Capítulo 2: Despertar

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Aún con el jutsu médico del líder del clan Senju, la pequeña de los Uchiha tardó diez días en despertar. Durante ese tiempo, una extraña e impensable noticia había recorrido ya todos los clanes del mundo ninja. Los Uchiha y los Senju, enemigos durante más de cien años, habían firmado un acuerdo de paz. Y no sólo eso. Se habían establecido juntos en un terreno despoblado con la intención de crear una villa y habían mandado emisarios a los líderes de los clanes cercanos invitándoles a unirse a ellos. Un revuelo sin precedentes se había formado en el País del Fuego. Unos veían la unión como un milagro que acabaría con las guerras, otros como una amenaza. Si los dos clanes más poderosos se unían, los demás no tenían ninguna oportunidad. Aunque sólo fuese por precaución, la mayoría de los clanes habían aceptado la entrevista con los líderes Uchiha y Senju. Todos querían saber qué era lo que estaba ocurriendo.

Por su puesto, Izuna no tenía forma de saber todo eso. La espada de Tobirama le había rozado el corazón y destrozado uno de sus pulmones. Hubiese sido una muerte segura sin la intervención del mayor de los Senju. Cuando abrió los ojos lo primero que pasó por su mente fue la sorpresa de saberse viva. Se incorporó y se abrió un poco la camisa buscando la herida mortal que había recibido y sólo encontró una cicatriz alargada y gruesa entre sus senos. No entendía cómo podía estar viva después de eso. Miró a su alrededor, estaba en una tienda de campaña espaciosa, como las que montaba con su hermano cuando salían de misiones. Entonces calló en la cuenta de lo importante y una enorme sonrisa se expandió por su rostro. Si ella estaba viva, debían de haber ganado. Su hermano por fin habría podido poner fin a la guerra. Por fin tendrían paz. Trató de levantarse corriendo para buscar a Madara pero un dolor sordo le atenazó el pecho. Aun que la cicatriz ya estuviese cerrada, el daño interno era grande, no podía moverse todavía.

Esperó impacientemente a que alguien entrase en la tienda, y cuando una persona apartó por fin la cortina que hacía de puerta y se plantó frente a ella, la angustia le causó aún más dolor que la herida del pecho. No fue su hermano el que entró en la tienda, ni si quiera alguien de su clan, fue maldito Tobirama Senju.

El pequeño de los Senju mantenía su expresión neutra aunque por dentro ardiese de rabia. ¿En qué demonios pensaba su hermano? Por su puesto que él también buscaba la paz, pero la paz sólo podía existir cuando el último de esos asquerosos Uchiha muriese. Un tratado de paz con ellos era absurdo. Ellos que habían matado a sus hermanos y a sus amigos. Hashirama había perdido la cabeza. Tobirama apretó los dientes de forma casi imperceptible. Si hubiese sido su padre el que hubiese dado la orden de firmar la paz con los Uchiha, Tobirama podría haber llegado a asesinarlo pensando que se había vuelto loco, de no haber podido hacer que cambiase su opinión. Pero Hashirama era otra cosa. Su única familia viva, el a veces alegre, a veces depresivo Hasirama. Aunque le pareciese una locura, si su hermano le ordenaba firmar la paz con los Uchiha él la firmaría. Su admiración y respeto por su hermano mayor le impedían desobedecerle, aun que pensase que no estaba haciendo lo correcto. Pero una cosa era dejar de atacarles y otra muy distinta vivir con ellos. Tobirama estaba al borde su paciencia y ésta estalló esa mañana cuando su hermano le mandó llamar.

-Izuna ya está mejor- le informó con una sonrisa. Él desvió la vista. Como si le importase. -He pensado que deberías cuidarla hasta que se recupere del todo, se que vosotros no os lleváis nada bien pero quizás así podáis conoceros un poco mejor.

-¡No tengo necesidad de conocer a esa maldita Uchiha!- respondió alzando la voz. Después suspiró despacio para calmarse- Hermano, esto no tiene sentido...

-¡Tobirama!- su hermano se había puesto serio de pronto- ¿Qué tiene sentido para ti entonces? ¿La guerra? ¿Ver morir a tu familia y a tus amigos, uno detrás de otro?

El albino torció el gesto.

-Esto es precisamente lo único que tiene sentido Tobirama- continuó el mayor- Se que no es fácil, hemos sido enemigos durante generaciones, pero si hacemos un esfuerzo, nuestros hijos no tendrán que morir. Podemos parar las guerras, entrenar a los jóvenes para que puedan defenderse, podemos hacer un mundo diferente Tobirama, por favor.

Superando el odio [Tobirama]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum