Un temor demasiado familiar

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-¡Santo Dios Danielle, tienes una cara! Después me decías de que el café me arruinaría pero comprendí que la falta de sueño lo haría más rápido, tu rostro parece el de un fantasma-agitó Arlys mientras ajustaba su vestido de bodas y Cherisse revoloteaba a su alrededor como una molesta polilla.

-Te dije hija que descansaras como es debido, el duque se horrorizará con esto-señaló odiosamente las marcadas ojeras que tenía. Danielle le corrió la mano impidiendo que continuara lanzando una serie de ataques injustos a su pobre cuerpo, el cual ya debía aguantar el estrés de la situación. Cherisse hizo una pausa y le pidió a Arlys que las dejara solas un momento, la chica de mala gana cedió solo cinco minutos ya que estaba lo suficientemente atrasada como para no dejar que ni la reina la interrumpiera-Debo hablar de algo contigo hija...sobre tu noche de bodas y lo que ocurrirá cuando tu marido-está tragó saliva sonoramente y estaba sonrojada, hablar de ello era un esfuerzo sobrehumano-Quiera cumplir con sus derechos conyugales en...-Danielle estaba demasiado incómoda, casi como su propia madre, pero reunió el poco valor que le quedaba y asintió sumisamente con la cabeza. Ella ya había hecho las cosas antes que el enlace ocurriera, por lo tanto todo aquello no sería una noticia pero debía fingir que sí.

-Madre...Arlys y Clarisse me contaron algunos detalles, además he leído lo suficiente sobre anatomía y biología como para saberlo. No debes de explicarme nada-sintió como el calor subía hacia sus mejillas y vio como su madre se relajaba por un segundo y se tensaba de nuevo.

-¿Por qué muchachas casadas te cuentan a ti sobre un acto tan sagrado como ese? ¡Eres soltera y virgen!-se llevó las manos a la cara enojada.

Mas bien lo era pensó en secreto mientras se miraba al espejo y una pequeña sonrisa subió por la comisura de sus labios.

-Ya está madre, no te debes preocupar-le tomó las manos cariñosamente y los ojos de Cherisse se humedecieron. Ambas se dieron un cálido abrazo y luego dejaron que Arlys entrara para que siguiera con los retoques.

En el piso de abajo esperaba Frederick tan impaciente que casi no pudo evitar inmiscuirse en la habitación de arriba y ver a Danielle. Charles Grant había ofrecido su lujosa casa de Mayfair para el acontecimiento y el sitio había sido completamente vestido para la ocasión. Había adornos florales en tonos pastel, lazos, sillas, un enorme arco donde se llevaría a cabo la ceremonia y un gigante pastel de tres pisos que había confeccionado una de las mejores pasteleras de Londres con delicados moños en tonos celestes.

El ambiente era sereno, encantador y acogedor pero Frederick continuaba tan tenso que parecía una piedra trabada en el curso de un arroyo.

-Frederick-la seca voz de su madre interrumpió sus pensamientos tal y como acostumbraba hacerlo desde pequeño, la mujer detestaba el ensimismamiento mental que a veces solía tener y disfrutaba detenerlo duramente cada vez que podía-¿Cuándo será la ceremonia? No quiero quedarme más tiempo del necesario en este lugar, rodeado de nuevos ricos...-susurró descaradamente mientras miraba a los Grant y los Hawke desde su silla de ruedas, estos charlaban alegremente en la recepción-Es vergonzoso que la futura duquesa comparta lazos con la plebe-subió su delgada nariz hacia arriba como un ave orgullosa. Aquel comentario no inmutó a su dama de compañía quién se redujo a mirar hacia un lado mientras Frederick se preguntaba cuántos comentarios mordaces y crueles debía de haber escuchado con semejante ama.

-Madre, te sugiero que no expreses tus irrelevantes opiniones aquí o me harás enojar...has venido porque querías y debes de comportarte como una persona decente-Frederick se molestó por el dejo snob de su madre, a pesar de su enfermedad el orgullo de "sangre azul" que la caracterizaba estaba intacto. La rubia mujer volteó los ojos y volvió a centrarse en la enorme araña de cristal en medio del salón.

Sorpresa de un jazmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora