hampshire y Cherisse había sufrido un ataque al verlos.

-¡Dios santo, esto es demasiado escandaloso! Aún no se casan y ya te está enviando prendas, es una falta al decoro -Danielle volteó los ojos y sonrió para sus adentros, había tantos colores, bordados, telas y encajes que estaba segura que le servirían de guadarropas para toda una vida.

-Madre, no seas aguafiestas...solo faltan 5 días para casarnos y ya estaba cansado de verme con atuendos grises y desgastados-la corrigió serenamente, la mujer dio un paso para atrás y respiró por unos segundos.

-¡Debes de agradecerle como es debido! Comprendo que te eduqué para que seas una buena esposa y espero que así sea, ahora serás duquesa y es tu responsabilidad hacerlo feliz. Quiero que le escribas una carta expresando tus más sinceros agradecimientos, no quiero que el duque piense que eres desagradecida y caprichosa, está gastando demasiado dinero en ti y es algo por lo cual debes estar feliz-ordenó su madre. Danielle la miró con los ojos entrecerrados por un momento y suspiró. Cherisse al fin había conseguido que ella se prometiera como tanto anhelaba y no iba a dejar que sus "tendencias" a ser independiente bloquearan el camino hacia el altar.

Que ingenua fui al creer que iba a abandonar esa faceta de matrona orgullosa e interesada que tuvo hace unos años...ella tenía el profundo deseo de que su madre se hubiese olvidado de aquellas crianzas tan estructuradas pero al parecer no sería tan fácil .

Tuvo que contenerse para no decirle todo lo que ya había violado con respecto a las normas sociales pero se mordió la lengua o sería demasiado, ya estaba agradecida de que ni su madre ni su hermano hubieran puesto demasiados obstáculos con Frederick.

Fingió aceptar las órdenes de Cherisse y se sentó en su tocador a buscar sus elementos para escribir la carta mientras observaba de reojo como su madre tomaba la indirecta y se iba de la habitación. En realidad aquel pretexto le servía de maravilla para poder estar más cerca de él (al menos de alguna manera) ya que por el compromiso los habían alejado lo más posible, sea por la organización o porque no querían que cometieran algún "infortunio o falta de decoro".

Sorpresa de un jazmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora