Capítulo 6 - Sofía no es una santa

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Horas más tarde, Ángel llegó a casa. Cerró su puerta y resopló de cansancio por el trabajo con Xiang y por el trabajo en la cama con Zoe. Uno mejor que otro. Tenía el miembro flácido y con ganas de resucitar otra vez. Pero debía hacer los deberes y dejar su mente libre de asuntos sexuales que despierten al elefante de ahí abajo. 

Aparte del cansancio, el muchacho se sentía pesado, por lo que empezó a desvestirse con lentitud. Primero el polo blanco, para alejar la calentura interior. Sus largos brazos ya pedían algo de atención, pero Ángel no pensó en el gimnasio. Su abdomen y sus pechos lucían sudorosos y con brillo, en contraste con su habitación. Finalmente, se deshizo de su pantalón y su ropa interior, y caminó con los genitales al aire.

Cogió su espejo cuadrado para mirarse el rostro. El resultado: ojos avellana cansados y el cabello desmelenado y erizado. Luego, cada área de su cuerpo fue puesto a prueba ante el espejo, aprobando con honores: ahora sí estaba de buen humor. Sus fuertes glúteos esperaban a algún agente de moda. 

Sin intención de ponerse algo de ropa ya se había lanzado a la cama, por lo que dejó que su habitación fuera un espectador de lujo de sus atributos. Como Dios lo trajo al mundo, empezó a buscar sus cuadernos para hacer el trabajo pendiente. Aunque Ángel no era consciente de que podía ser observado por alguien. La ausencia de cortina lo dejaba expuesto a un paparazzi o a los ojos femeninos. 

Al frente, Sofía dudaba de lo que sus ojos veían. Lo único bueno de entrar a su habitación era la ventana: con apenas unos segundos en su alcoba, luego de llegar de clases, se acercó sin dudarlo a la ventana y se agachó con cautela para dejar que sus ojos se deleitaran con la desnudez de su vecino sexi. 

Mientras lo veía, su mente empezó a trabajar y su cuerpo sucumbía a una calentura súbita sin necesidad de calefacción. Cruzó las piernas para contenerse, pero sin éxito alguno. Sus bragas empapadas eran una señal de que sus ojos disfrutaban de la vista excitante. «¡Sofía, contrólate, contrólate!», se dijo. Su mente era implacable y su mano traviesa también lo era y su nerviosismo era la prueba irrefutable.  

Sofía se rindió como cuando una materia le resultaba difícil y despegó las piernas y la frescura se abrió paso por su ropa interior. No sería lo único que entraría porque, segundos después, se levantó su falda azul marino y su mano acabó trepando por los labios de su clítoris. A cada ojeada, una sensación placentera se manifestaba en su parte íntima, como una tensión eléctrica de muchos voltios y desembocaba en suaves suspiros. 

Cuando Sofía empezaba a sentir algo más que golpes de placer, Ángel escondió las nalgas bajo una toalla y ahí terminaron las ganas de Sofía llegar al clímax, porque su trasero terminó tocando el suelo y lastimándose la mano que le daba placer. Sin embargo, para ella, eso era lo más cercano a tener un orgasmo.

Endemoniado ©️Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin