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La última vez que me subo a la balanza antes de la noche de la gala me quedo tan sorprendida por el número que marca, que no escucho ni una sola palabra de lo que me dice la doctora. Cuarenta y ocho. El contrapeso se queda estable en el cuarenta y ocho y la doctora toma nota de mi peso en su registro.

—Sigues bajando, pero creo que ya estás en tu peso ideal. Ahora es cuestión de que te mantengas con una dieta saludable y continuando con tu rutina de entrenamiento.

¿Mi peso ideal? Por fin estaba en mi peso ideal según Gerda y según Alicia, nuestra doctora. No había mejor prueba de lo comprometida que estaba con esto y esperaba que ella se diera cuenta. No iba a dejar que algo tan tonto como mi peso me jugaran en contra en el concurso. Sin embargo, aquel número no se veía reflejado en el espejo cuando me miraba. Cuarenta y ocho no era suficiente, si pude bajar siete kilos en tan poco tiempo, puedo seguir bajando de peso hasta el concurso. Sería solo un mes más de sacrificio y sé que valdría la pena. Lo ideal es estar delgada, lucir esbelta, y seguía sin verme tan estilizada como Alexis o Luisiana. A su lado sigo estando gorda, los jurados las verán a ellas y luego me verán a mí, y es evidente que pensarán lo mismo. Cualquiera pensaría lo mismo.

—¿En cuánto estás? —me pregunta Alexis en cuanto me ve salir.

—Cuarenta y ocho.

—Wow. Lo lograste —pero no sentía que realmente lo hubiera hecho—. Ahora dejarás las pastillas, ¿no? Sabes que si las tomas demasiado tiempo te harán daño.

—Ha pasado solo un mes Lex, no es nada —le resto importancia.

—Bueno, pero ya no las necesitas. Estás perfecta.

Esa palabra, 'perfecta', no dejaba de burlarse de mí. Por supuesto que no lo estaba. No como ella. Aquella semana, no puedo desviar mi atención de mi reflejo durante las clases y dejar de compararme constantemente con las otras chicas. Sigo sin verme tan delgada como ellas, era imposible que estuviera en mi peso ideal. Esta vez Gerda se había equivocado. Yo podía bajar más, podía ser delgada, delgada como una bailarina y lo iba a demostrar. Alexis no tenía que saber que no había dejado las pastillas, antes pude ocultárselo y ahora también podía hacerlo. Solo sería hasta el concurso, hasta que hubiera ganado el primer lugar y haber obtenido mi pase al concurso internacional.

...

Por fin había llegado el día. El primero de tantos. Casi no había hablado con Nik durante la mañana y al parecer él se había tomado a pecho lo de no decirme si asistiría o no aquella noche. Pasamos toda la tarde ocupadas, era el ensayo general en el auditorio de la escuela, y el único sobre el escenario y con las luces antes de la función. Es la primera vez que muchas de nosotras baila con su vestuario puesto, así que algunas están nerviosas y sienten que no lo hacen tan bien como podrían. Yo en lugar de preocuparme por eso, no puedo dejar de mirarme al espejo en los camerinos y comprobar que me veo bien dentro del mío, lo cual me produce alivio.

Veo el reflejo de Luisiana en el espejo a mis espaldas, aún lleva puesta su ropa de ensayo y se traga una píldora antes de venir caminando hacia mí con su botella de agua en la mano. Me dijo que ella misma había consumido las pastillas, no que lo seguía haciendo —pienso y entorno los ojos sin darme cuenta mientras la veo acercarse.

—Me gusta —pronuncia y vuelvo los ojos a mi propio reflejo.

—¿En serio? ¿No me veo... gorda?

—Para nada, siempre se puede estar más delgada, pero creo que el blanco te va bien. Y sabes que no a todas les pasa —infla los cachetes y hace un gesto con los brazos para simular gordura. Era cierto, el blanco no es el color más asentador, hay que estar delgada para verse bien en él. ¿Yo lo estaba?

DesadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora