Capítulo 35. El idiota de Sinclair

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«Tras ciertos infiernos uno aprende a vivir con el corazón roto»

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«Tras ciertos infiernos uno aprende a vivir con el corazón roto»

La vida tenía demasiados colores para pintarla en gris, negro o blanco. Desde el momento en el cual la bruja con extensiones mediocres pisoteó mi casa, pensé—aun si podría resultar equivocada, que todo pudiera ser un invento suyo. Aun si la actitud de Iker no dejaba por entender otra cosa, decidí marcar a mi mejor amiga, Irina, y mandarla directamente a la empresa para averiguar lo que realmente estaba pasando. Luego de haberme mandado a la chingada, se había mostrado lista para tomar el papel de detective.

—Voy a salir— avisé mientras bajé las escaleras de mi casa, anunciando a mi familia acerca de mi partida.

Al parecer, mi padre no tenía la posibilidad de llevarnos en ese mismo instante al pueblo, así que nuestra partida se pospuso para los próximos tres días, algo que me había dado un sentimiento de alegría ya que por fin podía regresar al trabajo de mis sueños.

—¿Y se puede saber a dónde vas?— cuestionó mi padre mientras bajó el periódico e inclinó la cabeza, haciendo que sus lentes se deslicen lentamente por la nariz y me mire sospechoso.

—Al orfanato— contesté mientras me ponía los zapatos—Le prometí a la Miss Olivia que en cuanto acabe con mi trabajo regreso a ayudarla con los niños. Sabes lo mucho que le encanta pintar— sonreí realmente contenta, recordándome cada sonrisa que los pequeños me habían regalado al largo de esos años en los cuáles me había dedicado a ellos.

La vida se había decidido por mí una vez más. Así se hace que después de varios años volví a encontrarme con la Miss que una vez me había cuidado mientras estaba en el orfanato. De plática a plática le pedí que me permitiera implicarme e incluso ayudarla con los niños. Conocía las necesidades que tenían o, me recordaba a mí misma cuando estaba en sus posiciones y la inmensa felicidad que sentía cuando alguien venía a jugar con nosotros.

—¿No crees que llegó la hora de encontrar un trabajo real?— preguntó.

—No te lo he dicho— hice una mueca—Desde hace unos meses la Miss intentó obtenerme un puesto allá. Incluso por esta razón deseo encontrarme con ella.

—¿De qué puesto se trata?

—Posiblemente el de profesora de arte y diseño.— le había mostrado mi mejor sonrisa.

—Consigues o no ese puesto, te aviso que en tres días te irás al pueblo. Ya hablé con tus abuelos— replicó cortante, dándome por entender que no tenía ni la mínima intención de olvidarse de su nueva obsesión, verme lejos de la ciudad. —Te deseo suerte, hija— me sonrió. —¡Ah,Milla!— me llamó antes de haber salido por la puerta. —Hazme el favor de mandar a ese niño a su casa si no quiere que llame a la policía y dile a tu hermana que deje de comunicarse con él a través del balcón o muy pronto se va a descalabrar.

—Bien...— murmuré con el ceño fruncido y un tanto en estado de shock.

—¿Tardarás mucho?— volvió a interrogarme.

Te conozco x los zapatos ©®  Where stories live. Discover now