Capítulo 27

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Furiosa, llego a casa de Héctor tirando el bolso al sofá empezando a salir de mi boca palabras nada halagadoras dedicadas para Héctor.
Mi abuela que me escucha desde la cocina sale a mi encuentro limpiándose las manos en su mandil.

— Alba sigue hablando así y te juro que te restrego guindilla picante en esa boca.

— Lo que le diga a ese imbécil es poco. De verdad que no entiendo si el golpe que se dió en la cabeza fue para dejarle sin memoria o más tonto aún.

— Alba cariño, los hombres ya sabes que son cortitos de luces, no ven lo que tienen delante de ellos hasta que lo pierden.

— No entiendo abuela, porqué debe de estar haciéndole de niñera a Bianca. ¿Es que no se da cuenta que le está haciendo chantaje emocional?

— ¿Habéis hablado y él te ha explicado el motivo de porqué lo hace?

— Sí. Pero no me basta con me diga que no va ha dejar a Bianca intente  quitarse la vida.
Raquel también se suicidó y nada se pude hacer por salvarle la vida. Por eso estoy segura que Bianca solo lo hace para mantener a Héctor a su lado. — Mi abuela trata de darme consejos, hacer que vea las cosas de otro modo.
Pero no sirve de nada que me haga recapacitar.
Héctor lleva días en el hospital con ella. Cuando viene a la casa es para ducharse, comer algo, ver a Marina e ir a trabajar.
Y allí es donde nos vemos, en el trabajo, rodeados de cámaras siguiendo las órdenes de varias personas y actuando.

Desde que hablé con él en el hospital hace días se ha mostrado conmigo más frío, y a millas se  nota que hace a la perfección su trabajo de actuar.
Sus besos saben amargos, en sus ojos ya no leo esa verdad de saber que lo hago feliz, simplemente actúa tratándome  como una compañera más.
Y eso me duele, me lastima demasiado como para tener que irme hacia mi camerino y romper a llorar.

En mitad de mi lamento tocan a la puerta. Sonrío como una boba y corro hacia la puerta.
Al abrir la puerta con la esperanza de que sea Héctor quien me venga a buscarme. Pero no. Es Rubén un compañero de rodaje el cual interviene en la serie como mi enamorado y el rival de Héctor para conseguir su apuesta de cual de los dos se quedará con mi amor.

— Alba, ¿Te encuentras bien?— Rápidamente seco mis lágrimas, no me gusta dar pena a nadie. Mis problemas son míos y nadie me lo va resolver.

—  Sí, por supuesto. Es que estaba ensayando para la siguiente escena donde me partirán el corazón y estaba aquí echándome las gotas para darle más realismo. — No sí mejor actriz no podría ser, se me da genial mentir.

— Ah, era eso. Pensaba que era algo personal, en estos días te he visto que estás algo apagada y hoy te noto algo distraída, por eso he venido a tú camerino.

Vaya, al menos si hay alguien que se preocupe por mí.
Me ruborizo por la manera de mirarme Rubén con sus ojos verdes y ese gesto de acariciar mi mano.

— ¿Más tranquila? — Asiento con la cabeza bebiendo de la botella de agua que me hace entrega Rubén.

Comenzamos a comer sentados en una mesa instalada fuera de mi camerino, hace tanta calor que apetece comer fuera, así al menos podré recomponerme más rápido.
Rubén y yo comenzamos a repasar el guión, hasta que llega el momento que debo besarlo.
Me repito a mí misma que solo es actuación, forma parte de mi trabajo.
Mentalmente me repito que es mi trabajo.
Cierro al ojos cuando los labios de Rubén rozan ligeramente los míos, en ese momento me quedo helada, parezco hasta torpe.

— Alba tranquila, solo es parte de nuestro trabajo. Además solo es un beso en el cual quiero expresarte lo que te quiero, tratando de que olvides a Alejandro, (Héctor).

La Obligación de Quererte Where stories live. Discover now