Capítulo 14

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Me siento feliz porque al fin tengo la custodia de mi hija.
Felicito a mi abogado haciéndole entrega de sus honorarios. Algo caro, pero ha merecido la pena con tal de tener a mi hija conmigo.
Me dispongo a compartir mi alegría con Alois.
Con lo que no contaba era con la cara de cabreo que me recibe.

— Maldita sea Héctor, ¿qué has hecho?

— Vaya veo que desde que se inventó el WhatsApp, uno no se lleva ningún secreto a la tumba.

— Déjeme que te diga una cosa. Lo que le has echo a Alba no tiene perdón. ¿En qué estabas pensando para ir a juicio por la custodia de Marina?

— Marina es mi hija y por ello pienso que tengo derecho, por ello he ido a juicio, para tener la custodia de mi hija.

— Te voy a decir una cosa primo. No ha estado nada bien lo que has echo. Alba es su madre. Ella la ha estado cuidando desde que nació luchando para que no le falte de nada y ahora vienes tú con las manos vacías y se la has quitado como si ella no hubiera echo nada por sacar adelante a Marina.

— Yo no tenía ni idea que tenía una hija. Ahora va resultar que soy el malo.

— Eres idiota que no es lo mismo.
¿Es que ya no te acuerdas lo que me pasó a mí? Héctor, es muy cruel lo que le has echo a Alba. Ve ahora mismo y pídele perdón y si quieres a Marina consigue su cariño poco a poco.

Me callé mirando hacia mis zapatos meditando en las venenosas palabras de mi primo y lo que más me fastidia que el  muy capullo lleva razón. No ha estado bien lo que le he echo Alba. Y todo por mi orgullo.
Me despedí de Alois para irme a reflexionar a otro lugar.

Estaba tumbado en la hamaca de mi jardín con una botella de whisky y un vaso frío en la mano. Miraba fijamente las estrellas pensando en Alba y Marina.
Debía de hacer caso Alois, y no quitarle a mi hija, al fin y al cabo Alba ha cuidado de mi hija durante estos años.
Lo que más me gustaría es casarme con ella.
No solo me gusta físicamente, es que me atrae en todos los sentidos.
Su manera de vacilarme, esa mirada que me lanza provocando en mí la ganas de quererla tener para mí solo.
Sin duda, Alba es la mujer que amo y estoy dispuesto hacer hasta el infinito por que algún día me acepte. Va ser una labor costosa, tengo paciencia, daré todo lo bueno de mí para convencerla que la amo con el corazón.

Al día siguiente voy directo hacia su casa, después de jugar con Marina hablo con Alba la cual se niega a quererse casar conmigo.
Puedo llegar a comprenderla, después de todo lo que ha pasado no creo que vaya a lanzarse a mis brazos.

Por lo cual, decido pensar en la mejor solución para ayudarla y cómo tratar de acercarme a ella sin terminando fastidinádola

Pensando sobre cómo hacer para acercarme a ella, estaba en el coche cuando la vi salir del trabajo, me bajé del coche para darle alcance cuando un tío se me puso delante.

— Déjala en paz. — Perfecto, y este imbécil quien es ahora.

— Perdone pero no le conozco para entablar una conversación contigo. — El imbécil sigue cortándome el paso y esta vez se atreve a darme consejos.

— Me llamo Kike y soy amigo de Alba. En estos momentos ella a perdido su trabajo y no hay que ser muy espabilado para saber que tú tienes algo que ver. Déjala en paz, Alba es demasiado buena para tí actor de pacotilla. — La paciencia que hay que tener de verdad por no soltarle un puñetazo al imbécil este.

— No soy ningún niño para tener que soportar tus comentarios. Por lo que yo haga o deje de hacer respecto a Alba, eso a tí ni te va ni te viene. — Cabreado y harto de escuchar al tonto este me monto de nuevo en mi coche con la intención de poder hablar con Alba.
Al final decido hacer algo mejor. Marco el número de buen amigo Aitor Gulker, es un empresario que tiene varios restaurantes.
Hablo con el diciéndole que me haga un favor.

La Obligación de Quererte Where stories live. Discover now