Quise ser el que te lleve lejos...

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Desde la madrugada Blas tiene un mal presentimiento.

La noche anterior Junior en un gesto monumental de lo que fuese lo que el estimaba lo unía a Blas, había propuesto presentarle a su mejor amiga, y formalmente a sus hermanos sin armas de por medio. A modo de reconocimiento, Blas le había ofrecido invitar a su mejor amiga, y habían organizado una cena en la casa de Blas.

Había sido una gran noche. Al menos por unas horas Blas sintió a Junior relajarse, y pudo fingir que todo era una situación ordinaria. A veces a Blas le gusta jugar a ese juego, donde se imagina que el y Junior son solo conocidos casuales, que se transforman en amigos y se van enamorando de a poco, hasta que todos los pedazos de su vida comienzan a encajar juntos.

(Se imagina que un día están sentados en un banco en una plaza y el sol brilla muy fuerte, y a la vista de todos, Blas besa a Junior y Junior le devuelve el beso. Junior sostiene el rostro de Blas entre sus manos de la manera delicada que sostiene la taza de té que le gusta tomar antes de dormir. Para cuando terminan de besarse, el sol ya se movió del centro del cielo y los dos están riéndose. Se ríen todo el camino de vuelta al departamento que comparten y pasan todo el día en la cama hasta que mas tarde se encuentran con sus amigos a cenar y se toman de la mano por debajo de la mesa.

Nunca se queda mucho tiempo en ese lugar, los pedazos de sus fantasías encajan tan bien en la realidad que le duele.)

Cuando su mente se queda en esos momentos Blas intenta concentrarse en lo que si tiene con Junior. Piensa en Junior borracho entrando a su departamento, en su cama, llorando y riendo y murmurando cuanto odia a su padre y cuanto quiere a Blas – y Blas callándolo, no queriendo que diga nada que aún no está listo para admitir. Piensa en cuando viajan juntos en la moto de Junior, imposiblemente cerca, los brazos de Blas alrededor de la cintura de Junior y Junior entre sus sabanas, acostado en frente de el, mientras la lluvia cae afuera, el aire pesado con cosas que ambos saben pero que no quieren decir.

Esa noche, están sentados en el sillón, riéndose de un chiste que hizo Lula, y Junior estira su mano y la pone sobre la rodilla de Blas. Nadie se da cuenta ni hace ningún comentario al respecto, pero Blas siente como la mano del menor tiembla y se acerca colocando la suya para cubrirla.

Junior sonríe y Blas piensa que es lo más lindo que vio en su vida.

Y el también está contento. Agustina es una chica excepcional y Blas piensa que es bueno que Junior tenga una persona tan centrada y coherente en su vida, alguien que este por fuera del mundo que controla su padre. Dante y Romeo tampoco son malos, solo se nota que no conocen nada fuera de Mauro Funes, al igual que Junior.

Cuando se van a dormir esa noche, Junior todavía sigue sonriendo. Blas se queda dormido al instante, y cuando su mente esta comenzando a formular un sueño particularmente extraño, es cuando Junior lo despierta.

"Blas...Blas..."

"Mmm?" El sueño de Blas se comienza a desvanecer, lo único que siente es el peso contra su cadera y el murmullo.

"Blas, no puedo dormir."

"¿Qué?" Blas comienza a procesar lo que Junior está diciendo, pero no se mueve. Sus ojos todavía están cerrados pero su cerebro se está despertando.

"No puedo dormir."

Blas arquea la ceja mientras sus ojos siguen cerrados. "¿Y me despertaste? "

"Blaaaaaaas,"

Blas siente un tirón en su oreja y piensa que Junior debe estar mordiéndolo. Bufa y estira su mano para llevar a Junior contra su pecho, rodando de costado para atraparlo. Besa lo que se siente como su frente, sin abrir sus ojos. "Cerra los ojos y volve a dormir, deben ser como las tres de la mañana.

los pajaros tocando tu cancionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora