Capítulo 15. Tensión extrema

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SORPRESA 💛

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«¿Qué diablos debo hacer para manejar a esta mujer?»

Estaba más jodido que nunca. Con cada día que pasaba a su lado me volvía preso de su locura y con cada día en el cual ella estaba ausente, mi autocontrol se evaporaba. Esa mujer tenía una influencia perturbadora sobre mí.

Había sabido desde cómo amanecí que no había forma de ser capaz de formar un pensamiento coherente. Lo único que quería era follarla. Motivo por el cual cancelé todas las juntas que tenía para ese lunes. Estaba perdiendo el control y, no solo sobre mí, sino sobre mi vida entera. Yo no me permitía el lujo de perder la cabeza, ni siquiera si se trataba de los tremendos y placenteros polvos que disfrutaba al lado de la señorita Flow. Tenía que concentrarme en mis prioridades y sobre todo en mi libertad.

La señorita Flow pasó su trasero y sus zapatos amarillos—los mismos zapatos feos—por mi empresa a las ocho en punto. La había escuchado hablar con alguien cuando están en la cocina preparándole el café—poniéndole bicarbonato en lugar del azúcar, que normalmente la recepcionista preparaba para toda la empresa en la mañana.

Luego de haberme asegurado que iba a recibir ese café especial, me dirigí hacia mi despacho. Era impresionante el poder que tenía esa mujer sobre mi pene, que desde que la había escuchado riéndose con la recepcionista no quería bajarse de ninguna manera.

Me senté en la silla de mi despacho y esperé a que la calentura se me baje. Y esperé...

Después de varios minutos de tortura, me incliné hacia mi escritorio y me tiré con fuerza del pelo, deseando calmarme y bajarme la puta erección matinal, cuando me sobresalté por haber escuchado un fuerte ruido que provenía del pasillo. Caminé hacia la puerta, abriéndola y notando el trasero de la señorita Flow— mirándolo, no arreglaba en absoluto el problema que tenía en mi pantalón, que estaba recogiendo unas cajas con... «¡Mi nueva colección de zapatos!»

—¿Te importa decirme qué demonios estás haciendo con mi nueva colección tirada en el suelo?— cuestioné y ella se levantó, girándose hacia mí y mirándome de una forma que parecía que me acabara de salir un tercer ojo.

De repente sentí la necesidad de proteger mis joyas. Conociéndola, esa mirada no predecía nada bueno.

—¡Milla, Íker!— La llegada de Emir— como siempre inoportuna, la hizo deslizar la mirada de mí para fijarse en él. —¿Enfadando al jefe desde la mañana?— Le dio un codazo a Milla mientras se dispuso a recoger las cajas en su lugar.

«Emir, eres un imbécil»

—¡Oh!— susurró Milla de repente con la intención de apoyarse en la pared, momento en el cual la agarré por la cintura, mirándola confundido.

—¿Te encuentras bien?— pregunté en voz baja y ella asintió ligeramente con la cabeza.

—Solo fue un mareo.

Te conozco x los zapatos ©®  Where stories live. Discover now