♥26 Capitulo♥ Año después

349 30 0
                                    

Fui a la mezquita a rezar, mí sultán cree que lo hice para pedir por la salud de nuestro príncipe.
La Sultana Lina ya cuenta como mí hija, será criada como la hija de la Sultana Kader.
Pedí perdón a ala, espero que al morir no me castigue, solo eso.

Pasó un año, así como cada día me enamoro más de mí sultán, también cada día me enamoro más del poder. espero llegar a ser madre Sultana algún día pero eso significaría la muerte de mí amado, lo cual no podría soportar.

Mí príncipe ya tiene un año al igual que mí sultana Lina.
Ambos crecieron saludables.

La madre Sultana ya no me saluda cómo antes, ni me trata igual, ahora parece tener un mal humor constante, siempre está con cara sería y no parece estar feliz.
Probablemente me odie por algún motivo que aún no descubro, quizás le da miedo que alguien ocupe su puesto o quizás solo quiere el poder para ella sola.

Aveces recuerdo mí antigua vida pero poco a poco algunos detalles se me fueron borrando, me hubiese gustado despedirme de mí madre.

En este año, me concentre en aprender cosas, me di cuenta por propia experiencia que el conocimiento es poder y si querés sobrevivir tenes que aprender.
Mí sultán y yo, aún somos muy apegados, somos amigos, amantes, enamorados y esposos.
Quisiera poder explicarle con mis palabras lo que siento pero no puedo, sería sencillamente imposible.

El sultán me llamo para esta noche, así que me preparo y voy.
Al llegar esta el de pie mirando cómo entro a aquel cuarto.
Intento besarlo y sin embargo me detiene.
—¿Que sucede mí sultán? ¿Acaso hice algo mal? - dije mirando al suelo, sin ánimos de desafiarlo.
—Si yo te pidiera que saltes de nuestra torre... ¿Lo harías?
Levante la mirada y lo vi asombrada, el me miraba fulminante. Volví a bajar la mirada rápidamente y entre lágrimas comencé a hablar.
—¿Usted está enojado conmigo?- Me arrodille en el suelo y comencé a llorar.
—Solo contesta... ¿Lo harías?
—Si usted ya no me ama, no tengo ningún motivo para seguir viviendo, así que lo haría. - Dije aun arrodillada en el suelo
—Perfecto, entonces sígueme. - aún si mirarme comenzó a caminar.
Mientras íbamos caminando hacia la torre, yo lloraba en silencio y decía algunas oraciones.
—Mi sultán, cuide bien de nuestro príncipe, y nuestra sultana Lina, No deje que sufran nunca por favor.
El asentía con la cabeza y al llegar a la torre me temblaban las piernas.
Él se quedó de pie, y yo me pare enfrente de la baranda de aquella torre.
El estaba esperando. Me subo a la baranda.
—antes de saltar mí sultán, quiero que sepa que lo amo, espero que nunca me olvidé mí amor.
Cerré los ojos con la intención de tirarme, ya decidida y resignada cuando unas manos sostienen mí cadera y me tiran hacia adelante.
Caigo encima de mí sultán quien me abraza.
—¿Enloqueciste? ¿Crees que te dejaría ir así nomás?
—Mi sultán... ¿Porque...?
Me desmaye gracias al alivio que sentí después de tanto miedo, mí amado siempre hace cosas extrañas y me mete en ello.
Al despertar, el me besa mí frente y me pregunta si estoy bien.
—Sucede que, hace unos días estuve pensando que tus sentimientos hacia mí habían cambiado ya que ahora no venías tanto a mis aposentos y solo aparecías cuando te llamaba, quería saber cuánto me amabas realmente.
Yo lo mire, fijo a los ojos.
—¿Porque me tortura así majestad? Perdoneme pero no puedo evitar estar molesta con usted.
—Tu no puedes enojarte conmigo, ¡Yo soy el sultán! - Dijo como un niño.
—Perdoneme pero eso no lo mejora.
—Bien... Entonces lograré conseguir tu perdón mí bella. - Dijo y se levantó en modo gracioso.
Pareciera como si todo se lo tomara a juego por más que es un sultán, aveces siento que se parece más a mí hijo.

Mí amado es tan extraño, aveces puede parecer un hombre serio y hasta puede (si quiere) llegar a ser cruel pero otras veces es tan curioso y juguetón que parece un niño pequeño.

No era cierto que estaba enojada, no podría enojarme con el...
Me iba a levantar de la cama para volver a mis aposentos cuando la doctora me detiene.
—Sultana Kader, creo que sería necesario hacerle algunas pruebas.
—¿Porque? ¿Sucede algo?
—No se preocupe, tiene algunas anomalías y requieren un control, pero no parece ser muy grave.
—Bueno, entonces puede empezar.

Al revisarme la doctora me mira confundida
—Sultana, le haré una prueba para ver si usted está embarazada.
—¿Embarazada?... Es-esta bien, prosiga...
Mientras analizaba yo miraba al techo pensando y casi convencida de que no lo estaba.
—Si mí sultana, usted está embarazada, felicidades.
—¿Enserio? ¡Nuestro sultán se pondrá muy alegre!
Me levanté rápidamente y fui a mis aposentos para contarle antes que nada a mí confidente y mejor amiga.

Diario de un palacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora