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Aquella noche no había podido dormir, cada vez que cerraba los ojos las imágenes volaban a mi mente como flashes que solo quería poder borrar de mi memoria. Cuando por fin desperté el sábado cerca del mediodía, Alexis ya había dejado la escuela para pasar el fin de semana con sus padres. Lo que había pasado la noche anterior, tanto con Robin como con Nik, ahora se sentía lejano, irreal. Un par de chicas se quedan también ese fin de semana en la escuela, pero aún así casi no salgo de mi habitación. No estoy de ánimos para ensayar o para hablar con alguien, por lo cual no encuentro mejor remedio que sumergirme en una intensa lectura acompañada de Los Miserables. Era eso o reprobar literatura.

Había decidido no contarle a Alexis el incidente con Robin, no deseaba tener que revivir aquel momento en mi cabeza para describírselo y tampoco existía motivo para hablarle de Nik. Lo cierto es que ni el terror que había experimentado aquella noche ni Nik habían dejado mi mente un solo segundo desde que cruce la puerta de la escuela, pero tampoco tenía caso traerlos de vuelta al presente si lo que pretendía era olvidarlos.

—¿Sigues molesta por lo del viernes? —me pregunta Alexis de camino a la clase de ballet. Yo niego con la cabeza—. Te noto rara Liv, ¿pasa algo?

—Estoy bien —me limito a responder. No lo estoy, pero qué necesidad hay de expresarlo, eso no cambiaría nada. Decir que me sentía sola no cambiaría nada. Decir que me sentía vulnerable no haría que aquel sentimiento desapareciera. Decir que extrañaba a mi mamá, que la necesitaba, no la traería de vuelta.

No fue mi mejor semana anímicamente hablando y Gerda no dejaba de presionarme para que entrenara más, para que bajara más de peso, para que estuviera concentrada en clase, para que pensara en nada más y nada menos que en el concurso, en mi solo y en verme perfecta en el escenario. ˂˂No voy a permitir que destruyas mi coreografía.˃˃ Odiaba sentirme así, desmotivada, como si nada tuviera sentido y odiaba que Alexis se preocupara por mí, no porqué me molestara que lo hiciera, sino porque ella también debía tener cosas más importantes en las que ocupar su tiempo, como su propia coreografía para el concurso. No podía evitar mirarme al espejo durante las clases y ensayos, y pensar que quizás Gerda tenía razón: me veía gorda y ni siquiera conseguía que me salieran bien los pasos, porque simplemente mi atención estaba en otro lado. Me sentía frustrada.

—¿Cómo vas con tus ensayos? —Alexis está echada sobre uno de sus costados, de cara a mí, con su melena rojiza desparramada sobre la almohada y toda la extensión de su cuerpo estirado sobre la frazada de plumas.

—Bien —me encojo de hombros—. Gerda cree que muestro poco interés.

—¿Y con esa cara quién no? Créeme que hasta yo lo pensaría —no necesito despegar los ojos de la pantalla de mi laptop para adivinar su expresión.

—¿Y ya tienes la música para tu variación? —busco la canción instrumental en mi playlist y desconecto los audífonos para que Alexis pueda escucharla.

—El maestro Cuba nos ha dado opción a que nosotras elijamos nuestra propia música —me comenta emocionada. El maestro Cuba es el maestro que le fue asignado como coreógrafo, lo cual resultó ser una buena noticia para ella. Alexis tiene un talento especial para hacer que Gerda pierda la paciencia. Una es demasiado excéntrica y la otra un tanto anticuada, así que no es raro que choquen continuamente—. Tengo algunas opciones, ¿Quieres ayudarme a elegir?

—Claro —le digo, aunque no consigo disimular mi falta de entusiasmo.

—¡Vamos, Liv! No puedes seguir así.

—Muéstrame tu música —insisto y ella accede.

Una melodía de piano invade la habitación, seguida por una orquesta de metales, instrumentos de viento, violines y chelos, para hacerme olvidar por un rato la bulla que hacen mis pensamientos.

DesadaptadosWhere stories live. Discover now