Capítulo 39. Ciclo cerrado

36.2K 3.9K 548
                                    

Me habían costado mil tormentas para cerrar ciclos que desde varios años me estaban matando por el interior, que me habían agotado por exterior y que me habían desfigurado el corazón

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me habían costado mil tormentas para cerrar ciclos que desde varios años me estaban matando por el interior, que me habían agotado por exterior y que me habían desfigurado el corazón. Había sido un estúpido. Había aceptado una condición que no me representaba.

Dicen por ahí que una vez que elegiste el camino correcto, las puertas se abren, pero primero procura ser tú quien cierra las otras entreabiertas, porque al final de todo, hasta la luz escoge una precisa ventana por cuál pueda mandar sus brillos más fuertes.

Nadie dice que esa puerta será la adecuada, tal vez será solo una felicidad pasajera o si tienes suerte será eterna. Pero una cosa queda en claro: Nunca sabrás qué se esconde detrás de esa puerta si no la abres, y al final de todo, precisamente ese sentimiento de inseguridad hace la vida interesante. Dolorosa pero interesante.

—¿Y ahora?— Escuché la voz de mi hermana que me estaba fijando, intuyendo tal vez mis impulsos.

Jodidamente, no sabía cómo proceder, si seguir hacia adelante o simplemente dejarlo todo y escoger el camino fácil, simplemente esperar a ver lo que iba a pasar. Si al inicio todo había sido simple y lógico, al final se volvió desastroso y confuso. Mi plan había fallado exactamente en esa parte que me había dado temor al inicio. La base de todo se estaba derrumbando y en ese momento era demasiado tarde para cambiar algo.

Jodidamente, ella debía haber llegado a mi oficina días antes. Malditamente, debía haber recogido sus cosas desde el inicio. Milla había sido el único punto del plan que podría ir de manera terrible y, aparte de que fue esto lo que exactamente ocurrió... No bastó, ella tuvo que interferir y exponerse, justo lo que no quería que pasara.

—¿Estás bien?— insistió preocupada una vez que se había adentrado y cerrado la puerta de mi oficina.

—Llama al abogado.— hablé con claridad mientras miraba por la ventana. La tormenta se estaba avecinando a pasos apresurados. —Llegó la hora.— añadí poco inexpresivo mientras me encontré con mis propios ojos sin vida reflejados en la ventana.

—Iker, ¿no crees que te estás precipitando?— cuestionó en voz baja, como sintiendo miedo en desafiar mi orden. —Entiendo lo duro que es todo esto para ti pero piensa en...— se detuvo al instante que me giré hacia ella.

—No hay un tiempo exacto para hacer las cosas.— dije—, igual a cómo no hay una manera adecuada para actuar.— perseguí.

—Como tú deseas.— se mantuvo en silencio durante unos momentos y luego de haberse mordido los labios de manera nerviosa añadió: —¿Qué pasará cuando todo esto acabará?

Fijé la mirada en ella.

Se encontraba de pies, abrazándose sola y con la mirada bajada. La sonrisa que fue obligada a mostrar en los últimos días se había esfumado y ahora había quedado precisamente lo que ella era: una mujer simple, con cien demonios en su interior y mil remordimientos en su cabeza.

Te conozco x los zapatos ©®  Where stories live. Discover now