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Ahora sé que hable demasiado pronto. Los amigos de Nik son exactamente como aparentan: bulliciosos, imprudentes, exageradamente despreocupados y arrogantes. Y puedo deducir todo eso después de tan solo tres cuartos de hora en este lugar. El único amable hasta el momento ha sido Renny, y debo decir que me siento mal por haberlo juzgado antes de si quiera conocerlo, aunque sus amigos tienen gran parte de culpa en ello.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta un chico que jamás he visto antes. Me observa como si estuviera hablando con un trozo de carne y su aliento a cerveza me obliga a arrugar la nariz. ¿Acaso Nik no les habló de mí? No, por supuesto que no lo hizo. Ni siquiera se preocupó en presentarme a sus amigos cuando llegamos.

—Liv.

Intento alejarme de él, pero me rodea, y planta su imponente y sudoroso cuerpo ante mí. Su proximidad me espanta y busco a Nik con la mirada, pero está muy ocupado bebiendo y riéndose a carcajadas con sus amigos como para voltear a verme.

—¿Liv? ¿Qué clase de nombre es ese? —se ríe. El tipo intenta sujetarme por la cintura, pero está demasiado borracho para atinar y por poco cae al suelo.

—Déjala en paz Thiago —es la voz de Kara—, con ese olor ni tu madre te daría un beso —el tipo la mira con desprecio y lanza un escupitajo al suelo antes de alejarse. Me extraña que justamente ella se haya acercado a ayudarme, pero probablemente también a ella la juzgué muy pronto.

—Gracias —me limito a decir.

—¿Quieres? —me ofrece un cigarro de su cajetilla, pero niego con la cabeza—. Los tipos son unos cerdos inmaduros, pero cuando están borrachos se superan a sí mismos.

—Así que tú eres la amiga de Nik —una nueva voz se une a la conversación. Es la amiga de Kara, también la recuerdo.

—No la acoses Sasha, ¿no ves que no está acostumbrada a nuestras fiestas? —vuelve a mirarme—. Seguro que tú debes asistir a eventos de otro nivel ¿no? —su pelo rubio ahora está teñido de un tono plata y sus ojos claros resaltan por el excesivo maquillaje que cubre su delicado rostro.

—No, en realidad no suelo salir mucho.

—¿Y tampoco bebes? —me pregunta Sasha con tono despectivo. Mi vista viaja a sus pechos que amenazan con salirse de su blusa en cualquier momento.

—Déjame prepararte algo —insiste Kara y me arrastra hasta la mesa de bebidas, donde están repartidas una variedad de botellas que contienen distintos licores para que los mismos asistentes a la fiesta puedan servirse.

—No te preocupes, no está muy fuerte —me dice extendiéndome un vaso descartable color rojo con un líquido negruzco en el interior. Doy un sorbo para no quedar mal con ella, solo intenta ser amable, y me esfuerzo por controlar mi expresión facial cuando siento el líquido arder en mi garganta.

—Así que, ¿de dónde conoces a Nik?

—Lo conocí de casualidad cuando fui al Lima Bar por el cumpleaños de mi mejor amiga. Tropecé con él y me ayudó. Tú estabas ahí —le recuerdo.

—Que caballero —comenta irónica.

—¡Hey, bailarina! ¿Por qué no nos haces un show privado? —grita uno de los chicos, quién rodea a la morena por los hombros. También a ella la recuerdo, estaba en el baño aquella primera vez y me llamo 'mojigata'. Solo espero que ella no pueda recordarme.

Escucho como las palabras llegan acompañadas de las risas de sus amigos. Cuando me doy la vuelta, Kara ha desaparecido, pero no su amiga.

—¡No me digas! ¿Tú eres la que baila en el tubo? —me pregunta Sasha entre risas, aunque su incredulidad me suena más a burla—. ¿Quién lo diría? Si tenías pinta de mosca muerta. Esas son las peores.

DesadaptadosWhere stories live. Discover now