Capítulo 12. Ojo x ojo

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Iker era el epítome de lo que significaba ser un cretino, un ejemplo brillante del significado de esa palabra, pero sin importar lo encabronada que me sentía, no podía dejar de pensar en lo atractivo que era. Desafortunadamente para mí, él estaba consciente de las ventajas que su aspecto físico le daba.

—¡Protesto!— exclamé de repente, haciéndolo fruncir el ceño, soltándome de su agarre.

La expresión de su rostro era de pura ira, por lo tanto, en cuanto dio un paso hacia mí, sentí la necesidad de retroceder unos cuantos. Él seguía acercándose y yo seguía alejándome hasta que choqué con la pared.

—No soy un fanático de la insubordinación, Milla—su voz era plena, sin emociones. —¿Crees que solo porque te follé no te despediré?—El rastro de una sonrisa rozó sus labios pero de inmediato despareció.

«Posiblemente sí...»

—¿Alguna vez te preguntaste por qué no me esfuerzo en mantener este puesto por más tiempo?— Decidí esconder los nervios que me provocaba y mirarlo de frente.

—¿Incompetencia?

—¿Me estás haciendo a mi incompetente?— cuestioné. Era una cosa hacernos la vida de cuadritos y otra muy diferente tragarme unas ofensas mentirosas. Tal vez no estaba igual de eficiente como Irina pero la ganaba fácilmente a la zorra de Carina. —¿Es una broma?

—¿Acaso me estoy riendo?

«¡Abracadabra, pinche muggles!»

El contacto visual que hemos mantenido se había roto en cuanto la puerta de la sala de junta se abrió y un par de socios entraron. Iker retrocedió unos pasos y, luego de haberme apuntado con el dedo señalándome que esa plática iba a ser continuada, se volteó y caminó hacia sus hombres vestidos de traje. Por fin pude respirar aliviada, momento en el cual también noté la forma en la que mis piernas temblaban y la forma acelerada en la que latía mi pequeño, azucarado y puro corazoncito. Es que yo sí tengo corazón, bien enterado, bien escondido, pero lo tengo...por algún lugar.

Me dirigí hacia la puerta cuando mi jefe, igual de lindo y sensible, cuestionó:

—¿La está superando el tamaño de la situación, señorita Flow, o por qué se va? — La malicia de su voz resonó en toda la sala, haciendo que todo el mundo gire sus cabezas hacia mí. Una sonrisa irónica apareció en los labios de todos.

«Ya fue suficiente. Recuerda, imbécil, que el que empezó esto fuiste tú.

—No hay nada demasiado grande para mí aquí, al contrario, el tamaño de la situación me parece absurdamente pequeño.— sonreí y miré a cada uno de esos hombres que me miraban confusos, todos hasta que me topé con los ojos azules celestes de mi jefe, quien apretó la mandíbula. —Con su permiso, señor Sinclair, iré por los catálogos.— añadí sin esperar una réplica de su parte. Salí enfadada de esa sala de reuniones.

Te conozco x los zapatos ©®  Where stories live. Discover now