♥32 capítulo♥ Adios

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Fui hacia los aposentos de mí amado, y me pare a su lado, el estaba nervioso, triste, se notaba que está decisión no lo hacía feliz.
—Mi sultán, si usted quiere retroceder ...
—¡No!- me interrumpe- Ella es un peligro para el imperio, no la perdonaré.
Me quedé en silencio, a su lado, esperando a que trajeran a la Sultana Melek.

Al llegar la tiran por el suelo los guardias.
Ella estaba agachada, mirando al suelo casi sin moverse, parecía trastonarda.
—Sultana Melek, por las acusaciones que hay en su contra, y con la firma de un juez, tengo tu sentencia de muerte.
La Sultana Melek levantó la mirada preocupada, comenzó a llorar y a rezar, quizás intentaba darle lástima al sultán.
—Perdoneme mí sultán, por favor perdoneme la vida, exilieme pero no me mate, soy su hermanita.
—En el momento en el que decidiste traicionarme dejaste de ser mí hermana.

La Sultana Melek se iba ensombreciendo cada vez más, la situación era muy tensa y yo estaba muy nerviosa, mí sultán estaba mal y yo solo podía rezar para que todo saliera bien.

En ese momento, la Sultana Melek se acerca hacia las ropas del sultán.
Se agacha y sostiene su ropa y le implora piedad.
El la empujó con tanta fuerza que la tiró de costado.
—¡Guardias! - Dijo en un grito el sultán.
Pero al pestañear, la Sultana Melek se había tirado encima de él.
En ese momento quedé en un shock temporal, sin entender que estaba pasando, logré sacarla de encima y tirarla al suelo.
Una vez en el suelo, observé hacia atrás y vi a mí sultán, cubierto de sangre y sufriendo.
Yo estando encima de La sultana Melek, observé su mano y tenía una daga.
Logré quitársela, y la apuñale en el corazón con ira, al menos 10 veces.
Los guardias me quitaron de encima y el doctor llegó corriendo.

La Sultana Melek había muerto, ella sabía que moriría pero se había asegurado de no irse sola.
Apuñaló a mí sultán en el estómago, y ahora la doctora estaba viéndolo.
Me quitaron de los aposentos pero entre a la fuerza, nadie podía quitarme de su lado y menos ahora.

Al verlo acostado y sufriendo comencé a llorar.
—Mi amado, mehmed, por favor no te vayas.
—Mi hermosa Kader, Te amo, a ti y a nuestros hijos... Serás una gran madre Sultana...
—¡No! No puedes abandonarme, no ahora, por favor...- Gritaba en llanto.
Tome su mano y lo besaba, besaba su frente y lo acariciaba, sabía que sería la última vez que lo vería con vida y sentía que el tiempo que había pasado junto a él había sido muy corto.

El sultán había muerto, sus últimas palabras fueron versos de amor hacia mí y nuestros hijos, el palacio entero estaba de luto y mí corazón se había muerto junto a él.
Era tan joven y aún le faltaba tanto para demostrar, jamás me arrepentiré de haberme enamorado de aquel hombre del cual seré esclava durante toda mí vida.

Me asegure de que el cuerpo de la Sultana Melek haya sido tirado al río, en un lugar donde nadie lo encuentre jamás ya que no merecía ningún entierro.
Y a nuestro sultán hicimos la ceremonia, todos, inclusive las nuevas concubinas estaban llorando.
A mí ya no me quedaban lágrimas para llorar, ya no sabía que podía hacer, estaba pérdida.

Volví a caminar por los pasillos de aquel viejo palacio, camine por aquellos lugares donde me topé con el las primeras veces, recordé su rostro sonriéndome la primera vez.
Seguí caminando con la esperanza tonta de encontrarmelo, y que me diga que todo fue un sueño, una pesadilla.
Pero las horas pasaron y algo me decía que no era una pesadilla, que no era un sueño.
Recordé mí vieja vida, desee volver a ser joven y volver a no sentir amor nuevamente.

Fui hacia nuestra torre, me pare allí y también recordé cuando me pidió casamiento.
Miré hacia abajo y pensé en tirarme.
Me subí y cerré los ojos, pero el llanto de un bebé hizo que los abriera.
Recordé entonces que tengo hijos, fruto de nuestro amor, lo último que me quedaba de aquel hombre que por primera vez le dio un significado a mí vida.

Mí hijo, el príncipe Tarkan, el sería entonces el nuevo sultán.
Pero era aún muy joven, ni siquiera era un niño aún era un infante.
Así que quede como regente, tuve que hacerme cargo del imperio que dejó mí difunto amado.
Me convertí en la Sultana más poderosa de toda la historia.
Aunque tenía todo el poder del mundo, hubiese dado mí puesto a cualquiera que me devolviera a mí amado.

Diario de un palacioWhere stories live. Discover now