Capítulo 6

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Desde que había vuelto de nuevo a mi país después de haber estado fuera por algunos años, notaba una especie de calma, volviendo de nuevo a recordar lo que fue mi vida antes de irme. Pero sobretodo me marché para poder poner en orden mis ideas y al ser posible arreglar mi corazón.

Ver de nuevo a mi familia y amigos me alegra llenándome de nostalgia.
Poder abrazar a mi primo, fue emocionante incluso me estremecí al llegar a "Liebe" y ver el caluroso cariño con el que me recibieron toda mi familia

Durante la cena, no paré de hablar  contando lo que había echo durante estos años.
Sin embargo, a pesar de estar feliz rodeado de mi familia, en la soledad de mi alcoba, estaba tumbado con mi brazo por detrás de mí nuca pensando en Alba.
Una sonrisa se instaló en mi rostro al saber que ella sigue soltera, sigue trabajando duro cuidando de su familia.
Aquella fue la única información que le pude sacar a Laura, además de que por fin podría verla mañana en el bautizo, puedo incluso imaginarme cómo será nuestro primer encuentro.

— Héctor mi amor te ayudo con la corbata pareces que en toda tu vida te hubieras echo el nudo. — Alois se aproxima a mí para hacerme el nudo de la corbata.

— Alois, sabes algo.

— No. Tú dirás.

— Durante todo este tiempo, he echado mucho de menos Alba.

— Sí, y yo voy  y me lo creo. Por eso no dejamos de leer con la fila de mujeres con las cuales te has portado todo un caballero, seguramente porque te acordabas de Alba.

— Alois no me hables así, no es broma, te digo la verdad.

— Te creo primo. Aún así, pienso si en verdad no hubieras dejado de pensar en Alba, tampoco hubieras dejado que otra mujer te sedujera. Héctor, si quieres a Alba cómo dices, hubieras echo lo posible por cruzar esa barrera. Quizás ahora sea todo tarde el querer recuperarla.

Me quedo serio, incluso quieto pesando en la conversación con mi primo.
Aunque tenía que saludar a mi familia y amigos con alegría dentro de mí había un pequeño lamento que no me dejaba en paz.
Esa pequeña tristeza se fue convirtiendo en alegría en el momento que volví a ver esos ojos turquesa, supe de inmediato que Alba seguía viviendo en mi corazón.
Miré su boca, esa boca que tantos besos me robaron, al rozar mi mejilla con la suya me percaté que había temblado, y aquello me hizo percatarme de  esas emociones que hay entre ella y yo no habían desaparecido como había imaginado.

Por supuesto, aquí a uno no le puede salir nada bien.
Daniela me había acompañado en mi viaje, por lo que no me quedó de otra que hospedarla en mi casa y hacerle de guía turístico.
Era  mi primer encuentro con Alba desde mi regreso, tan sólo quería acercarme a ella, hablar y al ser posible, poder averiguar más sobre su vida.
Y de nuevo las cosas no me salen bien.
Daniela no paraba de preguntarme por cosas sin sentido y aquello ya comenzaba a molestarme. Quería prestarle atención Alba, necesitaba hablar con ella, poder mirarla y expresarle estas sensaciones que ella me produce, pero no había medio de poder hablar con ella.
Si no era porque tenía que atender a Daniela, eran mis amigos.
El caso que me sentía mal por no poder hacer más de lo que quería referente a Alba.
Incluso cuando un camarero se acercó a ella diciéndole algo a su oído, me preocupé que le hubiera pasado algo. Quería poder seguirla, sin embargo, no pude hacerlo hasta pasados unos minutos cuando la vi con ese camarero tocándola, irritándome la manera de cómo se reía con ese idiota.

Desde el momento que los vi juntos algo oscuro se fue formando en mi interior, por un lado quería atraparla entre mis brazos y por otro lado, enfadarme conmigo mismo.
Cómo había sido tan imbécil.
¿En qué estaba pensando? En que Alba iba a estar sentada en una silla durante todo este tiempo esperando a que yo regrese y declararle mi amor cuando años atrás no lo hice por cobarde.

La Obligación de Quererte Where stories live. Discover now