Capítulo 32

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Dejé que se fuera Héctor con Marina quedando en vernos antes de viajar para España.
Al cerrar la puerta, me quedé unos minutos apoyada con mi frente en la puerta rompiendo a llorar dejando caer mi cuerpo sin apenas fuerzas por la puerta  sintiéndome vacía, como si algo dentro de mí se hubiera despegado y me costase agarrarlo para que vuelva a mí.

— Alba, mi niña deja de llorar por favor. No llores, habla con Héctor y dile...por ejemplo que todo ha sido una broma. Sé que lo amas Alba y tú orgullo te impide ver las cosas con claridad. Sin embargo, si no luchas por lo que quieres serás siempre una cobarde. Ve y búscalo.

— Te juro abuela que no puedo aunque me muero de ganas de ir tras él. No puedo, si voy acabaré como mi madre y lo peor de todo, saber cómo acabó Raquel me supera. Héctor fue el causante del porqué Raquel quiso quitarse de enmedio. Lo hizo por mi felicidad, por mí abuela. Yo no sé cómo explicarle a mi madre todo esto. Yo tuve la culpa, yo no quería...

— Escúchame Alba y deja de una puñetera vez de culparte por algo que no has echo, ni tú ni Héctor.
Sí, Raquel se pudo enamorar de Héctor, pero aquí la culpable de sus acciones fue Raquel.
Ella fue quien eligió su camino, llevó la vida que quiso sin importarle que tenía familia la cual nos preocupábamos por ella. Y si decidió poner fin a su vida, ella tuvo sus razones. No te culpes por algo que no hiciste y busca tú felicidad. Tanto tú como Héctor sois inocentes.

Mi abuela llevaba razón. Y entonces...¿Porqué diablos seguía sintiéndome de esta manera?

— Hablaré con Héctor, pero necesito algo de tiempo.

— No seas tan terca Alba y deja de sacrificarte por los demás. Lo hecho, hecho está y cada cual tendremos nuestro destino. Y mucho menos te compares con tú madre y Raquel. Tú eres tú y cada cual tiene su destino. Alba, no dejes escapar a un hombre que ha dado todo por tí, eso sí lo llamo yo amor verdadero. — Acepté encantada el abrazado de mi abuela, me dejé vencer terminando por hacerle caso.
He sido una estúpida por apartar a las personas que quiero de mi lado y todo ¿Porqué? ¿Acaso he sacado algo en beneficio? Más bien, lágrimas, y pocas sonrisas.

A nada ni a nadie podría echarle las culpas del porqué me encuentro con estos ojos como un vampiro, mi rostro pálido y sin ganas de comer. Y lo peor de todo, que nadie salvo yo misma por mi manera de hacer las cosas he acabado perdiéndolo.
Marco despacio su número de teléfono. Nada más escuchar su voz, una pequeña emoción brinca de alegría.

— Héctor— Pronuncio despacio invadiéndome la sensación de culpa.

— ¿Qué tal estás Alba? Me imagino que llamas por Marina. Ella en estos momentos está dormida. ¿Querías algo? — Comprendo el porqué me hablaba de esa manera tan tirante. Negué con mi cabeza aguantando las ganas de llorar. Tan sólo de mi boca pudieron salir cuatro palabras, después finalicé la llamada.

De nuevo la amargura volvió a mí, sintiéndome culpable por haberle echo daño a Héctor y lo que más termina por destruirme es saber que Marina, inocente de todo esto, está enmedio.

Aquella misma tarde, me reuní con Manuel.
Al parecer mi manager me traía buenas noticias.
Todos los comentarios negativos que se habían dicho sobre aquella maldita declaración referente a mi vida privada se habían eliminado.
Al final, todo volvía a la normalidad.
Tanto que Manuel había firmado con una productora para hacer otra telenovela, pero esta vez sería en Perú. El rodaje duraría unos cuatro meses y después iría a New York para actuar con actriz secundaria en mi primera película.
Aquello era la mejor noticia que me podían dar.
Abracé a Manuel sonriendo sin poderme creer que mi carrera fuera ascendiendo.

Seguidamente, después de haber hablado con Manuel, estaba tan feliz que deseaba compartir la noticia con mi abuela.
Sentadas en el sofá, le contaba a mi abuela lo sucedido respecto a mi carrera.
Contenta con la buena noticia, decidí invitar a mi abuela a cenar y de paso llamar a Héctor, estaba ansiosa por compartir mi dicha con él.

La Obligación de Quererte Where stories live. Discover now