Capítulo 8: Decisiones

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El murmullo de las risas y las voces ya casi había dejado de escucharse. La fiesta de acogida a los nuevos clanes debía de estar por terminar. A unos metros de allí, escondidos en un claro del bosque. Izuna y Tobirama seguían abrazados sin moverse. Ella había dejado de llorar hacía rato pero ninguno de los dos se atrevía a hacer o decir nada. Ninguno sabía cómo habían podido acabar así, ni tenía respuestas si el otro se las pedía. Sólo estaban quietos, ella con sus brazos rodeándole el cuello y la cabeza aún escondida en su hombro. Él sujetando su cintura y respirando el aroma de su pelo. Finalmente Izuna se atrevió a hablar. Estaba tan avergonzada que quería morirse pero si había una cosa que necesitaba dejar clara al Senju.

-Voy a casarme- murmuró al fin- Y mi hermano no puede saber que lloré por eso.

-Como quieras- concedió él.

Ella comenzó a separarse lentamente. La asustaba lo bien que se habían sentido los brazos del Senju rodeando su cuerpo. Lo cálido de su abrazo. El aroma que desprendía su cuerpo. Sus músculos definidos que se notaban a través de la ropa. Se permitió mirar su rostro despacio por primera vez, sin pensar en él como su enemigo, ni como miembro de ningún clan. Solo como Tobirama. Sus cejas se fruncieron levemente al notar la exhaustiva mirada de la Uchiha pero no dijo nada. Tampoco se movió. Ella admiró su cabello blanco que había notado sorpresivamente suave al tacto cuando lo acarició levemente mientras se abrazaban. Siempre lo llevaba algo alborotado de una forma que a ella le pareció demasiado seductora. Después sus ojos pasaron por las marcas de su rostro, sus labios, y esos ojos rojizos que siempre la habían intimidado. Tobirama no era un especie de príncipe como parecía Hashi pero su atractivo salvaje le pareció de pronto muchísimo más atrayente.

Unas voces a poca distancia hicieron que la Uchiha volviera a la realidad.

-Tengo que irme- dijo nerviosa.

Él solo asintió.

Ella corrió de vuelta a su tienda sin detenerse. Necesitaba estar sola y poner sus pensamientos en orden. La boda y Hashi habían desaparecido de su mente como si nunca hubiesen existido. Lo único que había ahora era la intensa mirada de los ojos de Tobirama. Al llegar a su cama se tiró encima sin desvestirse, tirándose del pelo con frustración. ¿Qué demonios le estaba ocurriendo? ¿Cómo había podido permitir que Tobirama la abrazase? ¿Que la viese en ese estado tan lamentable? ¿Que descubriese que no se quería casar? ¿Qué le estaba pasando? Tobirama era su enemigo, la persona que más odiaba en el mundo. Se enfocó en recordar a todos los Uchiha que había matado frente a ella. Él sabía de sus sentimientos por sus compañeros y los asesinaba a sangre fría frente a sus ojos para que perdiese la concentración en los combates. Siempre con esa expresión neutra como si estuviese muerto por dentro. Había estado a punto de matarla. Tobirama era la peor persona del mundo. Se calmó un poco enfocándose en su odio hacia el Senju hasta que inconscientemente evocó el calor de su cuerpo. ¿Cómo podía sentirse tan bien un simple abrazo? Volvió a enfocarse en todo los recuerdos horribles que tenía de él hasta que consiguió relajarse y se dispuso a dormir. "Jamás le permitiré que vuelva a acercase a mí" pensó decidida la Uchiha y después se durmió profundamente.

Tobirama en cambio no parecía tener sueño. Se había quedado allí sentado, donde unos minutos antes había tenido a la Uchiha entre sus brazos. No sabía que le pasaba. Desde que la había visto salir esa tarde de su tienda con aquel precioso kimono parecía que no hubiese nadie más en el mundo que ella. Si no fuese su enemiga, él habría reconocido que era bonita. La Uchiha tenía un cabello negro y brillante que le caía en cascada hasta la cintura y unos ojos del mismo color que parecían ver a través de las personas. Su piel era blanca como un muñeca de porcelana y, aunque la armadura no dejase adivinar bien sus curvas, se le intuía un cuerpo bien desarrollado. Él la había visto en plena guerra con la sangre de sus enemigos manchando su rostro, su Sharingan brillando con furia y su melena oscura cayéndole a un lado de la cara y más de una vez había pensado en ella como en algún tipo de ángel. Uno que quería matarlo. Pero nunca estuvo preparado para verla así vestida. El kimono rojo como la sangre hacía contraste con su pelo negro y la piel blanca. Había pintado sus labios de rojo también haciendo que el Senju no pudiese mirar a otra parte. Con esa ropa si podía apreciar sus curvas. Se sorprendió al ver que la Uchiha tenía un cuerpo mucho más sensual de lo que esperaba.

Superando el odio [Tobirama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora