Capítulo 4: Konoha

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Tobirama había vuelto un par de horas después. No sabía si ella había llegado a dormirse o no, ahora miraba el techo con expresión de fastidio. Se acomodó junto a la entrada de la carpa y le lanzó a la Uchiha un par de bolas de arroz envueltas en papel. Ella no se lo esperaba y casi se las estampa en la cara. Las agarró a tres centímetros de su nariz y se incorporó molesta.
-Tienes que comer- le dijo simplemente.
Izuna estaba tan enfadada que tenía un nudo en el estómago. A pesar de no haber dejado de pensar en ello, aún no entendía que demonios había ocurrido antes. Quería insultarle y recriminarle por lo que el Senju había hecho pero le parecía tan sumamente extraño e incómodo que no sabía ni cómo sacar el tema. Al final no dijo nada y sólo trató de calmarse. Era cierto que en sus condiciones no podía enfrentarlo, era mejor centrarse en recuperarse por ahora. Al final su estómago comenzó a rugir al olor de la comida y terminó devorando las bolas de arroz que tenía en las manos. Después de comer se sintió algo mejor. Fuera ya comenzaba a anochecer, había pasado casi todo el día durmiendo así que ya no tenía nada de sueño. Miró al Senju que seguía parado junto a la puerta con esa expresión de como si estuviese muerto. Cómo odiaba esa cara inexpresiva. Él no decía ni media palabra, sólo estaba ahí quieto siguiendo sus movimientos con los ojos. Tampoco es como si ella quisiese iniciar una conversación con él. No podía imaginar una situación más incómoda. Afortunadamente pocos minutos después Madara y el líder Senju entraron en la carpa charlando animados. Ella se sorprendió de ver esa expresión en el rostro de su hermano. Le había visto miles de veces hundido en el dolor, había visto brillar sus ojos con furia en medio de la batalla y había visto la chispa de cariño paternal cuando la miraba a ella, pero nunca esa jovialidad con la que hablaba con el Senju. El hermano de Tobirama hablaba a voz en grito mientras le daba palmadas en el hombro y Madara, en lugar de apartarlo le miraba divertido. Jamás había visto así a su hermano. Por encima del odio, le sorprendió notar un ligero ramalazo de cariño por el mayor de los Senju. Lo que más quería Izuna en el mundo, a parte de finalizar la guerra, era ver a su hermano feliz. Él había cargado con el dolor de todos, los había protegido, sin preocuparse por sí mismo en ningún momento. Se merecía ser feliz y si la alianza con los Senju y su amistad con Hashirama le hacían feliz, entonces Izuna tendría que aceptarlo. Suspiró tratando de hacerse a la idea y sonrió a su hermano que se acaba de sentar a su lado.
-¿Cómo te sientes?- le preguntó cogiendo su mano entre las suyas como era su costumbre.
-Mucho mejor- admitió ella- He comido un poco antes, creo que ya tengo más energía.
-Pediré que te traigan más comida entonces- añadió Hashirama con una gran sonrisa, sentándose también cerca de su cama- Tienes que comer mucho ahora para subir tus defensas.
Ella asintió. Los hermanos Senju le parecían extraños. Eran como la noche y el día. Hashirama tan intenso y emotivo. Tobirama tan frío y seco. Parecía imposible que se hubiesen criado juntos.
-Si te sientes mejor puedo contarte nuestro plan entonces- continuó su hermano- ¿Recuerdas que te hablé de cuando Hashirama y yo quedábamos para entrenar junto al río?
Izuna asintió de nuevo.
-Por aquel entonces pasamos horas imaginando un mundo en el que los niños no tuviesen que ir a la guerra. Pensamos que si los clanes pudiesen firmar al paz y unirse podríamos construir un pueblo donde vivir todos juntos.
-Eso es...-La joven Uchiha dejó la frase en el aire.
Imposible pensó después. Aunque los clanes Uchicha y Senju se uniesen había más de una decena de clanes en el país del Fuego, todos en guerra contra todos. No iban a dejar las armas y vivir todos juntos sólo por que los idiotas de Madara Y Hashirama hubiesen perdido la cabeza persiguiendo un sueño infantil.
-Se que parece imposible- dijo el Senju- Pero enviamos emisarios a los demás clanes y casi todos parecen curiosos al menos. Nos acabamos de reunir con representantes de los Uzumaki y los Hyuga y están interesados.
Ella le miró asombrada después de los Uchicha y los Senju, los dos clanes que acababa de nombrar se podían considerar los más poderosos. Aunque sólo fuese por miedo si esos cuatro clanes conseguían establecerse juntos, era muy posible que los demás se terminasen uniendo también. Por primera vez, se permitió considerar el alcance de plan que habían desarrollado los mayores. Si aquello salía bien, realmente cambiaría el mundo ninja. Ella no conseguía imaginar cómo sería el mundo sin guerra, dado que desde que nació no había conocido otra cosa, pero estaba segura de que era algo por que valía la pena arriesgarse.
-Estamos empezando a construir la villa- continuó un animado Hashirama- Haremos una escuela para que los niños puedan aprender y entrenarse. También dividiremos las misiones por rangos, así no será tan peligroso y cada uno hará sólo las misiones para las que esté capacitado.
El Senju continuó hablando emocionado sin parar, todas sus palabras le parecían maravillosas a Izuna. Si todo aquello se pudiese lograr...
-¡Ah y tenemos un nombre para la villa! Se llamará Konoha, ¡Se le ocurrió a Madara!
Su hermano se removió ligeramente incómodo.
-Esta zona está llena de árboles. Sólo fue algo que se me ocurrió cuando vi como el viento arremolinaba las hojas. También podemos pensar en otro nombre.
-¿Qué? ¿Por qué?- gritó el Senju exaltado- ¡Es un nombre genial!
El Uchiha chasqueó la lengua molesto ante la vehemencia de su amigo e Izuna por primera vez en mucho tiempo rió. Los dos adultos la miraron algo sorprendidos.
-A mi también me gusta Konoha- dijo ella con una sonrisa.
-¿Lo ves?- saltó enseguida el Senju con una sonrisa- Un voto Uchiha y otro Senju ¡Aprobado!
-¿Así vas a aprobar las cosas tú?- le preguntó Madara mirándole con rudeza.
-Bueno yo... lo siento...
El Uchiha estalló en risas de pronto y le dio una palmada en la espalda a su amigo.
-¿Cómo tengo que decirte que no te deprimas tan rápido?
Los dos rieron mientras Izuna les miraba con asombro y esperanza.
Hashirama hizo que les llevase una gran cantidad de comida a la tienda y cenaron todos juntos. Ella cada vez se sorprendía más al ver lo bien que se llevaban los dos líderes. Sabía que su hermano había sufrido cuando le prohibieron ver al Senju, pero no esperaba que realmente su amistad fuese tan profunda. Ellos reían y charlaban sobre todo lo que querían hacer con la aldea mientras ella sólo les miraba. Ver a su hermano actuando de esa manera, tan alegre y despreocupado, la tenía como hipnotizada. Pasadas las horas los dos se retiraron a descansar y ella se quedó sola pensando en todo lo que le habían dicho. Parecía un sueño. Konoha, pensó con una pequeña sonrisa, Suena bien.
-Duérmete de una vez- dijo una voz exigente.
Izuna miró sorprendida hacia la puerta y se encontró con el brillo rojizo de los ojos de Tobirama.
-¿Aún sigues ahí?- preguntó molesta de pronto.
-He estado aquí todo el tiempo tonta. ¿Ni si quiera sabes sentir el chakra de los demás? No entiendo como has sobrevivido hasta ahora.
Ella se giro molesta, dándole la espalda. Tobirama no se había movido en toda la tarde, no había participado en la conversación en ningún momento y no había cambiado su expresión ausente. Hasta el punto que ella dejó de prestarle atención en algún momento e incluso se olvidó de que seguía allí. No se molestó en contestarle, era mejor tratarlo como un mueble o algún objeto de decoración, a fin de cuentas, era lo que parecía. Un objeto de decoración especialmente desagradable pensó ella. Se enfocó en ignorarle y poco después se quedó dormida.
El pequeño de los Senju notó su respiración relajada y supo que por fin estaba durmiendo. No tenía que hacer guardia por las noches, ya tenían a otros ninjas haciendo ese trabajo pero por ahora no le apetecía moverse. Había escuchado la conversación que su hermano y Madara habían tenido con ella. Él aún no conseguía comprender la familiaridad con la que su hermano trataba a los Uchiha. Le había costado, pero al final había entendido la idea de la aldea y le parecía algo digno por lo que luchar. También entendía que para que fuese real tenían que hacer concesiones. Pactar con otros clanes. Tragarse un poco- mucho- el orgullo. Pero de trabajar juntos a ser amigos había un mundo. Él no tenía amistad ni con sus subordinados, y eso que eran de su clan y les conocía desde hacía años.
Su hermano ya trataba a Madara como si fuese parte de la familia y parecía querer hacer lo propio con Izuna. Tobirama negó suavemente con la cabeza. Sabía que él era así. Sus personalidades eran como polos opuestos. Mientras que él se había enfocado en no sentir para poder sobrevivir a la guerra, su hermano hacía todo lo contrario. Era precisamente la intensidad de sus emociones las que le daban fuerza. Él le quería y admiraba aún siendo de esa manera. Si la villa era el sueño de su hermano, él lo llevaría a cabo y mientras que Hashirama repartía sonrisas, él vigilaría entre las sombras para cerciorarse de que todo salía bien. Lo que más temía Tobirama era que su hermano hubiese caído en alguna trampa y en cualquier momento los Uchiha les atacasen, así que él vigilaría a los Uchiha para protegerlo. Con ese pensamiento dándole fuerza, se sentó en el suelo de la tienda sin apartar los ojos de la espalda de Izuna. Aunque su intención era tener controlados a los Uchiha, pasó la noche vigilando el sueño de la única miembro del clan que no representaba una amenazaba en esos momentos.



Superando el odio [Tobirama]Where stories live. Discover now